Capítulo 2: Tiene un chico bipolar en su vida.

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-¡Janed!- Gritó Johanna mientras corría detrás de mi. -¡Espera!

-Johanna, ¿qué ocurre? ¿es lo que me imagino?- Hice una pausa dramática llevando mi mano al pecho y levanté las cejas. -¿Has visto al equipo de baloncesto desnudo?

Johanna se tornó de todos los colores y miró incómodamente al suelo. Tanto Arlene como yo sabíamos la fascinación que tenía ella por uno de los integrantes del equipo. Aunque no sabíamos quién era y no la presionábamos con que nos contara si nos permitíamos hacerle ciertas bromas pesadas respecto a ello.

-No, no vi a nadie desnudo.- Dijo con irritación. -Te quería preguntar si podía quedarme a dormir hoy en tu casa. Ya sabes, pijamada de chicas.

-¡Claro! Sabes que me encantan esas cosas, acompáñame a sacar unas copias y nos vamos a mi casa

En nuestro camino nos encontramos a Arlene y se nos unió hasta que fue hora de despedirnos.

-Chao, Arle. Te vemos mañana.- Dijo Johanna.

-Chao. Hasta mañana, chicas.- Dijo agitando su brazo a medida que nos alejábamos.

-Esperen.- Johanna y yo nos dimos la vuelta. -¿Cómo es eso de te vemos mañana?

-Johanna se va a quedar en mi casa hoy.- Dije restándole importancia

-¿Ust-ustedes planearon una pijamada especial, sin mi?- Dijo acompañado de una cara de tristeza.- ¡De ninguna manera! No permitiré que mi mejor amiga me robe a mi otra mejor amiga. Voy con ustedes

Dicho esto recogió su bolso y se posicionó entre las dos, entrelazando sus brazos con los nuestros.

Llegamos a mi casa y dejamos los bolsos en el mueble de la sala mientras Johanna y Arlene se sientan en la barra de la cocina para esperar a que yo cocine algo. Diez minutos más tarde estamos comiendo sándwich de pollo y jamón con limonada.

Decidimos ver una película pues al fin y al cabo el día era joven.

-Chicas, son las siete de la noche y mi estómago lo sabe. ¿Vamos a cocinar u ordenar algo?- Pregunta Johanna.

-Yo voto por la pizza, y nos quedamos en tu habitación, Jan. Y así hablamos un poco de todo.- Respondió Arlene.

-Perfecto, voy a ordenarla. Mientras vayan lavando los platos. Mi mamá se va a enfurecer si encuentra algo sucio cuándo llegue. -Dije riendome.-
Mamá llegaba a la casa a eso de las 7:30 u 8:00 p.m.

Estábamos en mi habitación, sentadas en el suelo riendo de tonterías, pero podía notar algo raro en la actitud de Arlene, no se reía como lo hacía siempre y a veces parecía en otro lugar.

-Arlene, ¿pasa algo? Te noto distraída. -Dije mirándola a los ojos.- Sabes que puedes contar con nosotros.

-Nada, sólo es que hay algo que quisiera que supieran y quería que me dieran su opinión.- Dijo encogiéndose de hombros.

-Sabes que puedes decirnos lo que sea, te vamos a dar nuestra opinión sincera.- Respondió Johanna sinceramente

-Bueno. -Suspiró pesadamente.- Hay un chico que conocí hace poco en el club de Artes de los jueves, ¿si recuerdan? Bueno, él pinta como los dioses, su trabajo es maravilloso pero extrañamente nunca quiere estar en las exposiciones ni relacionarse con más gente. Es cómo si se estuviera escondiendo constantemente de algo. De hecho, fue un lío que decidiera hablarme, hasta a mi me sorprendió el hecho que lo hiciera. Lo que pasó es que nos comenzamos a sentar juntos y hablar durante la clase y a veces después de ella íbamos juntos por un helado, él siempre ers muy caballeroso. Pero podía darme cuenta que se incomodaba cada vez que alguien de la escuela estaba cerca de nosotros. Era la misma actitud de esconderse de todo que tenía durante las clases. Entonces comenzamos a hablar por teléfono y mensajearnos, todo iba de maravilla. Se me ocurrió que sería bueno que fuéramos a ver uno de los partidos de baloncesto, ya que Johanna dijo que no podía acompañarme y tú estabas de viaje. Cuándo le propuse eso se puso iracundo, yo me asusté porque realmente lo tomó muy mal. Y desde ese entonces es escaso lo que hablamos por mensajes y en persona a penas y nos saludamos. No entiendo qué pasa con él.- Finalizó Arlene con una sonrisa que no llegó a sus ojos.

-No sé qué decirte, es muy raro todo. Él puede ser un chico tímido pero su actitud fue muy rara. ¿Sabes en qué año va o algo de él?- Puntualizó Johanna.

-No.- Dijo Arlene en un susurro.

Yo no lo podía creer, esto era mucho. ¿Cuánto tiempo llevaban ellos conociéndose? Y yo sin saber nada.

-¿Se besaron alguna vez?- Pregunté sólo por constatar mis dudas.

Di que no, no, no.

-Sí, una vez. Fue él quién lo hizo.

-Bien.- Dije con la boca recta.

-¿Qué pasa, Jad?- Dijo Johanna dándose cuenta que detrás de mí estado de sorpresa había algo más.

-Arlene, creí que siempre sería la primera en saber tus cosas. Ambas prometimos eso. Somos familia.- Dije algo decepcionada.

-Janed... Yo, lo siento. No sabía cómo lo tomarías. No sabía cómo contarte todo.- Respondió mi prima con dolor.

-Tal vez si me hubiese contado desde el principio todo hubiese sido más sencillo, ¿no crees?- Dije restándole con la mirada.

-Ya basta, Janed. Entiendo cómo te sientes pero también entiendo cómo se debe estar sintiendo ahora Arle. Tiene un chico bipolar en su vida, y créeme cuando te digo que eso no se lo deseo a nadie.- Dijo Johanna mirándome directamente a los ojos. Más que sus palabras lo que me hizo darme cuenta que tal vez estaba siendo muy dura con mi mejor amiga fue la mirada firme y decidida que ella me brindó.

-Lo siento, Arle. Sólo que esto es demasiado.- La abracé con todo el amor que tenía. Yo adoraba a esta mujer con toda mi alma.- Y respecto a tu chico espera un tiempo si el te vuelve a hablar o se acerca, pero que no sea demasiado. Prométeme que te vas a saber alejar cuándo veas algo en él que te pueda estar haciendo daño, no quiero que nadie te lastime.

-Te lo prometo, cou.- Dijo tomándome de la mano.- Y esto va también para ti, Jo. No quiero que nadie las lastime a ninguna de las dos. Ambas son muy importantes en mi vida y no soportaría verlas llorar por un tipo que no vale la pena.

-Awwws, siempre tan dulce. ¿Qué les parece si vamos a dormir? Mañana tenemos clases y no tengo ganas de andar como un zombie todo el día.- Dijo Johanna con una sonrisa en la cara.

Todas reímos y nos comenzamos a preparar para ir a la cama. Que gracias a los deseos para nada minimalistas de mi madre era suficiente para que las tres pudiéramos dormir a gusto.

EsperandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora