Contra todo pronóstico, logre graduarme con un 7.2.
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Ya no solía tener ese brillo en el rostro. Esa vitalidad que me caracterizaba.
Ya incluso, no podía pensar, de lo atiborrada de recuerdos que se encontraba mi mente.
El roce de sus toscas manos, su respiración agitada, su pesado y anciano cuerpo sobre el mío. Me daba náuseas de sólo pensar en eso.
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Decidí estudiar en la Universidad de Madrid. Entre rapidísimo a la Facultad de derecho, gracias a las recomendaciones de mis maestros y a mis notas no tan recientes.
Todo estaba yendo "bien", dentro de lo posible. Pero aún volvían esos recuerdos dolorosos, que mutilaban mi mente. Mi memoria se había vuelto una daga, que estaba apuñalandome lentamente todos los días.
Era terrible pensar que alguna otra chica, pudiera estar pasando por la misma situación que yo viví.
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Un día de verano, en el que hacia demasiado calor, estaba con el abanico a tope en mi habitación, hasta que la jefa de pasillo tocó la puerta, y me entregó una carta del decano.
No sabía que decir.
En sí, la carta me ofrecía hacer un intercambio en Estambul.
No sabía exactamente donde quedaba Estambul. Pero sonaba de maravilla, y era la oportunidad perfecta para deshacerme de las huellas de mi pasado, y escribir un nuevo futuro, en una nueva ciudad, con nuevas personas.
Solo quería olvidar los malos momentos que había vivido, y empezar de nuevo.
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