capitulo 11

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Ugh, como odio el embarazo. Tres meses y medio y este frijolito me hace engordar. Además, desde ayer tengo antojo de algo asqueroso. Y no, no es popó.

Es...mayonesa. Lo más asqueroso del mundo.

El chico de tatuajes tiene buen corazón, siempre, todos los días antes de dormir le cuenta a nuestro bebé lo que hizo durante el día. A decir verdad, no me lo imaginaba incluso rechazaba a este bebé cuando me enteré, pero con él pasar del tiempo, ahora no me imagino sin mi barriguita.

Stephen ya casi no sale por quedarse en casa conmigo y el bebé...desde que lanzaron un papel de amenaza envuelto en una roca por la ventana, se ha vuelto...paranoico.

Y tengo una idea de quién puede ser...

Brent, un chico que en secundaria comenzó a gustarme (él era mayor de edad y yo una renacuaja) y luego cuando yo ya tenia novio intentó violarme durmiéndome con cloroformo, atandome a una cama. Obvio me encontraron antes de qué pudiera meter su pan en mi horno...¿pero quien sabe si no me toqueteó?

Y quizá diran "pero eso pasó hace ya tiempo, que bobada", bueno, el año pasado intentó darme con una bala en la sien. Lo más probable es que me haya mandado a vigilar por sus matones y esté enterado de frijolito.

Mañana tengo hora con mi ginecólogo. Es el ultrasonido y mi primera ecografia. Se acerca el día del padre y yo no sé qué hacer para Stephen, ni siquiera puedo salir.

Pasé el vestido negro por mí cabeza y dejé que cayera solo por mi cuerpo. Busqué en mi closet mis calzas cortas para ponerlas debajo. Después de todo, es lo único que me queda bueno. He subido considerablemente mi peso, me he cortado el cabello y compré zapatillas nuevas, todas vans. Todo esto en un mes.

-Amor? Ya estás?- preguntó él chico de tatuajes tras la puerta.

-Si quieres pasa y aprovechas de buscar mis vans negras con tachas- dije tirándome a la cama. Escuché la manija de la puerta y como removía las cosas buscando mis zapatos. Se subió a un banquito y rebuscó por sobre el inmenso closet.

-Scatha, dime, ¿por qué siempre encuentro tus zapatos sobre el closet?- preguntó bajándose del banquito con los zapatos en mano

-Hummm...¿por qué té gusta ser spiderman?- pregunté haciéndome la divertida

Estábamos solos en la casa, bueno, con su hermana pequeña de 17 años que llegó a casa hace un mes (la cual me llevo a una fiesta el día anterior y terminamos siendo amarradas al coche para volver a casa) y Jefferson.

Escuché como rechinaban las ruedas de un coche al frenar justo fuera de casa. Me acerqué a la ventana con cuidado.

-EMMILY, JEFFERSON!- grité a todo pulmón mientras veía que forcejeaban el enrejado

Subieron corriendo las escaleras, Emmily se tiró a los brazos de su hermano mayor asustada mientras que Jefferson cerraba la doble puerta de mi cuarto. Cogí una chaqueta y me calcé las zapatillas justo al momento que derribaban la puerta de entrada. Quité el cuadro de la pared, abrí la puerta  incrustada en esta y comencé a bajar. Me siguió Emmily, luego Jefferson y al final Stephen. Llegamos al garaje (hasta donde llegaba la escalera) y antes de abrir la puerta incrustada en la pared, pegue mi oído. Nadie, ahora, a correr.

Abrí con rapidez y salí esperando a Emmily. Cuando estuvo fuera, le dije que hiciera silencio y me siguiera con cuidado. El garaje es bastante grande como un estacionamiento de supermercado, por ende, muchos lugares donde esconderse y el auto de Stephen era el mas cercano.

Todo ocurrió rapidísimo. Se oyó un disparo, Stephen me cargó en sus brazos y echó a correr a su auto mientras que detrás venía Emmily en brazos de Jefferson.

STEPHEN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora