14. Tristeza y colchones teniendo un rol distinto al que imaginas

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Lunes, 6:53am.

Ha sido una noche larga, una en la que Steve no visitó ningún sueño en absoluto. En cambio, la ha pasado consigo mismo y sus enredados pensamientos, todos ellos retorciéndose alrededor de su cerebro, gritándole, diciéndole que las cosas no estaban bien y que sólo parecían estarlo. Que era una persona horrible por tener un buen día, que jamás se merecería a Bucky y menos ahora, y que él sólo iba a romperle el corazón y herirlo.

Sus pensamientos daban vueltas y vueltas, y Sam y Natasha estaban en la habitación de esta última. Sabía en el fondo de su mente que algo podría haber pasado entre ellos para que las cosas cambiaran, pero él no podía hacer nada, no podía llamar a la puerta y preguntar, no podía... Simplemente, no podía.

Así que no lo hizo. Se limitó a sentarse en el sofá e intentar ver más Netflix después de que Bucky se hubiera ido porque tenía una actuación. Trató de comer algo, pero un sentimiento prolongado había comenzado a crecer en su estómago cuando Bucky cerró la puerta y él no podía- tan sólo, no podía.

El cementerio está cerrado cuando llega a las grandes puertas de hierro que separan su verde expansión ―ahora gris con la luz previa al amanecer― del hormigón de Brooklyn, lugar en el que su madre demandó ser enterrada cuando lograron abordar el tema de lo siguiente. Lo que seguía después de todas las medicinas y drogas, y la pérdida de pelo y tiempo.

Lo siguiente está aquí, es feo y se parece un montón a un gran candado en la valla. Steve se desploma junto a ella y los anillos de hierro de la verja se clavan contra la piel de su espalda. Alguien pasa a su lado y deja salir una oleada de humo al aire que está justo enfrente de él, de modo que desciende con lentitud a través del denso aire hasta llegar a sus pulmones y Steve tose. Tose y tose, doblándose sobre sí mismo y girando la cabeza para mirar al cementerio de nuevo, por entre las tumbas, donde ella se encuentra... Pero ella no puede salir y ayudarlo. No puede arrastrarse desde el barro para frotarle la espalda.

Y en ese momento, encogido en una acera de Brooklyn bajo la luz amarilla de una farola que lo ilumina con lápidas y hierba grises de fondo, una parte de su mente permite un pensamiento: sólo quiere que alguien lo ayude.

No puede aceptarlo, pero lo quiere.





Lunes, 10:01am.

Steve: Tienes trabajo hoy?

Bucky: No, por qué? quieres hacer algo?

Steve: puedo ir a tu casa?

Bucky: sí, claro, no hay nadie aquí!

Steve: Estaré ahí en un rato

Bucky está sorprendido porque es lunes por la mañana. El mensaje de Steve lo despertó, ya que hizo que el móvil vibrara justo al lado de su cabeza. Volvió a las 3 de la madrugada después de haber tocado en una actuación tardía y beber algo con sus compañeros de banda. Sus sueños fueron vívidos, llenos de colores brillantes y con mucho movimiento; Steve estaba en la gran mayoría de ellos. Lo pasó tan bien en su casa el día anterior, porque Sam y Nat fueron tan amables y Steve era cómodo. Podría decir que Steve estaba teniendo un buen día y eso lo hace sentir bien, de una forma ridícula e inapropiada.

No puede evitarlo. Quiere el bien para el pequeño artista hipster, ¿y qué? Que lo denuncien.

Steve llega no mucho después del intercambio de mensajes y apenas llega a la puerta antes de que él note que algo está mal. Es un poco decepcionante, sobre todo teniendo en cuenta que sabe que el de ayer fue un muy buen día, pero por supuesto que las cosas ocurren de esa manera a veces. La noche parece más fría después de un día caluroso.

Draw Me Like One Of Your French GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora