Capítulo 4. ¡Acatar órdenes!.

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Ya habían pasado algunos días desde que empecé a vivir como un vampiro y era muy difícil mantener la calma, ya que todavía no había bebido sangre humana, solo bebí sangre animal al inicio de la trasformación, esto para poder completar dicha transición, pero mi energía y fuerza eran débiles y pronto necesitaría de sangre humana para poder defenderme y empezar con el entrenamiento para adquirir la fuerza que mi cuerpo necesita para sobrevivir.

Tenía tiempo que no veía la luz del día, mi habitación no tenía ventanas, sólo una puerta y según mi creador era todo lo que necesitaba en una habitación, pero si lo pensabas bien al ser un vampiro eso era lo que se requería para sobrevivir, realmente quería salir de la habitación, por lo menos quería ver aunque sea un instante la luz brillante del sol, pero para mí mala suerte saliendo de mi cuarto no había más que una gran reunión de vampiros.

Carlos, mi creador solo me observó y antes de que pudiera decir o hacer algo un vampiro se abalanzo hacia mí y con tal impacto llegue hasta el otro lado del pasillo, me tomo del cuello y me alzó lo más alto posible sobre su cabeza y antes de que me pudiera tener en su poder, Carlos lo lanzó por los aires haciendo que cayera estrepitosamente al suelo, produciendo un sonido sordo por todo el castillo.

Mientras tanto yo yacía en el mismo lugar de donde me había tomado, pero en el suelo. Me dolía mucho la cabeza y no podía enfocar las cosas que estaban a mi alrededor, al final me desmaye y ya no supe más, al no haber ingerido sangre humana no tenía la fuerte para ni siquiera zafarme de su agarre.

Desperté acostada en mi cama, tenía la cabeza y parte de la espalda vendadas, me dolía todo, sí que había sido fuerte el golpe que me había dado. No sabía cómo es que había llegado hasta mi habitación, pero supuse que Carlos me había traído hasta aquí.

-¿Cómo te sientes mi niña?.– No era su niña, tenía un nombre.

-Creo que bien, pero no me acuerdo muy bien que fue lo que pasó. ¿Alguien me podría decir?.- Pregunte casi después de terminar la anterior frase.

-Yo te diré que pasó.- Alguien entraba a mi cuarto, era un hombre extraño, fornido y de una tez muy pálida que provocaba miedo tan solo con su mirada.

-Señor Gabriel, no esperábamos su visita, ¿En qué podemos ayudarle?.- Pregunto una de las empleadas que me cuidaban, pero él solo me veía.

-¿Por qué nunca haces lo que se te pide? Fue una sencilla orden la que te dio Carlos, ¡¡¡NO SALGAS DE TU CUARTO EN EL DÍA!!!... ¿Acaso es muy complicado acatar sus órdenes?.– Al parecer le preguntaba a todos los que estaban en la habitación cuidándome.

-¡NO!- Todos contestaron al mismo tiempo. Yo no pude decir una palabra, realmente se le veía en los ojos lo enojado que estaba y eso daba miedo, no sabía que decir.

-Ya no diré más, cuídenla y no la dejen salir de la habitación hasta que yo lo apruebe, mientras tanto Carlos encárgate de Mizar y de su entrenamiento, en estos días no he visto un progreso en él debido a tu dedicación con esta chica.– Y diciendo lo último salió de la habitación, sin ni siquiera voltear a verme.

-No te preocupes, solo está preocupado por ti, por los demás y por nuestro secreto ante los humanos de nuestra existencia y para él la única manera que encuentra para no demostrarlo es su enojo.– Una voz me tranquilizaba, se parecía tanto a la de mi madre, pero sabía que no podría ser la de ella.

-¿Cuál es tu nombre?.- Le pregunte a la extraña que me acogía con sus palabras de aliento.

-Soy Rosanne Revoj, soy prima lejana de tu madre.- ¿Qué? Mi madre nunca me había dicho que tenía una prima lejana y menos que fuera vampiro, pero el cansancio no me dejó seguir con las preguntas y entre en un profundo sueño, aunque creo que fue inducido.


La Transformación. [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora