Volviendo a empezar (Daniel)

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La obscuridad del horizonte parecía empezar a apartarse, aún no estaba amaneciendo, pero el cielo comenzaba a aclarar. Estábamos sentados en la banca de madera, Ciara me tenía el brazo por encima de los hombros y mi postura estaba curva, sosteniéndome con los codos en las rodillas.

Me sentía estúpido de nuevo, llorando ahí, como alguien débil. Cosa que antes jamás me había sucedido y Ciara dándome consuelo. Me sequé la humedad de mi rostro y di un respingo.

- Lo siento – sonreí.

- No lo sientas – dijo sin ninguna expresión – no hay nada de qué disculparte.

Nos quedamos un momento en silencio y ella se levantó.

- Vámonos – me ordenó.

- ¿A dónde? – me erguí confundido.

- Pues con Jake, ¿Dónde más?

- ¿Jacob? – susurré; lo había olvidado, realmente quería verlo.

- Solo espero que él también pueda creer esta locura – sonrió – es un poco cerrado, pero tal vez te crea.

En el fondo me sentía nervioso, no podía temer de Jake, siempre podía contar con él, pero ahora sé que no es el mismo Jake con el que he estado todos esos años mi vida. Eso me tenía ligeramente abrumado.

¿Cómo será el Jacob de aquí?

Ya estoy acostumbrado a esta Ciara... porque he llegado a conocerla un poco por pensar que era la misma chica que deje atrás y creo que le tomé cariño también. Aunque, técnicamente... engañé a mi Ciara cuando besé a esta chica y eso me hace sentir fatal.

Estoy muy, muy, muy confundido. La realidad parece ahora algo tan frágil que me desconcierta a cada paso que doy; ya no sé qué es real.

- Ojala – respondí.

Me sentía definitivamente cansado, mi buen humor se desvaneció. Caminé con Ciara, a su lado... pero era solo por inercia, mis pies actuaban por sí solos, pues yo ya no podía sentir que lo que hacía era real y me había hartado de tratar de volver a casa. Cosa que me entristecía.

- Quita esa cara – escuché que ella me decía, y deje de cavilar.

- ¿Qué cara?

- Esa de sufrimiento.

- Pues estoy sufriendo, ¿qué esperabas? – fruncí el entrecejo.

- No lo sé... pero quita esa cara, no me gusta verte así.

- No estoy haciendo ninguna cara.

Se quedó callada y seguimos avanzando.

- ¿Está muy lejos la casa de Jake? – inquirí

- Bastante, sí – suspiró – en este momento estamos regresando por los papriates, para poder llegar pronto.

- Ah

Ella detuvo uno de esos taxis, de una manera distinta... no corrió al frente del vehículo para detenerlo, solo estiró el brazo, y cuando le dio las indicaciones no le dijo que siguiera a ningún coche. Iba platicando con el chofer, lo que se me hizo muy raro; creí que no se les debía distraer.

Le indicó que nos bajara en el límite de la ciudad, por donde habíamos entrado, y los papriates estaban ahí, alimentándose de pasto. Pagó lo que cobraba del viaje... en ese momento yo me sentía como si solo fuera un espectador, como si mirase una película, pero yo estaba en ella sin influir en lo que sucedía, me encontraba en un estado de desapego de lo que consideraba mundo real. Como si estuviera ausente.

Con la misma silueta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora