Decimoctavo plato

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[Jin]

Había bebido. No yo, sino él. Namjoon estaba completamente borracho, y daba gracias a que yo me mantuve sobrio para cuidarle, porque de otra forma a saber que estaríamos haciendo en este momento sin ningún tipo de control.

- Hyuuuuuuuung~ – el rubio se recostó sobre mí en el pequeño sofá de mi apartamento. Sí, mi apartamento.

En principio iba ser una responsable y amena cena entre amigos, pero a Taehyung no se le ocurrió otra cosa que traer licor de cereza, a Jinwoo vodka y a Myungjoon, o MJ, como algunos solían llamarle, también vino acompañado de otra gran amiga llamada Tequila. En menos de una hora todas las botellas estaban abiertas y circulando por las manos de todos los presentes, incluida la de mi bebé Jungkook.

- ¡Yo nunca he besado a Jin! –exclamó Jinwoo de repente.

- ¡Oh, yo tampoco! –Siguió Taehyung.

- ¿Qué decís?

- Jugamos al yo nunca, hyung.

Cabe decir que absolutamente nadie estaba jugando a eso, pero obviamente yo era el único que se percató de lo extraño de la situación. Incluso Eunwoo, que había bebido un poco, estaba en su mundo, tirado en el suelo y medio dormido con un vaso en la mano. Esto no podía estar pasando.

- Jungkook – el castaño llamó a su hermanastro lanzándole un cojín, haciendo que rápidamente abriera los ojos y se incorporara, sentándose entre las piernas de Jimin en vez de estar totalmente tumbado sobre él como segundos antes. – ¿Tú te has besado alguna vez con mamá Jin?

- Niño, que no me llames así

- Claro, muuuuuchas veces. Siempre me ha dado besitos de buenas noches, y a ti también.

- ¡Es verdad! – Taehyung sonrió emocionado y asintió, probablemente recordando los inocentes picos que nos dábamos de pequeños y que no contenían absolutamente ningún significado sexual. – Jin hyung quiere casarse con nosotros. – y empezó a reír descontroladamente. Yo rodé los ojos y me recosté en el sofá, distrayéndome en acariciar la cabellera de Namjoon. Ese gesto era lo único que conseguía tranquilizarme en tales momentos. – Lo siento, hyung, yo ya tengo a Hobi.

- Yo no tengo a Hobi, pero no te veo de esa forma, hyung...

- Tú me tienes a mí –saltó Jimin, agarrando al pelinegro de la cintura y atrayéndolo más hacia él.

- No, tú eres un pervertido.

- Cállate.

- Cállate tú.

- ¡Moonbin me tiene a mí, hyung, así que ni te le acerques! –exclamó Rocky por el fondo, agarrando también posesivamente a su novio y mirándome amenazadoramente. Yo tenía ganas de patearles a todos fuera de mi casa, porque de veras que tanto comportamiento absurdo me estaba agobiando.

Seguidamente apareció Myungjoon con su móvil y un video de perritos cargando en la pantalla. A excepción mía y de Namjoon, no tardaron en hacer un corro alrededor del dispositivo como si este fuera su único alimento de por meses. Daban tanta pena que hasta llegaban a hacer gracia.

- Eh, Jin –bajé la vista a Namjoon, quien aún me miraba con la cabeza apoyada en mis piernas. Ahora que estaba más tranquilo era fácil lidiar con él, pero aún no me olvidaba de cómo había tenido que apartarle casi veinte veces porque insistió en hacerlo a cada paso que dábamos, o como derramó todo el bote de mermelada al intentar mostrarme lo bien que podría pasar como lubricante.

- ¿Qué pasa? –respondí con más brusquedad de la pretendida, pero no por el rencor, sino más bien por el cansancio.

- Tú solo me quieres a mí, ¿verdad?

Debí haberlo fotografiado, debí haber enmarcado ese adorable puchero que mostraba y pegarlo por todas las paredes de mi casa, pero por desgracia no lo hice, tan solo me quedé pasmado, observándolo al tiempo que sentía como mi corazón se derretía.

- Basta, tú no puedes ser tierno –aún seguía mirándome de esa forma, ignorando mis palabras y tambaleando los cimientos sobre la imagen que tenía de él. Era desconcertante lo imponente que podía ser la mayoría del tiempo y que luego te viniera con tiernos pucheros de niño. Suspiré, derrotado, y asentí, dándole un pequeño pico sobre sus labios, haciendo que inmediatamente se ensancharan en una sonrisa.

- Jin es mío, idiotas –murmuró en dirección al grupo de embobados, quienes aún seguían con la vista clavada en el video de perritos. –Repítelo otra vez.

- Tuyo –recité entre risas, disfrutando de cómo sonreía como idiota solo al escucharme decir algo tan simple. –A no ser que me trates mal, entonces volveré a ser mío entero.

- ¿Por qué iba a tratarte mal? – enarcó una ceja y negó, como si mi pregunta fuera la más idiota del mundo. Ojalá todos los maltratadores se plantearan sus actos y pensaran como Namjoon. – No tiene sentido.

- Si te vuelves malo, me tratarás mal.

- Quien te trate mal, es idiota, no malo – cerró los ojos y se acomodó más en mi regazo, dejándome en claro cuál sería su cama oficial. –Y de todas formas, si alguien se atreve a tratarte mal, acabará peor él.

- ¿Tú me defenderías?

- Nah, lo harías tú, que tienes fuerza de sobra –soltó un bostezo y volvió a acomodarse, bajando el tono de voz y acompasando sus respiraciones. Parecía tan inocente en esos momentos que aunque me esforzaba, me costaba verle como el chico pervertido que intentaba ponerme contra la pared horas antes. –Si quieres yo te ayudo.

- Me parece bien.

- Aham...

Y no volvió a hablar, permitiendo apreciar su imagen nublada por el sueño. Era tan perfecta, tan preciosa, que ahí sí que no me reprimí y saqué mi móvil, enmarcando ese momento en una preciosa foto. 

Taste it [Namjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora