Capítulo 4. Kris

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Mientras Quentin y Kris subían por el elevador, ella miraba fijamente el parche de masa parduzca que Edith le había puesto en la herida de bala.
-¿Que pasa?- preguntó Quentin al verla sin despegar los ojos de su herida.
-Nada, es solo que se siente raro en donde me puso esta cosa. Como un cosquilleo- contesto sin dejar de mirarse.
El elevador se abrió y cuando dieron el primer paso al pasillo se encontraron con Irving.
-Hola chicos- sonrió con los brazos abiertos y los tomó a ambos de los hombros-. Bien, acompañenme a la habitación que he adaptado para ustedes- caminó por el pasillo  con Quentin y Kris a cada lado hasta la enorme habitación de la que había escapado por la mañana.
Ahora era diferente. Ahora habían dos camas con las sábanas de color azul flanqueadas por un tres buros color crema, y en la pared había un cuadro rojo. Delante de la cama había un tocador con espejo, y al lado habían dos cerraduras. En la pared frente a la puerta había una ventana con las persianas entre abiertas.
-¿Como puso todo esto aquí en unas cuantas horas?- preguntó Kris sorprendida.
-Oh, mi niña, todo estuvo aquí siempre. Solo que no lo viste.
Todo quedó en silenció, hasta que volvió a hablar.
-Ahora, hay un baño y un armario con ropa nueva que es de sus tallas y podrán usar cuando gusten. También si así lo desean, hay una televisión detrás del espejo del tocador, solo tienen que oprimir el botón que esta en el marco para darle la vuelta. Ahora tomen duchas y duerman. Mañana les espera algo importante.
-¡Espere!- Kris interrumpió la caminata del hombre hacia la salida haciendo que este se diera la vuelta para mirarla.
-¿Que pasa?- preguntó.
-Le agradezco que haya salvado nuestras vidas y este cuarto lujoso. Pero debe entender que no me puedo fiar de nadie, ni de nada. Y quiero saber que pasa aquí abajo. Ahora mismo- todo lo dijo en un tono amable, casi sumiso para su forma de ser, salvo lo último, que mas bien dijo en tono de orden.
-Esta bien. Lo entiendo. Quentin me contó todo y es preciso que yo también les cuente todo lo que sé. Pero necesito que me acompañen am exterior del edificio.
Kris y Quentin asintieron.
Kris se quitó la fea caperuza que traía puesta y se la cambió por una chamarra de cuero.
Bajaron y salieron del edificio. No hacía aire, ni calor, ni frío ni se veían las estrellas. Era obvio debido a que estaban bajo tierra, pero la calle por la que caminaban estaba perfectamente pavimentada. Veía algunas luces prendidas en algunos edificios mucho más chicos que en el que estaban. La calle estaba vacía.
Después de caminar durante una hora más o menos, llegaron a un edificio que parecía estar en totales ruinas. Ahí ni había luz. Irving había optado por encender una linterna para entrar al edificio. Era una oscuridad palpable, en la que no lograba tocar la luz de la linterna. Kris tenía paranoia, creía posible que en cualquier momento apareciera un monstruo como los del Palacio y los atacara.
Caminó hasta un panel de control bastante empolvado.
-No es muy frecuente que traiga personas aqui- dijo Irving.
-Pensé que no vendría nadie, estaba por cerrar las puertas- la voz de Jayden hizo saltar a Kris.
-Dios, ¿Por que no haces ruido?- preguntó Kris molesta.
-Lo siento, estoy acostumbrado.
La forma en la que se vestía la gente ahí era bastante rara.
Jayden llevaba un pantalón verde militar con unas botas de casquillo que le cubrían todas las espinillas y llevaba una camiseta gris que mostraba que era casi igual de musculoso que Quentin.
Era raro, porque parecía como si estuviera a punto de correr a la guerra.
-Iré a darles un buen vistazo de lo que hemos hecho con la ciudad. ¿Nos acompañas?- preguntó Irving a su hijo.
-Claro papá- sonrió. Su sonrisa le parecía similar a otra que había visto en algún otro lado.
Unas cuantas lámparas se encendieron mientras otras solo lanzaron chispas y se volvieron a apagar. El lugar en el que estaban parecía ser el único que no tenía una limpieza frecuente. Kris estaba casi segura de que cuando la ciudad quedó sepultada y todos salieron corriendo, las cosas habían quedado exactamente como estaban en ese momento.
Caminaron de nuevo hacia el lobby del edificio e Irving oprimió el botón del elevador.
-Bien, en dos mil treinta y dos... es decir, hace casi treinta y un años, Estados Unidos, tenía un serio problema con la violencia- la puerta del elevador se abrió y todos entraron dentro de la caja, que se cerró y  comenzó a ascender-, el gobierno comenzó a trabajar en millones de proyectos inimaginables, buenos para el mundo. Y así fue como crearon a los Agentes de Acero.
-Eso ya lo sabía, esa historia ya me la han contado- cortó Kris la historia de Irving.
-No mi niña, no te contaron ni la mitad del horror que deseas escuchar- advirtió Irving y continuó:- ¿Conociste a tus padres?- preguntó, y sin dejarla contestar le preguntó a Quentin lo mismo.
-Si, los conocí- respondió Quentin.
-¿De qué vivían?- preguntó Irving.
-Eran... ladrones.
-¿Y los tuyos pequeña?
-No lo sé- contestó Kris.
-Tal vez también fueron ladrones,  o asesinos... pero lo más raro de todo esto es: ¿Por que todos en la ciudad que esta sobre nosotros, no pasan de los cuarenta años? Y ¿Por que todos son huérfanos?
Esta pregunta hizo que Kris y Quentin pensaran en todo lo que había ocurrido, pero no había conexión con nada. Kris miró a su amigo.
-¿Es verdad? ¿Todos eran huérfanos?
-Por lo menos Troy y Jase lo eran. Para el trabajo de Guardias, se necesita ser huérfano y hacer una evaluación. Y creo que... Alison solo tenia una abuela. Fuera de eso a sus padres nunca los mencionó. Al parecer ella también lo era.
La puerta del elevador se abrió y las cuatro personas llegaron a un piso lleno de cubículos vacíos y llenos de suciedad.
-Pues todo tiene una simple respuesta, la ciudad que esta arriba, es como la pequeña colonia de hormigas del gobierno. Reunieron gente de las cárceles, ladrones, gangsters, asesinos; personas que a parte de compartir la invalidez de sus derechos humanos, tenían algo más en común: todos tenían familia, vinieron a esta trampa con la promesa de seguridad para sus familiares. Y con esas familias construyeron una sociedad totalmente elitista, creando así, seis Condominios, y los ricos y los pobres eran determinados por el número de Condominio en el que vivieran. Todo esto, provocando que así,  incrementara la violencia. Todos contra todos, dejando así, solo a unos pocos con vida, y estos siendo enviados a la cárcel en la que vivieron tanto tiempo. Todo fue calculado con precisión para que llegara a un desenlace que tal vez no tarde en llegar.
La historia dejó perplejos a Kris y a Quentin, por fin todo encajó. Maggie tenía más participación en esto que todos ellos.
-Pero eso no explica esta ciudad, ni explica por qué todos visten de esta manera...- replicó Kris.
-Pues bien, esta era la gran capital del territorio norteamericano. Cuando todo el programa de experimentación se puso en marcha, todo el territorio quedó sepultado por una tormenta de piedras y arena que obviamente fue controlada por alguien- Irving oprimió un botón y una cortina que estaba detrás del vidrio de la ventana  comenzó a subir lentamente-, los traje aquí porque es el punto más alto de la ciudad, quería mostrarles Nueva York: La ciudad subterránea.
Ante los ojos de los cuatro se asomó un enorme paisaje lleno de luces y edificios medio carcomidos, y a lo lejos un enorme puente colgante que le daba paso a otra parte de la ciudad.

Ciudad SubterraneaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora