Ciara ardía en fiebre mientras la llevaba cargando en la espalda, siendo el centro de atención de las miradas de los ciudadanos, pero solo nos miraban, no había alguien que nos diera una mano.
Pero desde que llegué aquí lo primero que la nueva Ciara me enseñó es que nadie te ayudaría por el precio de nada, en especial si se trata de un desconocido.
Estábamos en un verdadero apuro, Ciara se había quedado casi inconsciente en mi espalda y yo no conocía ni un ápice de la ciudad, tuvimos que dejar tirada una mochila, pues yo no podía cargar tanto peso; Ciara es quien llevaba la mochila en la espalda; caminaba sin rumbo alguno, con la mortificación de que Ciara se pusiera peor si no encontraba a tiempo un hospital o un doctor al menos.
- Hay dinero en la mochila – susurró Ciara débilmente en mi oído.
- ¿Eh? – no captaba.
- Consigue un taxi, nos puede llevar a un hospital...
- ¡Sí!, un taxi... - me alegré mucho por su idea – pero... ¿Cómo se consigue parar uno de esos? – jamás había tomado un taxi antes, pero Ciara solía ponerme películas en su casa, y aparecía gente subiéndose en taxis... debe ser como lo hacen en las películas.
Baje a Ciara un momento y la senté en la acera, para sacar el dinero, ella ni siquiera parecía percatarse de lo que estaba sucediendo, casi como si estuviera bajo efecto de sedantes o somníferos.
Saqué el dinero... no sabía si era suficiente, pero era un gran puño y vi a esos vehículos amarillos de los que tanto había oído.
Uno se aproximaba, así que me subí a Ciara encima y corrí para en medio de la calle a interceptarlo, se detuvo bruscamente chirriando las llantas.
- ¡¿Qué diablos te sucede?! – Gritó alterado el taxista.
Abrí la puerta de atrás para recostar a Ciara en esos asientos y rápidamente me subí yo al asiento de copiloto.
- ¡Siga a ese auto! – grité desorientado.
- ¡¿Qué?! – Me miró el conductor con gesto contrariado - ¿Qué auto, niño? ¿Al de enfrente? – parecía no conocer el dialecto taxista normal... así que opte por decirle a hacia a donde quería ir.
- Necesito llegar a un hospital, lo más cerca que sea posible – esperé a ver si entendía el código.
Se quedó boquiabierto y confuso un momento – ok... - dio la vuelta a su volante. Nos llevó a través de en medio de la carretera y viajábamos a una velocidad muy alta, tenía una agujita en el tablero que decía kilómetros y lo tenía en cuarenta, estaba asustado... la última vez que había subido a un vehículo de motor, apenas era un niño.
Pasamos hacia una especie de cochera enorme en un edificio color blanco, creo que ya habíamos llegado, porque había un letrero en luces rojas que decía «Urgencias».
Salí del auto y saqué a Ciara en brazos, pero la puse sobre mi espalda de nuevo para que fuera más sencillo cargarla, me puse en marcha hacia la entrada del hospital. Había olvidado al taxista.
- Oiga joven – me vociferó – tiene que pagar...
- Oh, es verdad – saqué el puño de billetes de mi bolsillo – puede venir por el dinero, por favor – tendí la mano con el dinero.
El señor se acercó mirando los billetes sorprendido, ojala que no de mala manera – espero que sea suficiente, lo lamento si hace falta – pasé el dinero a su mano.
ESTÁS LEYENDO
Con la misma silueta.
FantasyEs acerca de Daniel, un chico que vive con su madre en las orillas de un bosque profundo. La historia nos relata la forma en que la vida de una persona puede transformarse en otra completamente diferente, pero con la misma silueta; descubre como Dan...