Quincuagesimoprimer plato

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[Jin]

Valía totalmente la pena cargar con las pesadas toallas, con tal de ver a Namjoon balanceando torpemente la cesta rosa de picnic y las sombrillas, rosas también, sobre su hombro. Aun siendo de noche, se diferenciaba perfectamente las tiernas siluetas de flores que decoraban la tela de estas últimas. Y todo esto conjuntando perfectamente con su cabello, rosa también, claro. Era una imagen tan idílica y graciosa, que si no fuera porque tenía las manos ocupadas, la habría fotografiado sin dudar.

Encontramos un lugar apartado de las luces, la zona más oscura y desierta que pudimos encontrar junto al lago. Cierto que el lugar al que habíamos decidido ir a pasar el fin de semana a modo de relajación, solía tener muy pocos visitantes, y menos por la noche, pero igualmente mejor era no arriesgarse.

Mientras yo extendía las toallas, Namjoon colocó las sombrillas con ayuda montoncitos de piedras. Terminé ayudándole, ya que no conseguía clavarlas y que quedaran en pie. Cuando al fin terminamos, nos sentamos bajo ellas, de cara al lago, y con las mullidas toallas protegiendo nuestros traseros de las piedras.

- Deberíamos volver algún día.

- ¿A Seúl dices? –me miró desconcertado al tiempo que terminaba de sacar los pastelillos que habíamos comprado para esa noche. Y habíamos cenado en un pequeño y nada ostentoso restaurante, así que en este momento tan solo tomaríamos el postre. – Lo siento mucho, princesa, pero tengo que recordarte que volvemos mañana.

- Me refería volver aquí, bobo –respondí suspirando. El abrió la boca, entendiendo todo, y yo reí por lo adorable que se veía. Cogí un pastelito de la caja que acababa de dejar sobre las toallas, y le propiné un pequeño mordisco antes de seguir hablando. – Echaba de menos estar así conti... ¡oh, esto está delicioso! –declaré de improviso al toparme con el agradable sabor del dulce.

- ¿No será que te has mordido la lengua y por eso te sabe tan bien? –me guiñó un ojo y yo no pude evitar reír por sus intentos de piropos. Siempre los soltaba cuando menos me lo esperaba, y eran tan vergonzosos que en ocasiones hasta sentía pena por él. Pero de igual forma, aunque me costara admitirlo, me gustaban.

- ¿Todos esos cumplidos cursis los buscas en internet o te salen de forma natural?

- Soy un genio, Jin. Obviamente me salen de forma natural –sonrió orgulloso y dio dos toques a su sien, como si esta fuera algo que admirar. – Cuando estoy contigo mi cerebro se pone en modo "soltar frases abominablemente empalagosas para Jin", así que en cierto modo, es tu culpa.

- ¿Es mi culpa que no sepas decir cumplidos normales? –asintió y ahora fue él quien atacó la cajita de la pastelería, acabando con la vida de otro de los pequeños pasteles. Cuando terminó, comenzó a chuparse los dedos con los que lo había cogido, igual que un niño pequeño. – No entiendo porque la gente dice que eres muy macho, si en realidad eres una bolita tierna de adorabilidad.

- ... –me miró con aún uno de los dedos entre los labios, y tras varios segundos en silencio, se encogió de hombros y siguió limpiando con su lengua el glaseado que manchaba las yemas de sus dedos.

- Y encima una bolita rosa, que es más mono incluso.

- Dices que mis cumplidos son malos y luego me llamas "bolita rosa" –cogió otro pastel y se lo metió de lleno en la boca, hinchando sus mofletes. Quizás no le quedaba precisamente adorable, y el que masticara de vez en cuando con la boca abierta, tampoco debía ser agradable para el ojo humano. Pero a mí me seguía pareciendo lo más bonito del mundo entero. – Hagamos una batalla de cumplidos.

- ¿Eh?

- Sí, sí. Primero uno y luego el otro. El que se rinda pierde.

- ¿Así tal cual? ¿Tan en frío? –asintió con total seguridad al tiempo que acercaba su mano de nuevo a los pasteles. En esa ocasión, también me tendió uno a mí, pero con la mano que no se había chupado.

- ¿No te ves capaz o qué?

- ¡Eh! Sí me veo, me veo súper capaz. Te voy a ganar, cállate.

- En realidad te voy a ganar yo.

- ¿Y esa seguridad?

- Yo puedo decirte algo que tú a mí no.

- ¿Eh?

- Cumplidos infinitos –sonrió e hizo una reverencia. Yo me quedé en silencio, masticando el dulce y analizando lo que acababa de pasar. – Te toca.

- ¿Has empezado con eso?

- Sí. Ya sé que soy genial.

- ...

- ...

- Namjoon.

- ¿Sí?

- Creo que te quiero demasiado, o sino no me explico cómo puedes seguirme gustando después de este tipo de cosas.

- Jin.

- ¿Sí?

- Tus cumplidos siguen apestando.

Fruncí el ceño y él rió, acercándoseme para abrazarme. Yo intenté reusarme y empezar nuestra típica pelea de broma en la que uno se intentaba zafar y el otro agarrarle. Finalmente, consiguió colocárseme encima, y cuando ya no pude moverme, me besó. Por algún motivo, terminé sonriendo.

- Jin.

- ¿Sí?

- Que sepas que has perdido –me incorporé, girándonos y quedando ahora yo sobre él, mirándole desde arriba. Fruncí el ceño, indignado por su gran habilidad para romper momentos. Y entonces volvió a sonreír, de esa forma que tanto me gustaba, dejando a la vista mi hoyuelo preferido en el mundo. – Pero lo dejaré en un empate porque te quiero.

- Que considerado.

- Vas mejorando.

Más risas y besos fueron las que protagonizaron lo que quedó de noche.

Taste it [Namjin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora