Capítulo 34

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Sábado 29 de septiembre de 2007, 17:43h

El primer fan

Esta noche no habría sido muy distinta de la de cualquier otro viernes si no fuera porque he firmado mi primer autógrafo.

Serían la una y algo de la madrugada y estaba junto al mercado de La Boquería atando a un ladrón de bolsos a una columna cuando, casualmente, ha aparecido una pareja de la policía local pillándome en plena faena. Su primera reacción ha sido, al verme inclinado frente a un tipo inconsciente, darme el alto y apuntarme con sus armas reglamentarias. Así que, lentamente y siguiendo sus indicaciones, me he levantado separando las manos del cuerpo y luego me he girado hacia ellos. Eran un hombre y una mujer y, aunque él aparentaba ser algo mayor, los dos eran bastante jóvenes.

—¡Joder! —ha exclamado él cuando me ha visto de frente. En su rostro he visto reflejada la sorpresa al reconocerme y su compañera le ha mirado de reojo, frunciendo el ceño sin comprender. Yo he seguido en silencio y quieto como una estatua.

—¿Qué pasa, Jordi? —ha preguntado ella al ver que su compañero empezaba a bajar el arma.

—Es él.

—¿Él? ¿Quién?

—«Post-it. El Justiciero del Post-it» —ha dicho él en un murmullo, guardando el revólver en su funda —. Guarda tu arma, Elisa, es de los buenos.

La agente dudaba, mirando a uno y a otro sin atreverse aún a bajar el revólver. Le he dirigido la mejor de mis sonrisas sin darme cuenta de que el pasamontañas que me cubría la cabeza le impediría apreciarla y luego, al darme cuenta, me he sentido idiota.

—¿No ves la tele ni lees los periódicos? —ha preguntado él levantando el tono de voz, aparentemente molesto, y dando dos pasos en dirección a ella se ha situado frente a su revólver y ha añadido:

—¡Este tipo es un puto héroe! ¡Es famoso! ¡Baja el arma, por Dios!

—Sé quién es el Justiciero del Post-it —ha murmurado ella entre dientes, sin dejar de mirarme a los ojos por encima del hombro de su compañero —. Pero cualquiera puede vestirse de negro y ponerse un ridículo pasamontañas. ¿Qué te hace estar tan seguro de que es él?

El agente ha bufado, ya visiblemente cabreado y, dando un paso a un lado, ha señalado justo detrás de mí al tipo que empezaba a recobrar el conocimiento. Luego ha dicho:

—El post-it que lleva ese capullo pegado en la frente.

Después de esposar al ladrón y meterlo en la parte trasera del coche patrulla, los dos agentes se han vuelto a disculpar. Por cuarta vez. Y yo les he vuelto a repetir que no pasaba nada, que solo cumplían con su deber. Carmen ya llevaba unos minutos cachondeándose en mi mente y yo me estaba poniendo cada vez más nervioso.

            Disculpándose por quinta vez, se han metido en el coche y la chica, sentada al volante, ha arrancado el motor. Y justo cuando parecía que al fin se iban a ir y yo empezaba a alejarme del lugar, la voz del agente me ha llegado de nuevo pidiéndome que esperara un segundo, seguida por el sonido de la puerta del coche al abrirse y el de unos pasos rápidos que se acercaban a mí.

            Me he parado y me he dado la vuelta, intentando disimular mi impaciencia. Él ya estaba junto a mí, con un bloc y un bolígrafo entre las manos.

            —¿Podrías firmarme un autógrafo para mi niño? —ha preguntado, casi en tono de súplica —. Es tu mayor fan.

Y el primero, he pensado un minuto después con una sonrisa de satisfacción y orgullo en los labios, mientras observaba alejarse el coche patrulla calle abajo. Una sonrisa que nadie podía ver, pero que allí estaba, bajo aquel ridículo pasamontañas.

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