Capítulo 4 - Efectos secundarios del amor

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Capítulo 4: Efectos secundarios del amor.

 

PDV Marion.

Me sentí apenada de que tuviera que irme, pero no tenía otra opción. Entré; mi madre quería que lavara los platos.

Genial pensé con amargura. Si había una tarea del hogar que odiara, era lavar los platos.

Aun así acepte a regañadientes y me dispuse a enjuagar vajilla por vajilla. Sin embargo sonreí. Había dado un gran progreso con el lobo hoy, nunca estuvimos tan cerca. Bueno, en realidad no era tan grande, pero para ser el primer progreso en semanas desde que lo conocía era muy bueno. Sonó el teléfono y me sentí aliviada de tener una excusa para desistir por ahora de los platos. Era Jason.

-Hola, Marion, ¿cómo estas?-me dijo desde el teléfono.

-Bien, bien, ¿y tú?

Escuché unos gritos lejanos desde el teléfono, y Jason alejó un poco el auricular y le gritó a sus hermanos que hicieran silencio. Eran cinco hermanos en total, yo no sabía cómo podía hacer mi amigo para sobrevivir.

Volvió a acercarse al teléfono.

-Bueno, no me quejo. ¿Que te parecería ir hoy a la cafetería? Escuche que tienen un nuevo café, dicen que es delicioso.

-No soy mucho de las que toman café-dije con sinceridad.

-Lo sé, yo tampoco, pero lo que sea por alejarme de estos salvajes-dijo casi con desesperación. Yo sonreí.

-Está bien, ¿a qué hora?

-¿Te parece a las 8?

Acordamos ir, nos despedimos y cortó. Me iba a venir bien salir un poco, si me encerraba tanto en la casa iba a terminar como mi madre, que pareciera que hace días no veía la luz del sol.

-¡Mamá, voy a salir con Jason!-le dije lo suficientemente fuerte para que me escuchara desde la cocina, mientras subía las escaleras.

-¡Está bien, abrígate!-me respondió.

Entré a mi habitación, y busqué mi  blusa roja. Me coloqué un abrigo liviano y otro más abrigado para soportar el frio de afuera. Unos caquis y  zapatillas estaban bien.  Me cepillé el cabello meticulosamente, me gustaba tenerlo sin ni un solo nudo. Era levemente ondulado, y negro. Miré en el espejo mis ojos celestes, mi madre siempre decía que era especial, ya que no era muy común tener el pelo oscuro y los ojos claros. Para mí en otras palabras significaba que era una rara.

Miré el reloj, faltaban 15 minutos para las 8.  Decidí ya salir, puesto que el trayecto hasta el pueblo duraba unos 10 minutos.

Me subí a la moto y me dirigí hacia la cafetería. Sólo gracias a que era un pueblo chico mis padres me habían dejado a regañadientes tener una motocicleta, ya que había poco tránsito. Era esta moto o la carcacha de mi padre, que apenas podría llamarse auto, más vieja que él mismo.

Cuando estacioné la moto y entré, Jason aún no había llegado. Había solo dos o tres personas, no era un lugar muy visitado. Me senté sola en una mesa para dos personas y me dispuse a esperar, sacando mi celular y jugueteando con él, sin hacer nada en especial.

PDV Connor.

Cuando la vi se me heló todo el cuerpo. No podía creerlo. Entre tantos lugares, tantos momentos, tantas circunstancias, las pocas probabilidades que había y aun así, ella estaba ahí. Sentada sola y aburrida, a tan solo unos metros de mí. Marion.

Huellas De Un LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora