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*Narra Frank*

Una vez más, caminaba por el oscuro cementerio en busca de una tumba. Como todas las noches, sentía como si alguien me observara, pero supuse que era mi imaginación.
Llegué a una tumba con el nombre de "Linda Iero" y me tumbé a su lado.

-Buenas noches mamá-susurré-hoy no hay ni una nube en el cielo, ¿no te parece fantástico?

Un silencio únicamente acompañado del ruido de mi respiración se llevó mis palabras. Tenía los ojos clavados en el cielo recubierto de estrellas, y encontré una al lado de la luna que jamás había visto.

-Vaya, nunca había visto esa estrella-murmuré señalándola con mi dedo índice.

Aquella estrella cada vez se hacía más grande. Ese astro no brillaba como los demás, tenía una luz especial, no podría describirlo.
Continué observando como se hacía más grande hasta que simplemente desapareció. Fruncí el ceño extrañado, y cerré los ojos para seguir hablando con mi madre.

-Últimamente todo es una rutina: siempre me despierto a la misma hora, camino por las mismas calles y veo los mismos programas de mierda. Además, en el instituto hay un idiota que se cree que puede insultarme solo porque soy bajito. Maldito Bob Bryar...

Un ruido estruendoso interrumpió mi conversación con Linda. Provenía del bosque.
Me levanté rápidamente y corrí hacia los árboles, bastante alarmado. Caminé silenciosamente por el oscuro bosque, hasta que a lo lejos, en un claro, vi a dos hombres de espaldas mirando una gran máquina. Uno de ellos tenía el cabello de color rojo brillante y el otro era medio rubio.
Me acerqué un poco más y logré escuchar su conversación.

-Vaya... Este sitio es hermoso...-dijo el chico rubio mirando a los árboles.

-Te dije que merecía la pena venir-respondió el otro dándole una palmada en la espalda al rubio.

Entonces decidí aparecer ante ellos.

-¿Qu-quienes sois?-grité asustado empuñando un palo.

Ambos se dieron la vuelta y el pelirrojo puso cara de asombro. El rubio se dirigió al otro y le sonrió.

-Que buena suerte tienes, tío-dijo riendo.-Me llamo Mikey Way y él es mi hermano Gerard Way.

Los ojos de Mikey eran de color marrón claro, sin embargo los de Gerard eran de un bonito color azul cielo. Los miré a ambos boquiabierto, hasta que otra pregunta salió de mis labios.

-¿De dónde habéis salido?-dije agarrando el palo con más fuerza.

Esta vez fue Gerard quien respondió.

-Somos habitantes de Kenth, creo que aquí lo llamáis Marte.-su voz sonaba suave y hermosa-Hemos venido en la nave para curiosear un poco por aquí y... ¿Podrías bajar el palo?

Tiré el palo al suelo y volví a mirarlo. Esta vez sus ojos eran verdes como esmeraldas.

-¿Cuál es tu nombre, humano?-preguntó Mikey mirándome con curiosidad.

-Frank Iero. Tengo una pregunta sencilla... ¿POR QUÉ COÑO VUESTROS OJOS CAMBIAN DE COLOR?

Ambos rieron a carcajadas ante mi ataque de nervios.

-Los habitantes de Kenth somos capaces de cambiar el color de nuestros ojos según las emociones que tengamos-explicó Gerard una vez que se calmó-por ejemplo, cuando nos sorprendemos o asustamos se vuelven de color azul claro.

Los miré con curiosidad durante unos segundos, hasta que me fijé en la ropa que llevaban. Ambos llevaban una túnica negra con un cinturón amarrado en la cintura, el de Mikey marrón claro y el de Gerard verde esmeralda.

-Estos cinturones tienen el color normal de nuestros ojos para que no lo confundan con alguna emoción-dijo Mikey como si me hubiera leído el pensamiento.

Asentí, pensativo. Todo esto era muy raro, pero lejos de estar asustado estaba emocionado.

-¿Dónde vais a dormir?-pregunté mirando la nave, la curiosidad me carcomía por dentro.

Se miraron entre ellos y volvieron a reír. Fruncí el ceño.

-¿Qué es tan gracioso?

-No necesitamos dormir, tenemos unos dispositivos que nos suministran energía las veinticuatro horas del día-respondió Gerard con su suave y hermosa voz mientras se arremangaba la túnica. En su brazo izquierdo, bajo la pálida piel, parpadeaba una pequeña luz roja y blanca.

Asentí suavemente y miré la hora en mi reloj de pulsera. Era medianoche y yo debía ir a casa, ya que al día siguiente tenía clase.

-Debo ir a casa y...

-¡Madre mía! ¿Qué es ese objeto?-Mikey señalaba mi reloj con una expresión de sorpresa. Los ojos de los hermanos Way eran de color azul claro.

Esta vez fui yo quien soltó una carcajada.

-Esto se llama "reloj" y sirve para saber que hora es. Esta manecilla significa las horas-señalé la aguja pequeña y luego la grande-y esta significa los minutos.

Ambos observaban con curiosidad y, por la cara que pusieron, supuse que no habían entendido mis palabras.

-¿P-puedo cogerlo?-preguntó Gerard con timidez. Sus ojos eran una mezcla de azul y amarillo.

Asentí con una sonrisa y se lo entregué. Al rozar su mano noté que me ruborizaba, su contacto era muy cálido. Los hermanos miraban con curiosidad el reloj, yo les miraba con curiosidad a ellos.

Al cabo de unos segundos, el pelirrojo me tendió el reloj. Me lo coloqué en la muñeca y los miré a ambos.

-Me tengo que ir porque mañana tengo que ir al instituto, así que... Adiós.

Les dediqué una sonrisa torcida y comencé a andar en la dirección contraria.

-¡Espera!

Me di la vuelta al escuchar la voz de Mikey. Se acercó rápidamente a mí, dejando a su hermano atrás.

-¿Qué ocurre?

-Verás...-Mikey tenía los ojos amarillos-Aunque no necesitemos dormir... Sí que necesitamos... Alimento, cosa que no tenemos...

-Ajá, ¿y?-comenzaba a impacientarme, ya que quería llegar a casa cuanto antes.

-¿Podríamos quedarnos en tu casa?

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Jeloouu!! <3

¡Primer capítulo! ¡Yay! Espero que os haya gustado :3

¿Qué hará Frankie? ¿Le dirá que sí a Mikey o lo mandará a la mierda? ¡Hagan sus apuestas! c:<

Adiós zanahorias!!

Alien Eyes~FrerardDonde viven las historias. Descúbrelo ahora