Le limpié las lágrimas y arreglé su cabello. Sus ojos estaban tristes, pero no perdían el brillo de siempre. Era una niña hermosa, y era mi hermana.
Me abrazó por la cintura y se fue quedando dormida, así que la acomodé mejor y le canté en susurros, algo que a ella le encantaba que hiciese.
—Tu hermana es hermosa —me susurró la otra rubia, sentándose a mi lado y mirando a Lily. Asentí sonriendo y bostecé, quedándome de a poco dormido.
†††
—¡Lily! No, no, no— Esmeralda sollozaba y cayó de rodillas. Gritó y gritó, no podía creer que aquella habitación tan llena de vida se hubiese arruinado —¡Liliana! ¡No! ¡No, no puedes..!
Aquella habitación tan viva y llena de color, se volvió gris y triste. El arco iris se volvió lluvia; las hadas se volvieron cuervos; los conejos se volvieron monstruos. Todo lo vivo murió, todo lo tierno se volvió malvado, todo lo feliz se volvió melancólico. Y ahí estaba ella. Aquella pequeña niña que pensaba positivo, que amaba los unicornios, que gustaba de ayudar. Todo eso se había ido, pues esa niña tan tierna y pequeña, se había quitado la vida y colgaba de la lámpara de su habitación de ensueño, que ahora parecía salida de una pesadilla. Un abismo, al cual Esmeralda Harries estaba cayendo.
†††
Sacudí mi cabeza, pero volví a dormir, pues estaba muy cansado y pensaba que ignorando ese sueño, no volvería a tenerlo. Pero volvió. Era yo quien caía al abismo y no Esme.
«No vendría mal un café »
—Buenos días, dormilón —rio Pearl y se acomodó el cabello —Vamos, que a este paso llegaremos el próximo siglo a Canadá. En media hora nos vamos.
Desperté a Lily y le expliqué lo del cambio de nombres. Lo entendió muy bien, asi que confíe en ella.
—Y... ¿adónde vamos?— me preguntó mientras la ayudaba a bajar del tren.
—¿Recuerdas los bosques de pino de Chicago? He oído que Canadá tiene mejores.
Sonrío— No puedo creerlo, ¡Canadá! Es genial.
—Lo sé, tranquila. Anda, vamos con la rubia. Tenemos que salir cuánto antes.
Al ver a la rubia en una banca, recordé el parque de Chicago y aquello que no quería recordar.
La rubia sonrió— Lucy, te ayudo a subir —pero al mirar el vagón, quedó sorprendida al verla dentro— Si, bien. No necesitas ayuda. Vamos entonces.
Asentí y la ayudé a subir, casi empujándola —Perdón— le murmuré y subí tras ella.
—Pasa algo, ¿cierto?— susurró. Reí y negué.
—Te lo contaré después —fue lo único que le dije. Pues ella no necesitaba saber más. Era nuestra vida y por tanto nuestro problema.
†††
Al oscurecer, Lily propuso hacer camas con cajas. Me pareció buena idea, así que le ayudé y busqué algunos edredones entre los suministros.
—Ya está, cariño. Duerme. Te despertaré antes de llegar.
Lucy sonrió e hizo que me acostara a su lado— Quiero que duermas conmigo.
—Está bien— reí y me acurruqué con ella— Eres lo mejor que tengo, cariño.
Bostezó y al poco tiempo se quedó dormida. Eran varias horas de viaje, así que le dejé.
—No me odies— le susurré a Pearl y la llevé a la puerta —Lucy es una niña rebelde y no sigue las reglas. MIS reglas. Así que bueno, quise darle una lección —rasqué mi nuca— yo... pues, la violé.
No me enorgullecía. Me odiaba. Pero ella se lo había buscado.
†††
"Canadá → 50km"
—Hey— moví sus hombros— Oye, rubia—me ignoró y se dio vuelta, así que decidí despertarla a lo profesor de mates— ¡Harries, despierta ya!
—¡Aquí, yo!— se sobresaltó y reí, a lo cual me golpeó el hombro —¿Qué pasa?
—Estamos cerca ya. Anda, levanta el desorden.
Comenzamos a levantar las cajas y guardar todo, mientras esperábamos llegar. Pearl sólo se quedó parada en la puerta, observándonos.
«El chico traumó a la rubia», «jaja, que imbécil », «¿Sabes quién lo hizo?», «nosotros, Harries... siempre somos nosotros»
Al pasar la frontera, Lucy y yo quedamos fascinados, pues nos recibió un bosque de pino.
—La estación más cercana está en la ciudad, pero no podemos ir ahí, así que bajaremos nada más cruzar el bosque—dijo la rubia mayor.
Asentimos y seguimos mirando, hasta que Lucy me jaló de la camisa y me susurró.
—Quiero venir al bosque, es lindo, ¿verdad que podemos?
—Cuando queráis, rubita. Vendremos, eso es seguro.
—No soy "rubita"—se quejó —y sería bueno venir... aunque, sin la rubia. No me cae bien.
«¡Qué novedad!», «La rubia... pff, como si ella no lo fuese », «todas le caen mal», «Tenía que ser hija de Esmeralda Harries »
Sonreí y asentí —Claro, sin la rubia.
Se puso en puntillas y me dio un beso en la mejilla. Al poco tiempo salimos del bosque y vimos unas viejas casonas. La mayoría estaba en ruinas y con letreros de "demolición próxima". Pero había una que aún conservaba el estilo y estaba en buen estado. Así que la señalé y las rubias asintieron corriendo a ella. Al menos era un refugio para pasar un tiempo mientras pensábamos qué hacer en nuestra vida, metafóricamente.
«Obviamente», «No hace falta que lo aclares», «es estúpido », «como tú» Saben, ustedes son más estúpidas, malditas voces.
—¡Hey, Nick!— me llamó Pearl, desde el porche de la casona— ¿piensas venir o no?
Sacudí la cabeza —Estoy en ello. Ya voy, rubia. En un segundo.
Me acerqué a ellas y observamos que en el porche había una lámpara de parafina aún encendida.
El mosquitero estaba entreabierto y se oía algo de música dentro de la casa. Me quedé estupefacto y abrí la puerta, dentro de ella, estaba una vieja de aproximadamente 85 años, aún conservada. Estaba haciendo yoga y en un momento, paró.
—Cierren la puerta, por favor— dijo, pero nos mantuvimos callados— anden, ¿Qué son sordos? Me llamo Gabrielle.
—¿Nos está hablando a nosotros?— me preguntó Pearl en un susurro.
—No lo creo— respondí —no puede vernos... creo.
—Puedo verlos— afirmó. Tomó agua de una botella y sonrió— ¿Qué hacen en mi casa dos adolescentes y una niña?
ESTÁS LEYENDO
Suspence Espectre {Editando}
FantasyPortada: @JuanPal24 #CarrotsAwards Desde niño, a Patrick le encantan los trenes. Re normal. Todo niño tiene su "adicción". Pero creeme que él, es de todo, menos normal. ¿cliché? Pfff, no. Para nada. Las apariencias engañan, creo que lo sabes. ¡Vam...