Capítulo 23 - Una tormenta dentro mío

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Primero que nada, perdon por no subir en tanto tiempo! Los estudios se sumaron a que estoy elaborando una nueva historia, y además de eso tuve un bloqueo con esta, pero ya superé eso, así que voy a volver a publicar todas las semanas, sin más, los dejo con el capítulo!

Capítulo 23: Una tormenta dentro mío

Garret Holmes colocó el último cuerpo inerte en la cajuela de su camioneta con un extraño sentimiento de culpabilidad. Había estado cazando toda la tarde, y cinco cuerpos lobunos yacían retorcidos de diferentes formas alrededor del cajón. Cazar no era nada nuevo para él, así que no entendía por qué se sentía mal.

Hasta que lentamente cayó en la cuenta de que lo que sentía era una sensación de traición. Quizá él fuera un hombre lobo, pero su parte lobuna significaba mucho, y no podía dejar de sentirse mal por haberlos matado; eran casi de la misma especie. Pero por supuesto, no pensaba admitir su debilidad ante los demás. Nunca lo hacía, y esta no sería la excepción.

Subió al auto, giró la llave y suspiró. No tenía idea de cómo iba a reaccionar la gente cuando llevara a los supuestos lobos que habían causado tanto revuelo en las últimas semanas. De seguro muchos se alegrarían de que todo hubiera terminado, pero también otros podrían estar frustrados por no haber sido ellos los responsables de sus muertes, o no poder tener el honor de decir que fueron ellos quienes acabaron con el terror de los bosques. Como si acomodarse muy seguro en un auto y disparar a treinta metros de distancia a una criatura inadvertida fuera algo muy valeroso y digno de recompensa.

Condujo sin prisa por el camino de tierra que iba desde la cabaña hasta la ruta, y de ahí siguió avanzando hasta la comisaría. Gente llamaba a las oficinas, o iba a preguntar allí cada pocas horas para saber si había alguna noticia de los lobos. Lo que iba a hacer sin duda llamaría la atención de todos, y no estaba precisamente feliz con la idea. Ser el centro de atención nunca había sido lo suyo. Pero sabía que era importante, porque si había algo que respetara, eso era reconocer cuando alguien de la misma especie necesitaba ayuda y hacer algo al respecto.

Estacionó junto al edificio policial, y se tomó unos momentos antes de bajarse del auto, cerrar la puerta y dirigirse a la entrada. Una vez allí pidió hablar con un oficial, y cuando le presentaron uno habló con una voz grave y seria.

-Yo me llevé a los lobos que están buscando, y los tengo aquí.

PDV Connor.

-¡Connor!

Jack sonaba exasperado, pero yo no me detuve. Llevaba corriendo un rato por el bosque, y él me seguía como lobo con insistencia. Sabía que me estaba comportando como un crío, pero no quería detenerme, no quería escuchar lo que tuviera para decir. Porque ya me daba una idea: esa chica no es importante, debemos mantenernos juntos como manada, estaremos mejor lejos, no podemos quedarnos aquí, la pondrás en peligro, descubrirá qué somos. Y no estaba de ánimos para ese sermón.

Sin embargo, Jack era más rápido. No tardó en alcanzarme y ponerse justo frente a mí, bloqueándome el paso y haciendo que me detuviera de golpe sobre mis patas. Con un gruñido me di la vuelta, considerando correr de nuevo, pero pronto descarté la idea. Si iba a lidiar con esto era mejor terminarlo ya.

Cuando volteé hacia él supuse que iba a empezar con un regaño, pero su expresión era sorpresivamente compungida y seria, y me miraba con lástima. Esto me extrañó, pero no detuve el torrente de palabras llenas de rabia e indignación.

-Jack, no puedo dejar a Marion, sabes que

El lobo blanco me interrumpió, con una voz calmada y algo amarga. Se había sentado frente a mí.

-No espero que lo hagas.

Esto me dejó totalmente fuera de juego, y todo lo que planeaba decir se esfumó en mi mente como una nube de vapor.

Él soltó la versión lupina de un suspiro, y dirigió sus ojos de medianoche hacia mí.

-Connor, me desobedeciste deliberadamente. Aún cuando te dije claramente que te alejaras de ella, seguiste viéndola. Nos mentiste a todos, y nos pusiste en peligro.

-Lo sé, y lo lamento, pero...

-Déjame hablar. -su voz era gélida como el hielo – Esto es una manada, una familia, trabajamos en grupo. Y los lobos que actúan por su cuenta, se quedan por su cuenta, ¿lo entiendes?

No respondí al instante. La idea se asomaba a mi mente como las nubes negras de una tormenta, pero quería rehuírla.

-A lo que me refiero es, Connor, -dijo luego de unos segundos en los que no respondí- que ya no puedes seguir en la manada, te estoy echando.

Podrían considerar esas palabras como el trueno que da inicio a una tormentosa lluvia y viento arrasador en medio de una tempestad, inundando y arrancando todo alrededor. Así es como estaba por dentro, a pesar de que por fuera parecía congelado, sin reaccionar.

Él sólo me observó con pena fría.

-Ojalá hubiera otra forma de arreglar las cosas, pero no la hay. Luka, Kim, Sharon y yo nos iremos cuando todo el tema de los lobos esté resuelto hacia el sur, a otra ciudad, quizá a otro país. Tú puedes quedarte aquí, o no, como prefieras... ahora eres un lobo libre, estás por tu cuenta. Pero ya no puedes quedarte con nosotros, y si entras a nuestro territorio tendré que tratarte como cualquier otro lobo extraño que traspasa los bordes de una manada, pero realmente preferiría no tener que hacerlo. Tendrás unos días para informarles a los demás y despedirte de ellos...Sé suave con Kim, ya sabes lo emocional que es...Adiós Connor. Cuídate.

Y dicho esto se alejó con pasos sin prisa por donde habíamos venido, de vuelta a la cabaña, con la misma expresión amarga y los ojos serios, dejándome solo en el bosque con sus palabras resonando en mi mente como el eco ahogado de un aullido que llegó a su fin y sigue viajando por entre los árboles. El aullido de una vida en manada que ahora se despedazaba y moría.

Huellas De Un LoboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora