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Changes are 'good'


Una parte de LuHan está asustada, en todas las letras, porque una persona más sabe su 'extraña condición'. No se avergonzaba de llevar adelante la vida que llevaba dentro, en realidad le hacía muy feliz, pero era un terreno en el que simplemente no podía sentirse seguro. No era normal, la gente jamás solía reaccionar con pasividad y tranquilidad a las cosas que no consideraban 'normal', si no tomaba las precauciones necesarias, el abanico de consecuencias que se abría era gigantesco y con opciones muy sombrías si le daba más espacio a su imaginación. Definitivamente, LuHan, estaba un poco ansioso, a él no le gustaba cuando las cosas no estaban bajo las riendas de su control, se sentía caminando descalzo en un piso lleno de trozos de vidrio, sumido en la oscuridad, escuchando voces por todos lados. La situación simplemente se estaba volviendo terrorífica.

Evitando que siga comiéndose la cabeza, su vejiga clama atención. Su pequeña alubia le está dando el buenos días, ordenándole que corra al baño a la voz de ya, porque se le ha ocurrido apoyarse en su pobre órgano. A LuHan no le sorprendería que su alubia se convirtiera en un futbolista como él. 

No fue muy costoso hallar el baño. El... ehem, el padre de su bebé -un estremecimiento recorrió a LuHan-, tenía en su habitación un baño personal. El cual, LuHan se dio el gusto de conocerlo a fondo, notando que había una gigantesca bañera con aberturas para hidromasajes, era casi un jacuzzi, si es que no era uno ya. También vio una cierta cantidad de productos de cabello. Y a LuHan jamás se le había ocurrido una brillante y eximia idea en su vida. Era el genio del universo.

Una macabra sonrisa se hizo lugar en sus facciones, sus dedos se cerraron en una de las tapas de un pote. Era momento de iniciar su venganza contra SeHun. El hombre no podría ni imaginarse de sus maquíavelicos planes en su vida. Además, LuHan, necesitaba liberar el estrés acumulado, eso le decían todos, que no era bueno para su bebé que estuviera sometido a presión, ésta era la llave para soltar todo. 

—Infeliz —siseó LuHan. La sonrisa no se borró de su rostro, cuando cogió un aceite corporal y lo vertió en el contenedor del shampoo. Sin bastarle aquello, meneó la botella hasta que la mezcla se hizo -en lo posible- homogénea. Habían tantos productos para mezclar, para hacer mil maravillas. LuHan sintió que había tocado el paraíso con los dedos—. Por tonto —calmó a su conciencia, diciéndole a ella que estaba bien lo que hacía, que SeHun se lo merecía por jugar con su cuerpo y dejarle una consecuencia- una consecuencia que adoraba con cada molécula de su ser, pero eso no tenía porque ser relevante en ese instante.

Lo estaba disfrutando, gota a gota, gramo por gramo. 

De sólo imaginarse la expresión de SeHun al sentir que su loción, ahora, era una mezcla de espuma con crema exfoliante con olor a coco- ¡Oh! LuHan ya podía oír un grito para nada masculino. SeHun bañándose con las mixturas del maestre LuHan, especializado en dañar cualquier cosa que tuviera que ver con SeHun para hacerlo sufrir. Podía verlo claramente, como si estuviera pasando delante de sus narices. Él con las cejas alzadas, claramente cogido con la guardia baja... y SeHun desnudo se filtró entre sus pensamientos crueles. SeHun siendo empapado por las pequeñas gotas de la ducha, escurriéndose y lamiendo cada parte de su piel, desde sus pectorales, acariciando su abdomen, algunas quedándose colgando en su ombligo, otras delineando la 'v' que iba dando la bienvenida a su pelvis. Fuertes brazos moviéndose para remover el desastre que LuHan crearía en su cabello, marcando cada tendón y vena. Su mirada oscureciéndose por el enfado y desconcierto que sentiría, mechones mojados cubriendo sus ojos haciéndole ver más lúgubre. Mirándole directamente.

En cuestión de segundos, LuHan se encontró a sí mismo, pasando saliva y su rostro fundiéndose en capas de matices rojizos y rosáceos. Considerando que todo su trabajo estaba hecho y como siguiera sentado en la fría cerámica, su alubia se quejaría, ni hablar del dolor de espalda que le causaba estar en una posición mucho rato.  Descargó su propósito al haber estado ahí, se lavo las manos, se echó ciertas cantidades de agua al rostro, queriendo  -obligándose- a disipar los pensamientos emergidos en su mente.

Two to nine; HunHanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora