Capítulo 4.

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Entré en mi casa dando un portazo.

-¿Cris?-dijo mi madre, asomando la cabeza desde la puerta de la cocina.-¿Estás bien?

-¿Yo? Perfectamente.

-¡Ah, bueno! Entonces ven a comer.

Suspiré.

Mi madre era incapaz de darse cuenta de que, verdaderamente, algo me ocurría. Vivía en su mundo de inocencia que yo no iba a destruir. No sería capaz de ver que algo me pasaba ni aunque llevara pintando en la frente “¡Eh! Algo me pasa. ¿Quieres saberlo?”.

Sin ganas, me dirigí a la cocina y me dejé caer sobre un taburete (misteriosamente, estos habían vuelto a la vida).

Con el tenedor, pinché distraídamente los espaguetis, mientras miraba el plato con aburrimiento.

-Pues tu padre y yo hemos estado dando una vuelta, ¡y menudo barrio más bonito es este! La pena es que la mitad de las casas están vacías.

-Ya te lo dije, ma.

-Bueno, esperemos que pronto se llenen y tengamos más vecinos.

¿Para qué? ¿Para que sean como Harry?

-No creo, ma. Con esto de la crisis, la venta de los domicilios ha caído un setenta por ciento…

-¿Y tú cómo lo sabes?

Señalé con la barbilla el periódico que papá leía.

En la primera plana, en grande, ponía “La crisis hace caer la venta de domicilios un setenta por ciento, una cifra que pone los pelos de punta…”.

-No sé, ma. Puedes llamarlo intuición femenina.

Ella puso los ojos en blanco.

-Tú y tus tonterías… Bueno, cuéntame, ¿y ese chico de antes?

-¿Cuál? ¿Louis?

-Sí.

-¿Qué le pasa?

-¿Es hermano del rubio del otro día?

-No. Para tu información, el rubio se llama Niall y junto con otros tres chicos y Louis, forman una banda. Y todos viven en la misma casa.

-Ah, vaya. ¿Y dónde has estado esta mañana?

-Con ellos, en su casa.

-¿Haciendo qué?

-No te ofendas, pero no es de tu incumbencia.

Entrecerró los ojos.

-El secretismo no te va a llevar a ninguna parte.-me dijo.

-Ni tampoco quiero. ¿Desde cuándo quieres saber todo lo que hago? Estoy viva, ¿no? Pues eso es lo que importa. Ahora, si me disculpas-dije, apartando el plato y levantándome de la mesa-Me voy a mi cuarto.

-¡No! ¡Siéntate ahora mismo!

No la hice caso y salí de la cocina.

-¿No le vas a decir nada?-dijo, dirigiéndose a mi padre.

Este apartó la mirada del periódico.

-¡Eh! Si tantos amigos tienes diles que se pasen por aquí a echar una mano colocando muebles y demás.

-¡Eso no es lo que quería que le dijeras!

-Era lo único que tenía que decirle.

Resoplé y me subí a mi habitación.

Miré mis miles de discos apilados en un rincón. Al final, no habíamos tenido tiempo de colocarlo todo.

Me puse a buscar entre ellos y saqué Above the Noise de McFly. Mientras lo ponía y dejaba que End of the World inundara con su ritmo mi cuarto, me dejé caer sobre la cama.

Forever youngDonde viven las historias. Descúbrelo ahora