Capítulo 7. Alison

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Salieron por fin del edificio en ruinas y vieron la enorme conmoción que había en el lugar. Toda la gente gritaba, lloraba y los Agentes solo impedían que la gente saliera de la enorme plaza. Un kilómetro entero de espacios abiertos lleno de gente herida, gente muerte y personas desoladas.
-¿Como demonios vamos a salir de aquí?- preguntó Nedd.
-No lo sé... algo se nos ocurrirá- Alison no podía dejar de sentir el mismo temor que las personas que la rodeaban. Había un edificio a punto de caerse sobre ellos y había Agentes armados, que ahora sabia que fin tenían en ese lugar.
Un par de personas encapuchadas caminaron por la plaza, erguidas y ocultas,  lo cual era extraño. Todos estaban cubriendo algo,  pertenencias o a sus hijos de la nube de polvo que se había formado y que no desaparecía,  pero ellos caminaban como si no estuviera pasando nada.
Después de un momento de pensar en ello, dedujo que era estúpido estar así de paranoica, tenía suficientes preocupaciones en ese momento como para agregar unas más que no tenía la certeza de que fueran realidad.
-Ven, vamos a curarte esas manos- le dijo Alison a Nedd.
Sus nudillos sangraban. Le puso un vendaje que encontró sobre un puesto. A pesar de que habían miles de personas ahí, no había nadie que se preocupara por los locales.
Su hermano llevaba oculta en el cinturón de su pantalón el hacha y Alison tenia la pistola y la navaja. Era más que suficiente si llegaban a molestar a alguien por tomar las vendas y algo de comida del puesto ambulante.
Un estallido corto rompió en el aire y la gente gritó.
Sonó otro y otro más, comenzaron a sonar un sin fin de disparos y todos corrían como gallinas decapitadas,  sin rumbo y sin darse cuenta de que hicieran lo que hicieran, estaban en medio de una batalla.
Nedd lanzó a su hermana contra la pared del condominio uno y escucharon a los laterales del edificio los balazos.
-¿Que pasa?- gritó Alison en medio de los gritos y los balazos.
Todo pasó rápido, el fuego se detuvo y entró por el lateral que veía hacia las fábricas una camioneta Pick up con las dos personas encapuchadas arriba y otras dos dentro del automóvil.
-Rápido,  si quieren vivir caminen conmigo, tomen armas y corran lo más rápido y lejos que puedan hacia el sur- gritó la voz de una mujer detrás de una capucha roja.
-Bien, comienza a correr- le ordenó a su hermano y comenzaron a correr hacia donde les habían indicado.
Un hombre arrancó de nuevo la camioneta y dio un giro a tal grado que volcó la camioneta.
La gente alzó la voz cuando pasó esto. Los Agentes llegaron a donde se estaba suscitando esa escena pero el hombre de la capucha salió hábilmente de la camioneta y le dio un tiro al tanque de gasolina haciendo estallar la camioneta.
Alison siguió corriendo las piernas estaban adoloridas aun, a penas tenía libre un día y tenía que volver a correr para salvarse el pellejo.
Después de estar a una considerable distancia de los Condominios la voz de la mujer resonó.
-Alto, alto. Necesito que vengan conmigo. ¡acerquense!
Su acento era extraño, no era de ese país y de hecho hablaba muy mal la lengua común.
La gente se acercó. Eran más de los que creía Alison, eran cientos y cientos de personas haciendo caso a la orden de esa mujer misteriosa.
-Saldremos de aqui- dijo la mujer-, seguramente nos perseguirán los Agentes, pero eso lo hemos previsto... por eso les pedí que tomaran armas.
>>Ahora todos los que llevan algún tipo de arma irán la mitad adelante y la mitad atrás de la marcha conmigo. El resto irá en medio. Háganse más hacia adelante las personas que llevan armas.
Después de un momento Alison, Nedd y un montón de personas más avanzaron hacia delante con pistolas, lanzas y machetes desenfundados.
La chica comenzó a escoger a los que irían delante y el chico a los que irían detrás.
-¿Que pasa aquí?- preguntó inmediatamente después de que los repartieron y le tocara con la chica.
-Esto es confidencial hasta nuevo aviso, solo acaten las ordenes si quieren salir de este hoyo.
-¿Y como se supone que vamos a salir... escapamos de los Condominios, pero absolutamente todo el estado está rodeado por Agentes.
-Oh, pequeña niña tonta, ¿No conoces el metro de la ciudad?- fue engreída-. Espero que sepas usar mejor esa pistola que llevas enfundada que tu cabeza.
-Ten por seguro que si- dijo en tono retador.
-Perfecto, ahora caminen- sus ojos debajo de la capucha roja brillaron de un color azul apagado.
Caminaron por las fábricas desoladas. No había nadie, todos estaban atrapados, todos menos ellos, las fábricas seguían y seguían erguidas a sus costados con hendiduras en las paredes oxidadas y con grandes torres huecas liberando humo en baja cantidad.
Nunca había estado ahí. Su hermano trabajó en una de las fábricas hasta que lo vetaron por haber robado. Era dejar de trabajar y morir de hambre, o estar encerrado en el mis,o infierno que su hermana.
Por un momento Alison agradeció que no lo hubieran encerrado. Estaba segura que la hubiera seguido hasta el Palacio y él habría muerto. Tampoco era tan hábil como ella, era gracioso, pero a pesar de ser tan parecidos físicamente,  no tenían nada en común.
Pronto las fábricas fueron reemplazadas por pequeñas oficinas de control de las mismas,  instaladas en edificios muchísimo más chicos que los Condominios. Las oficinas tenían a lo mucho diez pisos de altura mientras un Condominio llegaba a tener por regla específica ciento treinta.
La tierra suelta de color café que había por piso se volvió pavimento gris, nunca había llegado hasta ese lugar, todo era desconocido para ella, y eso la hacia sentir como si hubiera vuelto a empezar todo lo que había pasado en el Palacio.
Llegaron a una especie de entrada que dirigía al interior de la tierra, habían unas escaleras amplias y sobre ellas decía "Estación de trenes" bajaron y se encontraron con un lugar totalmente oscuro y desolado. De alguna parte provenía un hedor impresionante a basura y podredumbre.
No había nada de luz, la oscuridad se podía tocar.
La mujer sacó de su enorme equipaje una gran linterna que debía pesar más o menos unos seis kilos.
Alumbró y vio un piso marmoleado, muchas imágenes de gran tamaño, extrañas con letras impresas y gente sonriendo a un lado, con textos como "disfruta tu yogur en grande" Siguieron avanzando y llegaron a un andén,  habían más de esas imágenes pegadas por todas las paredes y colgaban televisores de algunas partes del techo a demás de que habían varias bancas en fila.
-Bajen a las vías- dijo la mujer dando un salto hacia estas.
Alison lo hizo, Nedd por igual y después todas las personas con las que iban. Caminaron sobre el camino irregular y lleno de piedras sueltas hasta adentrarse en un túnel todavía más oscuro.
La mujer subió por unas escaleras ya dentro del túnel.
-Ustedes dos que no se despegan de mi, sirvan de algo y acompañenme- les ordenó y Alison y Nedd obedecieron.
La mujer abrió una puerta roja que tenía letreros de precaución. Suspiró la ver un montón de cajas y cables de colores llenos de polvo.
-No podré restablecer la energía de todas las estaciones, pero corrimos con suerte- dijo dándoles la espalda acomodando y moviendo cosas-, sostén esto- le puso la linterna en los brazos a Nedd sin importarle que llevará el hacha en las manos- ¿En que estaba? Oh si, corrimos con suerte porque estamos en la estación de control, y aquí es en donde se hace la luz... por lo menos para los túneles del tren.
Dio un tirón a una palanca y hubo un ruido eléctrico.
-Continuemos,  si no se hará de noche y nosotros no avanzaremos- bajaron del cuarto de control.
-Kalev, vamonos- dijo la mujer al hombre que la acompañaba.
Todos comenzaron a avanzar después de escuchar el eco de la voz de la mujer. Las piedras lastimaban sus pies, se odió por un momento por haber escogido esos tenis y  o unas botas o algo más duro.
-Oigan, dijo la mujer después de varios minutos de silencio, pero esta vez solo se estaba dirigiendo a ellos dos- mi nombre es Aimee.
Le tendió una mano a Alison y después a Nedd, ambos la recibieron. El humor de Aimee cada vez era más tranquilo, tal vez podrían llegar a congeniar mientras salían de ese hoyo.

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