-Janed, ¿estás despierta? -Dijo papá tocando la puerta de mi habitación.
-Sí, pasa.
Papá entró y se sentó en mi cama mientras observaba todas las cosas que tenía.
-Recuerdo cuándo te compraba muñecas y peluches. Eras tan feliz jugando y siendo rodeada de cosas color rosa. -Dijo papá mirándome con amor, como siempre lo hacía.
-Sip, esos tiempos eran buenos. Gracias por convertir mi infancia en un tiempo maravilloso e inolvidable, papá. Nunca voy a olvidar la infancia tan maravillosa que tuve gracias a ti.- Dije al tiempo que lo abrazaba.
-No te olvides de tu madre.- Dijo en un susurro.
-Shhh, sabes que siempre has sido mi favorito.- Lo besé en la mejilla.
Amaba a mi padre, él sabía entenderme, sabía cuándo darme mi espacio y cuándo insistir por respuestas cuando me veía preocupada por algo.
-Janed, hay algo de lo que quiero hablar conmigo.- Dijo separándose de mi y enderezándose.
-Sí, dime
-A tu edad los adolescentes pueden ser muy impulsivos, suelen pensar que las cosas son para siempre. Y me refiero a las relaciones amorosas, y a lo que estás conlleven. Mi amor, prométeme que cuándo estés saliendo con un chico me lo vas a contar y que vas a ser responsable de tus actos.- Dijo seriamente.
-Claro, no tienes que decírmelo. Sabes que no haría nada que los decepcionara.- Vi como sus hombros se relajaban, él creía en mis palabras.
Papá sonrió, dejándome apreciar sus hoyuelos, que a pesar de tantos años seguían en su rostro para darle un toque de ternura.
-¿Vas a hacer algo hoy?- Preguntó
-No, pensaba quedarme viendo TV todo el día, ¿por qué?
-Vamos a salir, una tarde padre e hija.- Dijo sonriendo, haciéndome sonreír a mi también.
-Claro, tenemos tiempo sin compartir de esa manera.
Pasar la tarde con papá fue mejor de lo esperado. Sus constantes bromas me hacían reír a carcajadas. ¿Qué sería de mi sin este hombre? No se confundan, amaba a mamá pero con ella las cosas no fluían de esta manera. A ella no le podía contar cualquier cosa, ella era más bien apegada a las reglas.
Sin embargo, bastaba con ver a mis dos padres juntos para darse cuenta que se complementan el uno al otro y que se seguían amando como el día en que se casaron, tal vez un poco más.
Un nuevo día comenzaba y extrañamente me sentía emocionada de ir al colegio. Alegremente abrí Spotify y puse a sonar mi playlist favorita. Inolvidablemente inventé coreografía a todas las canciones que sonaron en los diez minutos que tardaba bañándome.
Llegué animada a estudiar y recibí todas mis clases hasta el descanso con entusiasmo, a pesar que no tenía ninguna con mis amigas. Finalmente, en la hora de recreo comencé a hacer la fila para comprar algo de comer en lo que esperaba que Johanna y Arlene llegaran.
-Pss, pss. Pss, pss. Janed, pss.
Oh, genial, la voz me llamaba a mi, mi di la vuelta para ver quién me estaba llamando.
-Hola, ¿no es curioso como la vida se encarga de unirnos? Aunque para decir verdad es como si nos estuviésemos conociendo de nuevo.- Rodé mis ojos.- Estamos cerca de bebidas, podemos repetir nuestro asombroso primer encuentro y derramarnos los jugos encima, o podemos ser mejores personas y sentarnos a hablar civilizadamente.
-¿Preparaste esto en un discurso?- Pregunté fastidiada.
-Qué bien me conoces, belleza.- Dijo sonriendo al tiempo que me guiñaba un ojo
-Primero que todo, no me llames belleza. Segundo, no voy a compartir mi valioso tiempo libre a tu lado. Creo que ya quedó claro que no te tolero. Tercero, ¿cómo sabes mi nombre? Cuarto, ¿qué te hace pensar que quiero socializar contigo?
-Vamos a responder en orden. Te llamo belleza, porque eso es lo que eres. No, no me mires de esa manera, Williams nunca miente. Segundo, creo que vamos a tener que compartir mucho tiempo juntos porque tenemos todas las clases juntas, he cambiado mi horario. -Dijo guiñando un ojo-. Tercero, sé tú nombre porque lo he escuchado en boca de tus amigas cuándo te llaman. Cuarto, te prometo que no te vas a arrepentir de socializar conmigo.
-Hablas demasiado, y para colmo de males te voy a tener que aguantar todo el día.
-Es correcto, mi damisela. -Dijo al tiempo que hacía una extraña reverencia.
-Al menos dime tu nombre.- Dije seria.
-Mi nombre es Federick Williams, y tú eres Janed Thompon.
-Sí, aún recuerdo cuál es mi nombre. -Dije sarcásticamente- Si me disculpas tengo que desistir que tu "agradable" compañía, es mi turno de comprar.
Compré mi comida y dándome una vuelta escaneé el lugar para buscar a mis dos amigas quiénes estaban en una mesa muy lejana. Me apresuré hacia ellas y a medida que avanzaba me di cuenta que sus caras lucían algo preocupadas y asustadas.
-Hola chicas. -Dije al tiempo que me sentaba.- ¿Está todo bien?
Silencio total.
-Arlene. Johanna. Digan algo.
-Hay algo que debo contarte, Janed.- Dijo mi prima.
-Sí, dime. No me asustes más.
-Janed, estoy... embarazada.- Dijo al tiempo que explotaba en sollozos y yo quedaba en estado de shock.
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Esperando
General FictionJaned Thompson nace en el seno de una alegre familia y sin grandes preocupaciones. Su vida, tiene obstáculos como la de los demás. En el camino hacia la felicidad conoce personas, y atrae más obstáculos de los que había pensado podría tener. ¿Qué t...