A diferencia de sus predecesores, el padre de Jessica se marchó de Blackwick por el bin de su hija. Sin embargo, y sin que ella lo supiese, regresaba año tras año atraído por la llamada de los tenebrosos pasillos del viejo castillo, por el escuro páramo y la melancolía de los bosques de pinos. Y fue entonces cuando se dio cuenta que ni su hija ni él se salvarían de la maldición y, ya en el lecho de muerte, le advirtió de cuál iba a ser su destino.
Esta es la historia que Jessica le contó al hombre que deseaba hacerla su esposa, y él, como habría hecho cualquiera, le quitó importancia; todo aquello no era más que una superstición inocente, fruto del delirio de una mente cansada. Y, al final, como ella le amaba con todo su corazón y toda su alma, Davenant consiguió que Jessica pensara como él; le quitó aquellas ideas enfermizas de la cabeza, así es como él las llamaba, y logró que aceptara casarse con él.
–Haré todo lo que quieras –le dijo–. Estoy dispuesto a irme a vivir a Blackwick, si es lo que deseas. ¿Penar que eres una vampira? No he escuchado una tontería así en toda mi vida.
–Padre decía que me parezco mucho a Zaida, la bruja –añadió ella. Pero él silencio sus palabras con un beso.
Y, así, se cansaron y fueron a pasar la luna de miel fuera del país. Llegó el otoño, y Paul aceptó una invitación para ir a pasar la luna de miel fuera del país. Llegó el otoño, y Paul aceptó una invitación para ir a pasar unos días a Escocia y participar en la caza del urogallo, deporte que adoraba. A Jessica le pareció bien. No había ninguna razón para dejar de hacer lo que más le gustaba.
Quizá no fue lo más indicado marcharse a Escocia pero, en aquel momento, la joven pareja, más enamorados que nunca, había dejado ya atrás sus miedos. Jessica rebosada de salud. En más de una ocasión le repitió a Paul que, si alguna vez pasaban cerca de Blackwick, le gustaría ver el viejo castillo, sólo por curiosidad y por demostrarse a sí misma que había conseguido vencer los estúpidos miedos que solían asaltarla en el pasado.
Paul estuvo de acuerdo y, así, un día que no se encontraba muy lejos, se dirigieron a Blackwick; allí se encontraron con el administrador y le pidieron que les enseñase el castillo. Era un gran edificio almenado. Con el paso de los años había ido adquiriendo un tono grisáceo, y en algunas partes estaba a punto de venirse abajo. Se alzaba en la ladera de una montaña, con la que llegaba a confundirse; a unos cincuenta metros más abajo había una caída de agua de un arroyo. Los MacThane jamás hubiera imaginado una fortaleza mejor. Por detrás, subiendo por la ladera de la montaña, había oscuros bosques de pinos, entre los que sobresalían, aquí y allá, escarpados riscos de caprichosas formas humanas, que parecían montar guardia sobre el castillo y la angosta garganta, único medio de llegar a aquél. En esta garganta siempre resonaban misteriosos sonidos. El viento se escondía allí e, incluso en los días calmos, corría arriba y abajo como si buscase una salida. Gemía entre los pinos y silbaba entre los peñascos; gritaba con una risa burlona e invadía las rocosas alturas. Parecía el lamento de las almas perdidas. Así lo llamaba Davenant: el lamento de las almas perdidas.
¡Y el castillo! Aunque Davenant empleó contadas palabras para describirlo, todavía puedo ver aquel tenebroso edificio dibujado en mi mente. Parte del horror que contenía invadió mis pensamientos. Quizá fue la clarividencia lo que me ayudó porque, mientras él hablaba, tuve la sensación de haber visto antes aquellos amplios vestíbulos de piedra con sus largos pasillos, oscuros y fríos incluso en los días más luminosos y calurosos, aquellas habitaciones oscuras y cubiertas de madera de roble, y la escalera central desde la que uno de los primeros MacThane mandó a una docena de hombres a caballo salir a perseguir a un ciervo que se había refugiado dentro del recinto del castillo. El castillo tenía también una torre del homenaje, cuyos gruesos muros permanecían intactos al paso del tiempo y, en sus sótanos, había mazmorras que podrían contar terribles historias de injusticia y dolor.
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Diccionario Demonológico
De TodoDiccionario demonológico o infernal ¿quién es quién en los Infiernos? ¡¡ ADVERTENCIA!! EL diccionario demonológico está basado más en la mitología y la poesía que en la convicción de que tales prodigios sean posibles. En lo que sí creemos es que...