Capítulos 12 y 13

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Lunes 3 de septiembre de 2007, 19:23

Interrogatorio telefónico

Ya está. No se lo ha tomado muy bien y me ha llamado loco —entre otras cosas—, pero ya está hecho. 

He llamado a Sara hace un rato con la idea de contarle cómo se había desarrollado todo y explicarle las razones que me habían llevado a ello, pero antes de poder decir nada me ha empezado a avasallar con sus preguntas:

—¿Dónde está? ¿Por qué no me ha llamado? ¿Cuándo ha vuelto? He intentado llamarle pero no coge su móvil ni el teléfono de casa. ¿Dónde ha estado? ¿Está bien? ¿Has hablado con él…?

—No sé nada de él —la he cortado, aprovechando que se tomaba una pausa para tomar aire.

—¿Cómo dices? —ha preguntado a continuación con incredulidad, alzando un poco más la voz. Luego se ha callado. Casi podía escuchar a través de la línea el run run de su cerebro pensando a todo gas, tratando de asimilar mis palabras.

—Pues eso —he contestado segundos después, intentando transmitirle con mi tono de voz toda la tranquilidad y seguridad que podía—, que Dani no ha vuelto. Ni siquiera sé dónde está. Sigo a la espera de noticias suyas. Como tú. Como todos.

Sara ha permanecido en silencio durante lo que me ha parecido una eternidad, y a continuación ha llegado la pregunta que yo esperaba y temía:

—Entonces… Si Dani no ha vuelto… ¿quién es el que…?

Otro silencio ha seguido a esa pregunta inacabada y, al fin, cuando ha atado todos los cabos, ha soltado un taco. Ya lo sabía.

A continuación me ha llovido una bronca de veinte minutos que he aguantado estoicamente, más unos cuantos insultos y reproches, y me ha colgado el teléfono.

Dejaré pasar un par de días y la llamaré para invitarla a tomar algo y hablar con calma del asunto. Espero que, para entonces, se le haya pasado el cabreo.

Martes 4 de septiembre de 2007, 15:02

Vulnerable

Esta noche, mientras patrullábamos, hemos estado hablando Carmen y yo sobre lo sucedido con Sara ayer y de lo que podemos esperar a partir de ahora. Cuando empezamos con esto no pensamos en las consecuencias, ni siquiera nos planteamos la posibilidad de que los medios se volcaran tan rápidamente en nosotros. Solo pretendíamos ayudar a la gente, continuar el legado que nuestro amigo había dejado.

Ahora, además de seguir con nuestra labor en las calles, debemos tener muy presentes a todos aquellos que conocían el secreto de Daniel. En cualquier momento puedo recibir otra llamada, o incluso una visita, y debo estar preparado.

Me siento muy vulnerable ahora mismo, y no me gusta.

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