Capítulo 2: Los Camphell.

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—¿Nos vemos mañana?—Le pregunto a Daniel cuando llegamos a mi casa(mi casa esa cerca de la suya así que nos fuimos caminando)

El sonrió y me abrazo—Sabes que si.—dijo sin soltarme aun, me separe de él y con un gesto me despedí de él por ultima vez para luego entrar a mi casa.

Al entrar con lo primero que me encontré fue con mis hermanos en la entrada esperándome.

Samuel, Adrián y Lucas. Los tres cruzados de brazos mientras me lanzaban una mirada reprobatoria.

Él primero en hablar fue Adrián:—Llegas tarde.—dijo mi mellizo, él al igual que yo es pelirrojo y ojos verdes y tiene 17 como yo(obvio somos mellizos)

—Son las 9:40 PM. Ya casi las 10:00 PM.—le siguió Samuel, él también es pelirrojo solo que sus ojos son cafes y es él menor de los cuatro.

—Estabamos preocupados, sabes que tienes que venir antes de las 8:30 PM.—terminó Lucas. Él es el mayor de todos tiene 24 y también es pelirrojo y ojos verdes, trabaja pero sigue viviendo en casa porque según él "Nos ama demasiado como para dejarnos" aunque todos sabemos que es porque aún no esta listo oara vivir solo.

—Tranquilos estaba con Daniel.—les Sonreí tratando de calmarlos pero seguían en la misma posición y comenzaron a enumerar las cosas que me pudieron haber pasado. Yo solo rode los ojos ante su actitud.

Estaba a punto de comenzar a decirles que exageran todo cuando mi papá—él es cabello castaño y ojos verdes--llegó donde estábamos y les dijo:—Vamos chicos, ella esta lo suficientemente grande para salir, dejenla. Además, esta con Daniel...saben que él la cuida.

Le Sonreí agradecida.—Gracias, papá.

—¡Pero papá! Ella es la bebé de la casa, tenemos que cuidarla.—exclamaron los tres a unisono y yo rodé los ojos.

¡Que haré con ellos! Pero aun así los amo.

—Se equivocan, el menor aquí es Samuel.—replique señalándolo.

Ellos siguieron quejándose con papá diciendo que no era un buen padre y bla, bla, bla.
Antes de que la cosa se pusiera peor, logré escaparme a mi habitación sin que me vieran. Lo cual fue un poco fácil ya que estaban tan distraidos discutiendo que ni me notaron.

Al llegar simplemente me tiré como peso muerto a mi cama y me dormí pensando en cual seria mi siguiente movimiento para que Fabián me deje de ignorar.

Fabián me ha gustado desde que estaba en octavo grado, cuando tenía 15.

Y a pesar de que soy la mejor amiga de su hermano y de que he hecho miles de cosas para llamar su atención...
Nunca. Y cuando digo nunca es, nunca. Me ha hablado. Ni siquiera me ha dirigido una mirada. ¡Nada!

Lo peor de todo es que yo sigo aquí como masoquista atrás de él, más patética no puedo ser.

Soy una desgracia.

¡Hablame Fabián!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora