Capítulo 15

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Tras el ultimátum de Malcom, él había preferido mantenerse algo distante con ella. No hacían el amor en las noches, porque Emilia le había pedido a él dormir en el sofá.

Su tercer mes de embarazo se había desarrollado de manera eficaz y sin problemas. Ambos, fueron a los chequeos médicos y por fin, el momento idóneo había llegado: Saber el sexo del bebé.

—Un varón. —susurró Malcom viendo la fotografía.

Emilia se la quitó de las manos y lo observó....

—Hola Daniel...—dijo Emilia admirando la foto de su pequeño ser— Lo llamaremos Dan. —susurró ella mirando a Malcom. Él sonrió asintiendo.

—Por supuesto. —accedió él.

Malcom frotó la mano de su esposa y le besó en la frente. Aquel, había sido el mayor contacto que habían experimentado desde aquella noche tortuosa.

Con el tiempo, Malcom fue volviendo al trabajo, utilizando como excusa, que ya no podía seguir faltando más, pero la verdad es que ya no toleraba estar en la misma habitación que Emilia sin poder tocarla. Emilia, aunque se oponía a la idea, lo había dejado ir. Ella no quería que él se fuera, porque el miedo de que la dejara o se fuera para siempre, aún estaba atormentándola.

Malcom, por otro lado, la estaba pasando terrible y casi peor. El ver a Emilia sentada en su sofá, cruzando y descruzando las piernas lo estaba matando. Él deseaba a su esposa. La quería a su lado y estaba empezando a dudar de su ultimátum, tal vez no había sido una muy buena idea después de todo.

Sin embargo, necesitaba una respuesta. No podían seguir con eso durante años... no podían. No cuando un bebé venía en camino.

—No nos mudaremos. —le dijo Emilia mirando los folletos de casas.

Malcom gruñó.

—Emilia, ya habíamos hablado de esto antes, es lo mejor.

—Sólo seremos tres. —habló ella.

—Por ahora. —le dijo, por lo que Emilia lo miró suspicaz.

— ¿Quieres otro bebé? —preguntó ella con los ojos brillosos.

El apartó la mirada mostrándose imparcial ante sus encantos, no cedería, no si es que ella aun no le daba una respuesta.

—Me refiero a tu familia. —aclaró él— Suelen venir y bueno, no les daremos el sofá y nuestra cama no está a discusión.

—Mi cama. —le corrigió ella

—Nuestra. —contradijo él.

—No duermes en ella...—susurró Emilia por lo bajo.

—No porque yo quisiera, ¿o sí? —le dijo él.

Ambos se miraron, y Emilia, solo por querer dar por finalizada la conversación, tomó el folleto que mostraba una bella casa con alberca y jardines preciosos.

—Quiero este. —afirmó ella.

—Iremos a verla entonces.

Emilia asintió poniéndose de pie y alejándose de él.

Cada vez más.

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