Desperté sentado en un sofá, vestido con ropajes espléndidos y con un saco a mi espalda. Había una mesa de cristal justo enfrente, con una bandeja repleta de manjares propios de un príncipe. Acabé de saciar mi apetito y salí al pasillo, donde Laila, tapada con una tela de seda rosa y muy fina, me estaba esperando.
-Tu yegua negra está fuera ya preparada. Antes de que te vayas tengo que darte algo –abrió su delicada palma de la mano y me mostró una extraña llave con forma de media luna–. Esta es la llave del cofre. Es irrompible y solo puede abrirse con esta llave. –me la guardó en el bolsillo del jubón –. Y toma esto. Son unas bengalas rojas que deberás encender hacia el cielo cuando des por finalizado tu labor... Espero que tengas un buen viaje.
Y me besó en la mejilla, haciendo que me sonrojara. Salí corriendo hacia Tormenta, que relinchaba alegremente, lista para que yo me montase.
Entonces galopamos y galopamos, horas y horas, días y días, con un sol radiante calentándome la nuca.
Procuraba no malgastar la comida. Mi morral no pesaba mucho, pero aún así estaba repleto de exquisiteces. Plátanos, dátiles, uvas... Y una cantimplora mucho mejor que la mía.
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GINGHARIAN. MICRORRELATO
Novela JuvenilYamil Al-Blue, un caminante con ojos azules del desierto, lleva una vida difícil y arriesgada. Cada gota de agua que gasta es un minuto de vida menos. Además, le persigue un pasado duro e inolvidable; su madre le abandonó y su padre le vendió por un...