Estaba medio dormido cuando escuche mi nombre desde afuera de la cueva, es que acaso ahora la muerte había venido también por mí. La voz se acercaba cada vez más, pero yo era incapaz de siquiera abrir los ojos; de pronto sentí una mano fría sobre mi pecho, ¿Acaso se trataba del gélido tacto del ángel de la muerte?
- Que malo eres, ahora es cuando debiste hacer tu intento – escuché la voz susurrando a la altura de mi cuello.
Momento... abrí los ojos y miré una aparición. Ciara estaba acostada junto a mí, abrazándome con su mano en mi pecho. ¿¡Qué!?, grité internamente. Sentí de pronto un ansia que se convirtió en esperanza.
- Ciara... ¿Eres tú? – escuché mi voz muy destruida. ¿Qué pasa aquí?
- No, soy la virgen de Guadalupe – escuché su risita, mi corazón se aceleró en un frenesí de efusividad – Claro que soy yo tontín, quien más. - Terminé de despertar, ya me encontraba perfectamente consiente.
- Increíble – suspiré esa palabra y me solté a reír, me dio un ataque de risa y la abracé, así acostados como estábamos – ¡Ciara, no te vuelvas a ir, por favor! – no me cansaba de reír.
- ¿De qué hablas?, no me he ido a ningún lado – dijo apartándome y se sentó – no es justo que me hallas dejado ahí tirada y no me abrigaste – se cruzó de brazos molesta. Me senté también y la miré a los ojos.
- Pero es que Ciara, ¡estabas muerta! – no me explicaba que había pasado.
- ¡Muerta yo! – Abrió los ojos como platos - ¿Por qué? ¿Qué te hizo pensar eso? - No quitaba su expresión de sorpresa.
- Bueno yo, te tomé los signos vitales y todo apuntaba a que habías muerto – le expliqué.
- Pues no, no te desharás de mi tan fácil – bromeó – no sé qué hiciste, pero yo no pude haber estado muerta, solamente creo que quedé inconsciente, bruto – me empujó el hombro.
- No lo entiendo... supongo que tal vez, a causa del frío, perdí sensibilidad en mi tacto y no te sentí el pulso – medité un poco – pero tu corazón... no latía
- Eehh... pues usualmente las genoapoducciones te dejan un poco sordo durante un rato – dio la explicación más lógica.
- No puede ser, estoy tan contento – volví a llorar, pero está vez de alegría.
- Ay no seas niña, no pasó nada, todo fue a causa de tú estupidez – rió – ven aquí niñita tonta – me abrazó – ahora dame tu calor – después nos acomodamos, ella frente a mí y le cubría la espalda con mi cuerpo y pase mis brazos desde su estómago, recargándome en la pared de la cueva.
- Y ¿qué es eso de genoapoducción? – quise saber la causa de la catástrofe.
- Pues es un fenómeno natural... como los terremotos y ese tipo de cosas, es parecido a los tornados, porque se forma igual, pero en vez de girar sin control y eso, se concentra así como un centro de gravedad, pero de aire caliente y frío... - se detuvo.
- Ajá, te voy entendiendo, continua – le hice saber.
- Y pues de ahí es como si ambas temperaturas se esforzaran por acumular más aire, jalando hacia el centro todo lo que hay alrededor – se puso a hacer con las manos la explicación – y cuando chocan los vientos de temperaturas distintas, se genera una especie de onda expansiva de aire que avienta todo.
- Tiene sentido... pero es muy extraño, y... sobre todo peligroso – dije preocupado.
- Pues no es tan extraño, sucede seguido en lugares con espacios tan abiertos – me informó.
ESTÁS LEYENDO
Con la misma silueta.
FantasyEs acerca de Daniel, un chico que vive con su madre en las orillas de un bosque profundo. La historia nos relata la forma en que la vida de una persona puede transformarse en otra completamente diferente, pero con la misma silueta; descubre como Dan...