El gato y la caja (Daniel)

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Encontré a mi madre.

La seguí con la mirada hasta que se sentó frente a nosotros en su escritorio.

- Hola, buenas tardes – dijo ella.

- ¡Mamá! – exclamé y me quedé boquiabierto.

Miró a la chica pelirroja, pero cuando se percató que a quien estaba mirando era a ella, me miró confundida.

- ¿Eh? – emitió mi madre. Los tres me voltearon a ver.

- Tú, eres mi madre – le dije.

Hubo un silencio... creo que era de esperarse que tampoco me recordara, y me resigné, aun no me reencontraría con ella.

- ¿Es tu mamá? – me preguntó Iktan.

- Sí – sentí que mi rostro se encendía, estaba avergonzado.

- ¿Es alguna broma de cámara escondida? ¿Algún programa Iktan? – Rio – Te adelanto chico, que soy estéril – nos informó.

- Le aseguro que yo no tengo nada que ver – se excusó él.

Reí – Lo siento, creí que sería divertido... - morí de vergüenza nuevamente.

- Bueno – se quedó callada un momento - ¿Y a qué vienen?

Volví en compostura y hable - Mi amiga está enferma, creo que de fiebre – me puse serio – es la chica que está acostada por allá en la cama.

- Oh vaya, no la había visto – se levantó del asiento – la examinaré.

Hizo todo ese procedimiento raro que tienen los médicos para inspeccionar a los pacientes, y se sentó de nuevo.

- No es grave – dijo escribiendo en un pequeño bloc de notas.

- ¿Qué es lo que le sucede? – estaba muerto de intriga.

- Tiene fiebre, pero muchas veces no es causada por alguna enfermedad, y este es ese caso – me explicó – parece que es en respuesta de alguna actividad que realizó y fue exhaustivo.

- ¿Entonces está bien?

- Pero está inconsciente – dijo Iktan.

- Sí, pero está bien... solo está muy cansada. Bastará una pastilla y máximo una hora de descanso – me relajé finalmente y me quedé tranquilo sabiendo que no pasaría a mayores.

- Muchas gracias – exhalé fuerte de alivio.

- No hay de que – me dio un papel – es una sola toma, pueden conseguir el medicamento aquí en la siguiente puerta.

- Excelente – dijo Iktan - ¿quieres que les dé un aventón a su casa? – cuestionó.

- Yo iré por la pastilla – me dijo Albry tomando delicadamente de mi mano el papel que me dio la doctora.

- Oh bien, sería conveniente – no sabía cómo proceder ahora.

- Ven acompáñame – tomó en brazos a Ciara nuevamente y salimos – gracias otra vez doctora – dijo mientras salía.

Me detuve en la puerta y volteé a ver a mi madre una vez más – Pronto volveré a casa mamá – mascullé.

Volví a un lado de Iktan casi en la puerta de salida y Albry nos alcanzó también.

- Ya la tengo chico – me entregó la pastilla.

- Gracias – le respondí a Albry.

Llegamos hasta un automóvil deportivo bastante lujoso y Albry abrió la parte de los asientos de atrás.

Con la misma silueta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora