111. "Cosas que pasan"

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La clase de gimnasia comenzó y para calentar la profesora nos indicó que corriéramos alrededor de las canchas de baloncesto durante siete minutos seguidos. La gran mayoría de las chicas se hacían las atléticas frente a los chicos, quienes jugaban un partido en el playón de al lado.

Estaba en medio de una canción, intentando mantener el ritmo a medida que corría, cuando pisé un balón que se me había cruzado en el camino. Fue entre una patada y una pisada, pero eso provocó que mi pie pisara mal y lo torciera dolorosamente. Me senté de cuclillas y ahogué un gemido de dolor. Tomé mi pie el cual palpitaba e intenté moverlo, pero un intenso dolor lo paralizaba.

Un par de chicas pararon a mi alrededor y llamaron a la profesora. En medio de la ronda, dos personas se abrieron paso: la profesora y un chico al cual no le vi el rostro.

—Fue culpa mía—dijo el chico, arrodillándose a mi lado. Lo miré y me sonrió en forma de disculpa—Se me escapó el balón al querer intentar un truco con él.

La profesora echó a las demás y le pidió al chico que me lleve a la enfermería del club. Él asintió y la profesora me palmeó el hombro.

El chico me ayudó a levantarme con cuidado y me quitó la zapatilla. Durante media cancha, ninguno se dirigió la palabra.

—Lo lamento—dijo de la nada. Rodé los ojos y no respondí—¿Cuál es tu nombre?—abrí la boca par responderle, pero me di el pie contra un caño. Inspiré por los dientes y dije un par de palabrotas bajo mi aliento. Mordí mi labio inferior y el chico rió—Perdón. Déjame...—él se detuvo y te alzó cual novia en su noche de bodas.

—¡Ey!—exclamaste. Él sólo sonrió—Por favor, bájame. Es sólo un tobillo torcido.

—Soy Cameron, por cierto.

Suspiraste y te sostuviste con tus brazos alrededor de su cuello. Finalmente llegaron a la enfermería y te bajó con cuidado y delicadeza. Apretó los labios y esperaron a que vinieran a atenderte. Vino un hombre con un botiquín y preguntó que había sucedido. Cameron le respondió casi de inmediato, sin dejar de mirarte.

El hombre te examinó el pie y después de un par de quejidos, dijo que sólo estaba algo inflamado, pero que no era tan grave. Te lo vendó y dijo que lo dejes reposar mínimo tres días. Te dio unos antinflamatorios. Cam le agradeció y te ayudó a salir del lugar. Se sentaron en un banco cercano y te colocó el pie a lo largo de éste de modo que descanse.

¿Quieres algo para beber?—preguntó amablemente.

—No, gracias.

Ahora vuelvo—se fue corriendo y al cabo de unos minutos volvió con un par de botellas y un paquete de galletitas. Te tendió una de las botellas y se sentó en el piso, cruzándose de piernas—En serio lo siento.

—Cosas que pasan. No te preocupes—dijiste con una sonrisa. Le dijiste tu nombre y se quedaron charlando hasta que era hora de irse. Al momento de salir, cuidó que nadie ni nada golpease tu pie. Te abrió la puerta y te acompañó hasta el auto de tu tía (khé).









Cameron Dallas Imagines IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora