Entrada al inframundo.

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-Díganos por donde debemos comenzar – dijo Jefferson.

Las tres brujas sisearon y cuchichearon. Gerald no había visto más que la silueta de las dos brujas en la oscuridad y sentido a la tercera tras él, pero cuando las tres brujas tomaron lugar frente a ellos, a la luz de las velas casi cae desmayado.

Las brujas eran pequeñas, medían apenas un metro y cuarenta de estatura, pero él pensó que era más bien porque se encorvaban, tenían la piel de un tono grisáceo y parecía carcomida y viscosa, lo que más lo alteró era que las brujas no tenían ojos, solo los oscuros y profundos hoyos en donde deberían haber estado. Aun así las brujas parecían verlos, sabían en dónde estaban y que hacían, no, esperen, una si tenía un ojo. La que había estado tras ellos, esa solo tenía una cuenca aun con el ojo, estaba en el medio de su frente, era una visión horrorosa.

Miro a Jefferson quien tenía el ceño fruncido, pero por lo demás lucía muy tranquilo a diferencia de Gerald quien solo quería salir corriendo de ahí.

-Tendrán que pasar por muchas pruebas, obstáculos, terribles obstáculo pero... al final lo lograran – dijo la bruja con el ojo.

-¿Estás segura? – le pregunto la segunda bruja.

-Sí, siempre y cuando no se dejen llevar por sus miedos, siempre y cuando permanezcan fieles a su misión.

-Siempre permaneceré fiel a mi misión – dijo Jefferson.

Gerald lo pensó, su misión, su misión era destruir a Medusa y aquí estaba, a punto de arriesgar su vida para tratar de salvarla, en realidad, estaba renunciando a su misión.

Se lo planteó de nuevo, no, no estaba renunciando a su misión, simplemente su misión había cambiado con las circunstancias, le habían mandado matar a Medusa y lo haría, mataría al monstruo, liberando a la doncella en el proceso.

-Entrarán por la guarida de Medusa, hay un pasadizo al inframundo en su cueva. – dijo la bruja.

Jefferson lo miró y esbozó una sonrisa de lado.

-El camino será peligroso, pero ustedes dos son jóvenes de buen corazón – dijo la segunda bruja.

-Cuando obtengan el agua vendrán aquí, nos la darán y les daremos las respuestas que quieren.

Respuestas, Si, por eso venían, Gerald necesitaba saber cómo... como complacer al rey Midas para hacerse de la mano de su hija. La princesa Zoe de quien estaba profundamente enamorado.

Sin duda volvería por esas respuestas, cuando tuviera el agua de la vida, después de liberar a la doncella.

Gerald y Jefferson salieron de la guarida de las arpías y emprendieron su camino hasta la cueva de Medusa.

-Así que... quieres salvar a Medusa eh.

-Sí – respondió Gerald sin más detalles.

-Mi cruzada también es por el amor de mi vida.

-Medusa no es el amor de mi vida, es una damisela en apuros. Se supone que es lo que los caballeros hacen, salvan damiselas ¿no?

-Sí, claro.

-¿Por qué debes ir tan lejos y pasar por tantos peligros por el amor de tu vida? – pregunto algo curioso.

-Ella... bueno... hay muchas respuestas a esa pregunta. Ella es el amor de mi vida, solo debo demostrárselo, ella no es de las que cree en el amor y yo... tengo que salvarla.

-¿Salvarla de qué?

-De ella misma.

Esta vez Gerald decidió subir con Jefferson al caballo, llegaron a prisa, la guarida de Medusa no estaba muy lejos, cuando al fin bajaron del caballo su corazón golpeaba como un martillo contra su pecho.

Medusa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora