Los cazadores.

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-¡Corran! – Ordeno Medusa al ver al enorme can despierto.

Ambos hombres se miraron horrorizados un segundo antes de echar a correr.

El animal iba tras ellos mientras Medusa se perdió tras la puerta. Pero los aventureros no se pararon a pensar en el destino de la mujer, estaban más preocupados tratando de escapar de la bestia.

Había una puerta enorme más allá y aunque lo que habría detrás posiblemente seria algún otro aterrador monstruo, nada podía ser peor que Cancerbero.

La atravesaron corriendo como endemoniados, a lo lejos vieron a un grupo de personas, quienes los miraron curiosos antes de darse cuenta que cosa los seguía.

-Cuidado, cuidado – les grito Gerald para que se movieran pues todos parecían pasmados.

Escuchaba los gritos de terror de Jefferson en sus oídos y el grupo de personas se preparo para atacar al can.

Con armas, armas de fuego, esas que son tan costosas que es más fácil conseguir el corazón de un dragón que una de esas. Esas que vienen de un mundo desconocido y solo los más ricos pueden darse el lujo de poseer. Con esas extrañas armas empezaron a atacar a Cerbero.

El animal chillo y gruño, ladro y sus tras cabezas los miraron a todos y cada uno de ellos con rabia.

Jefferson cayó al suelo sin aliento detrás de una chica de cabello negro que parecía una experta en disparar con ballesta, las flechas eran de hierro le disparo una a Cerbero que se le enterró en una de sus patas. Aunque esto solo lo molesto mas y les soltó un zarpazo que los lanzo al otro lado de la habitación.

Un hombre de sombrero de alguna manera se monto en el lomo del animal, Gerald lo vio asombrado, con la boca abierta, al igual que todos.

Pero poco duro ahí, el animal lo lanzo desde su lomo hasta el suelo y el hombre soltó un gemido sin aliento.

-Ben, la bazuca – soltó otro de los hombres y otro le lanzo una arma tan grande que apenas y la podía.

La puso sobre su hombro y estaba a punto de disparar al can cuando la potente voz de Medusa resonó en la habitación.

-¡NO LO LASTIMEN!

Todos los presentes la miraron, la chica y el chico llamado Ben soltaron ruidos de sorpresa, los otros se limitaron a verla con horror.

Gerald tenso la mandíbula, ellos veían al monstruo, no a la doncella. Y deseo que todos la vieran como él lo hacía. Pronto, se dijo a sí mismo, pero primero debían salir de ahí.

El hombre de la bazuca dejo de apuntar al can que se había quieto viendo a Medusa y le apunto a la mujer.

-¡NO! – grito Gerald y corrió a lanzar el arma de manos del hombre antes de que la disparara.

Este lo miro asombrado.

-Ella no es enemiga.

Medusa traía un animal entre las manos, era grande y apenas podía con él. Un cabrito. Un cabrito muerto.

-Ven, ven aquí chico – comenzó a incitar al perro con el cabrito.

Cerbero comenzó a seguirla como si fuera un cachorro inofensivo.

-¡Cuando lo lance... corran! – grito Medusa.

Todos se prepararon para correr.

-Si eso... quien es un buen chico... aquí tienes. – Lanzo el animal con todas sus fuerzas al aire y las tres cabezas de Cerbero estiraron sus respectivos cuellos para alcanzar el festín.

Casi aplasta a Medusa con sus inmensas patas pero ella logro apartar su cola y salir deslizándose de ahí.

Ya todos habían cruzado la puerta, Gerald estiro su mano para que Medusa la tomara y tiro de ella tan fuerte como pudo una vez lo hizo.

Un hombre de piedra que venía con ellos cerró la puerta dejando a Cerbero dentro, comiendo tranquilamente.

Cuando hubieron recuperado el aliento al fin pudieron hacer preguntas.

-¿Quiénes son ustedes? – Pregunto Jefferson al grupo de personas.

El hombre del sombrero se irguió cuan alto era y se presento.

-Yo, soy Van Helsing.

-¿El cazador? - soltó Gerald asombrado. El hombre asintió y Gerald se paro frente a Medusa por pura inercia. Aquel hombre cazaba monstruos y miraba a Medusa como si quisiera su cabeza de trofeo.

-Ellos, son Hansel y Gretel. Y Edward y Ben.

La tensión que sentía Gerald se intensifico y comenzó a sudar. Ahora Cancerbero parecía mejor que estas personas. Todos eran cazadores y Medusa estaba ahí, indefensa contra ellos.

-¿Qué hacen en el inframundo? – Pregunto Jefferson.

-Estamos aquí por el agua de la vida. – respondió Helsing.

-También nosotros. – Dijo Jefferson – Podemos ir juntos.

-¡No! – soltó Gerald, ellos eran cazadores, peligrosos cazadores, no los quería cerca de Medusa.

Jefferson se acerco a él.

-Ellos tienen armas, pueden ser muy útiles.

-Dije que no. – soltó tan serio como jamás había estado.

El cazador no dejaba de ver a Medusa aun detrás de Gerald y este quiso darle un golpe en el rostro.

-Ella está con migo. – soltó a la defensiva. – No permitiré que la lastimes.

Helsing asintió dejando en claro que no pretendía lastimarla.

-Eres Medusa ¿cierto?

La mujer asintió. Había estado estudiándolos a todos muy seria, al parecer Gerald sentía que necesitaba protección pero ella era muy capaz de luchar por su propia vida de ser necesario.

-Si todos vamos por el agua, podríamos ir juntos. – Dijo Gretel.

-No – respondieron Hansel y Gerald al mismo tiempo – No son de fiar.

Y dicho esto, los cazadores y los guerreros tomaron caminos diferentes, sabiendo que se encontrarían de nuevo, pronto. 

Medusa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora