Capítulo 1: No me la derrames.

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—Janed, baja rápido. Tu padre está esperando desde hace un siglo.— Dijo mi mamá desde la planta baja de la casa.

—¡Voy!— Respondí elevando la voz lo suficiente para que ella pudiera escucharme.

Iba para la fiesta de dieciséis de mi prima, Arlene. Habíamos crecido casi como hermanas y aunque últimamente no tenía los mejores ánimos para las fiestas, tenía que acompañarla en este día tan especial para ella. Iba vestida de una forma muy sencilla, jeans, camisa brillante y tacones relativamente bajos, acompañados de una fina capa de maquillaje.

Bajé las escaleras y alcancé a papá en la entrada de la casa, esperando por mi.

—Pero, ¿qué tenemos aquí? Toda una adolescente, seguro conquistarás a muchos está noche.— Aseguró mi papá con una sonrisa.

—Sabes que no soy así.— Respondí en el mismo tono pícaro que usé antes.

Llegamos a la fiesta, me despedí de mi padre e ingresé a la casa de mi tía Lea. Era una casa muy grande, estaba rodeada de un enorme jardín. Sería una lástima que terminara destruido después de esta noche, aunque a decir verdad habían algo más de cincuenta personas en el lugar.

Vi a varios adolescentes charlando entre ellos y reconocía una que otra cara. Estaba en búsqueda de Arlene cuándo un chico se me atraviesa por el frente derrama su bebida en mi.

—¡Oye! ¡Mi blusa!— Chillé completamente iracunda.

—Después de todo no era tan linda. Una lástima.— Dicho esto se volteó y empezó a caminar alejándose de mi.
Tomé el vaso de una chica que estaba cerca y sin pensarlo dos veces fui en búsqueda de él.

—Oye, se te olvidaba algo.— Dije mientras tocaba su hombro con fuerza.

—¿Qué?— Respondió él de mala gana.

—Esto—. Y arrojé el contenido del vaso en su camisa. —Tampoco era muy linda—.

Me di la vuelta, y caminé hacía el segundo piso de la casa en búsqueda de Arlene como toda una diva. En mi camino vi a varias parejas en lo suyo. A decir verdad no me interesaba mucho tener una relación. Tenía de experiencia mis intentos de relación pasados. Siempre era yo quien terminaba llorando. Y honestamente mi vida era buena así como estaba. No era popular ni era nerd. Era conocida por muchas personas con más cuáles hablaba en los pasillos y le caía bien a muchas personas. Sin embargo, tenía pocos amigos en cuanto a cantidad se trata pero era muy confiables, y eran años y años de amistad y durante este tiempo habíamos acumulado cientas de aventuras que nos hacían reír como niños al recordarlas.

La vi finalmente en una esquina y la alcancé.

—¡Hola!— Le dije con una sonrisa y la abracé. —Feliz cumpleaños.

—¡Hola! Gracias, qué bien que viniste.— Sus ojos bajaron a mi blusa. —¿Qué le pasó a tu blusa?

—Nada, un estúpido me derramó su bebida. Y después yo hice lo mismo con la mía.— Dije con una sonrisa burlona.

—Ay, Janed.— Dijo ella entre risas. —Ven, vamos a buscar una bebida. No me la derrames.— Dijo con un guiño.

—Ja, ja, ja.— La miré mal y después comenzamos a reír como locas.

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