nº 24

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Abre los ojos, estira los brazos, deja que tu instinto contraiga todos tus músculos a voluntad. Se consciente de la evolución de tu especie, y yérguete demostrando el poder del ser humano.

Pon a prueba el constante entrenamiento llevado a cabo año tras año desde el reclamo de tu libertad. Sal a la calle, grita, huele la ciudad, mira el claro mar sobre tu cabeza, escucha el motor de esas maquinas a las que doblegamos a nuestro parecer. Siente el como el sol inunda el mundo de vida, siéntelo en el pecho, en tus piernas, en tus ojos al intentar desafiar a dios.

Desplazate a la parada del autobús, siente el suelo bajo tus pies, siente cada paso, siente como la rutina se va apoderando de tu ser. Se consciente de como, como poco a poco, se te priva de tus pequeños remansos de personalidad. Nota como, con cada calada de tu cigarrillo, desciende tu fuerza vital.

El cielo se oscurece. Escuchas en la radio la predicción de fuertes vientos. Se te desliza el café provocando el impacto de los fluidos bucales de tu superior en funciones mientras te grita por el desperdicio.

Pero nada de esto nos va a hacer decaer, hoy no. Hoy nada puede interrumpir el preciado acontecimiento. Ese espacio temporal en el que al fin, seré testigo del milagro de nuestra corporación. Desde que entre aquí, han sido todo misiones y mas misiones. Pero parece que por fin me van a involucrar en algo. Pero algo iba mal, en todo el día nadie había hablado con migo, nadie había contactado con migo de ninguna manera. No sabia ni la hora ni el lugar de dicha reunión. Lo único que sabia eran los rumores que recorrían por las mesas de la oficina central.

Por norma general desde mi infancia nunca hice caso de los pequeños resquicios de falsa banalidad y esperanza, los cuales en este mismo instante inundaban la oficina. Según había salido del ascensor ya notaba las miradas, sentía como hablaban de mi, como murmuraban mi nombre.

- (...)Como va a ser cierto, si es solo un novato(...)

- (...)Que si que lo dice todo el mundo, por lo visto supero las pruebas con la máxima puntuación posible(...)

- (...)Eso es imposible, nadie puede superar a Mils(...)

El constante ronroneo estaba empezando a despertar mi atención, aun así, lo deje pasar.

La jornada laboral transcurrió sin ningún nuevo incidente. Todas las alarmas estaban correctamente apagadas, y había tenido tiempo para limpiar y planchar la camisa de mi superior. Ya estaba recogiendo, guardando los pocos objetos imprescindibles en mi maletín, cuando la puerta de mi espalda se abrió. Y eso solo podía significar una cosa.

- Por favor, acompáñenos.

No necesitaba nada mas, sabia que era cierto. No quería hacer caso a los rumores, pero tenían razón. Era mi momento y nadie seria capad de arrebatármelo. Cuando entré en la sala de los directivos, un escalofrío me crispó la piel como un relámpago. Todo un comité formado por los doce "manda-mases" de la corporación estaban esperándome. Allí se podía ver al presidente en funciones, la cara al público de todos nosotros, a los 5 accionistas, a mi superior directo en funciones, a cuatro agentes veteranos, y por último, allí estaba el que años antes había sido como un padre para mi, mi amigo y maestro.

En el centro de la mesa, se hallaba una caja de tamaño reducido, no tendría mas de medio metro cúbico a simple vista. Según me iba acercando a la mesa, un conjunto de emociones me recorría por dentro. No lo podía creer, ahí estaba, tanto tiempo buscándolo y ahora por fin ya era nuestro.

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⏰ Última actualización: Jun 12, 2016 ⏰

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