Federick
Luego de terminar de organizar algunas cosas en mi habitación decidí echar un vistazo en mi computador para revisar si tenía mensajes en mis redes. Era algo conocido en varias redes en las cuales contaba con unos cuantos miles de seguidores, usualmente recibo mensajes de chicas que quieren conocerme, pero vamos, seamos realistas. Sólo quieren sexo.
Me gusta que algunas de ellas son directas y me dicen lo que quieres desde el principio, porque considero que también soy así.
Además de lo estúpidamente sincero, también me va bien con las chicas. Aunque no juego con ellas, principalmente porque tengo una hermana menor a la que no me gustaría que le rompieran el corazón, hay veces en las que me permito un juego previo con las chicas, el arte de las conquistas.
Suelen responder ante mis encantos, más que todo a la sinceridad con la que les hablo. Si quiero sólo una aventura, se los digo. Si quiero conocerla más y eventualmente tené algo serio, se los digo.
Janed...
No sé qué demonios pasa con ella, o tal vez qué pasa conmigo. Ella no me da ni la hora, y yo la miró cada instante.
Éramos amigos cuando teníamos entre cinco y seis años. Yo me tuve que mudas y cuándo regresé se había mudado. Por azares de la vida estudiamos en la misma institución pero ella no parece recordarme.
¿Pero en sí qué pasa conmigo? Ya no me interesan otras chicas. Ya no les hablo, no hago nada. Sólo la observo y nada más. Porque ella ni se inmuta.
Papá vino cierto día a la casa, diciendo que tenía que hablar conmigo sobre algo importante. Ese es él, convirtiendo un asunto casi irrelevante en una gran telenovela mexicana. De igual manera, no tenía más remedio que entrar en su estudio y sentarme a escucharlo.
Después de hacerme preguntas triviales sobre cómo iba en los estudios, sobre mis amigos, sobre si había una novia, decidió hablar.
Es algo curioso de papá. Habla sobre la vida, sobre su día. Cosas nada relacionadas con lo que desea contarte. Y después, cuándo menos te lo esperas. Tira la bomba.
Pasó cuando decidió darse un tiempo con mamá. Pasó cuando cancelamos vacaciones en el Mediterráneo. Pasó cuando mi abuela murió.
Y como era de esperarse. Pasó, ahora que pensó que casándome con Janed lograríamos una gran alianza en las empresas.
—Ellos tienen personal, calidad de trabajo y dedicación. Nosotros tenemos dinero y fama. ¿No es la combinación perfecta?— Bah, intentaba relajar el ambiente, cómo si lo que acabará de decir no fuera relevante.
—¿Estás consultando tu decisión o informándome que se llevará a cabo?
Miró hacia un lado. Por supuesto que me estaba informando, ¿cuándo ha sido diferente?
—Ya hablé con los Thompson, incluyendo su hija. Ellos parecen conformes con la decisión. Su hija quedó congelada cuando se enteró, pero por lo que sé que me ha contado Eric, Janed ha entendido la situación.
Janed...
¡Janed!
Esto me daba más oportunidades con ella, al menos de acercarme. Pero, ¿casarme?
—No me voy a casar con ella tan pronto, ¿no crees que debemos conocernos, graduarnos, empezar la universidad?
—Eso mismo dijo ella, sin embargo es mejor que sean ustedes dos quién decidan. Pero como el dueño de nuestra empresa y considerando el bien de la empresa Thompson te sugiero que entre más pronto pase, mejor. Se consolidaría la alianza.— Sonaba razonable.
Y para ser completamente honestos, no me disgustaba la noticia. Ya hablaría con Janed el lunes. Bueno, al menos lo intentaría.
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Esperando
General FictionJaned Thompson nace en el seno de una alegre familia y sin grandes preocupaciones. Su vida, tiene obstáculos como la de los demás. En el camino hacia la felicidad conoce personas, y atrae más obstáculos de los que había pensado podría tener. ¿Qué t...