Capítulo 18 - ¿Descubierto?

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Capítulo 18: ¿Descubierto?

PDV Connor.

En la semana que siguió, Sharon se recuperó, y lo pensamos bastante para terminar tomando una decisión unánime. La mejor opción era acabar con estos cazadores de una vez por todas.

Jack andaría por el bosque y nos llamaría en un aullido cuando los encontrara cerca, entonces todos iríamos y los atacaríamos, sin dejar uno vivo. En el momento en que lo planeábamos, parecía una gran idea. En aquel momento.

Por ahora tenía otra preocupación en mente. ¿Qué iba a hacer con el padre de Marion? Necesitaba darles un motivo para dejarlo vivo, de lo contrario mis compañeros no me harían caso. Y no podía decirles simplemente que era porque tenía cariño por ella, después de todo ellos (exceptuando a Kim) creían que yo ya no la veía mas. Y si lo mataba, aún peor, si ella se enteraba de que había muerto por lobos, ¿qué iba a pensar de mí? ¿Cuando me viera acercándome a su casa, como lobo, habría desprecio en su mirada?

Pero había otras posibilidades...Marion, estando en mi forma lobuna, me había mencionado algo sobre que quería que su padre deje de cazar...quizá si tan solo la empujaba un poquito para que tome esa decisión y se lo diga...eso resolvería todo. ¿Pero como rayos se suponía que la convenciera de algo así? No podía solo ir a su casa y decirle “Hey, Marion, ¿qué tal si le dices a tu padre que deje el hobby que le gusta tanto, por, no se, ninguna razón en especial?” Nunca me haría caso.

De todas maneras, justo ahora no me preocupaba por esto. Tienen que entender, es difícil concentrarse en los problemas cuando una suave mano recorre tu pelaje, erizándolo con sutilidad. Ella me acariciaba distraídamente, parecía algo nerviosa. Me hubiera gustado preguntarle qué le pasaba, pero en su lugar solo pude soltar un leve gemido y empujarla con mi hocico, para luego mirarla interrogantemente.

Ella esbozó una sonrisa.

-Podría jurar que estás preocupado por mí.-rio por lo bajo ante la imposibilidad de esa idea. Pero luego desvió la mirada y se mordió el labio. Mi desconcierto aumentó, ¿qué pasaba por esa mente suya?

Iba a insistir, pero entonces ella se acurrucó contra mí, apoyando la cabeza en mi costado. Podía sentir su cálido aliento sobre mi pelaje, y su aroma desprendiéndose de su piel. Me adormecí; los latidos de su corazón eran como mi canción de cuna favorita. Giré mi cabeza y la recosté contra su pecho, cerrando los ojos. Todo estaba tan tranquilo y silencioso... empecé a dormirme, mientras ella acariciaba mi cuello, tranzando pequeños remolinos que se formaban y deshacían bajo la suave presión de sus manos.

Entonces escuché el aullido. Fue corto, y tan lejano que casi no pude percibirlo. Pero era claro: provenía de Jack y significaba que los cazadores estaban cerca suyo. Era el momento de atacar.

Pero no podía ser, ¡no estaba listo! ¿Qué iba a pasar con el padre de Marion?

Me incorporé, caminando un poco con indecisión. Mi ángel me miró extrañada. Aún en este momento no podía dejar de pensar que esa palabra era perfecta para la imagen de Marion. Debería haber una foto suya en el diccionario, junto a la palabra “ángel”.

Sacudí la cabeza, intentando concentrarme en el problema.

-¿Qué pasa? -preguntó ella, con preocupación y una nota de curiosidad. Se había levantado también. Estaba seguro de que ella no había oído el aullido.

Ojalá pudiera haberle dicho “tengo que irme, volveré otro día”. Pero en su lugar, sólo pude darme la vuelta y saltar la cerca. Ningún adiós, ningún nos vemos pronto, ninguna explicación.

Recorrí sin detenerme la distancia que me separaba del bosque, pero una vez allí procuré andar más despacio. Intentando captar algún rastro de olor que me llevara a Jack, o a los cazadores. ¿Será que los demás ya estaban allí?

Llevaba caminando sólo unos diez minutos cuando escuché una rama quebrarse detrás mío, y también un arbusto agitándose. Eran inconfundibles señales de que había alguien siguiéndome. ¿...Me habían encontrado los cazadores?

Me di la vuelta y me lancé entre los arbustos con ansiedad, sabiendo que si era el enemigo, lo mejor era dar el primer ataque.

Una exclamación aguda me sorprendió totalmente. ¡¿Marion?! ¿Qué hacía ella aquí?

Efectivamente, ahí estaba ella, que pasado su susto inicial, me miraba con una sonrisa nerviosa.

-Yo...yo quería seguirte- musitó.-¿recuerdas que te lo comenté? Quería ver el bosque, contigo...-luego compuso una expresión de exasperación, sacudiendo la cabeza y levantando los ojos al cielo.- ¿Por qué estoy dándole explicaciones a un animal?

Así que por eso estaba tan nerviosa...pero este si que era el peor momento para un paseo por el bosque. Podía amarla, pero era increíblemente inoportuna.

La miré con desesperación. No tenía idea de cómo decirle que se fuera, además, ¿qué iba a pasar si venían los cazadores y ella veía cómo los matábamos, incluyendo a su padre? ¿O si mi manada llegaba y se enteraba de que seguíamos viéndonos? Definitivamente esto no podía terminar bien.

Mordí con delicadeza la manga de su abrigo, y la estiré en dirección a su casa. Ella no parecía entender del todo.

-¿Quieres que vuelva? ¿Por qué? El bosque es tan bello...-comentó, mirando a su alrededor. Se distrajo con una sonrisa observando una hoja caer al suelo, y luego una ardilla trepando un árbol.- no puedo creer que haya vivido toda mi vida a unos pasos de este lugar y nunca haya venido.

“¡Es peligroso, Marion, tienes que salir de aquí!” le grité mentalmente, como si eso fuera a servir de algo. Luego la miré implorante, dejando que un suave gimoteo saliera de entre mis dientes. Lo complementé empujando sus piernas con mi cabeza, intentando que caminara a la seguridad de su hogar.

Ella pareció herida, lo cual me hizo sentir casi miserable. Pero era por su propio bien.

-¡Bien, bien!...si tanto quieres que me vaya...sabes, para ser un animal tan inteligente eres demasiado obstinado.

Contemplé con alivio cómo comenzaba a dirigirse a su casa. Ahora solo tenía que encargarme de los cazadores y...

Unos pasos interrumpieron mis pensamientos. Marion los escuchó también y se detuvo, dándose la vuelta. Podría haber reconocido ese sonido en cualquier lugar. Giré mi cabeza con lentitud, casi con miedo, para encontrarme con lo que ya suponía.

Allí, con una mirada furiosa y un pelaje blanco que resaltaba en el verde de los árboles, estaba Jack.

Huellas De Un LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora