Prólogo. ¡Agentes por donde quiera!

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Kris continuaba corriendo por entre las fábricas de la ciudad. Era de madrugada. Aun nadie se levantaba de sus camas.
Entraron a la enorme explanada que estaba en el centro de los Condominios; esos edificios de casi un kilómetro cuadrado. Lo suficientemente grande para que en los pisos de abajo hubiera un supermercado. Precisamente lo que estaban buscando.
Caminaron hasta las enormes puertas del edificio que tenía marcado un gran cinco al lado de la puerta. Ese condominio era especial para los comerciantes y sus negocios.
-¿Que haces?- le preguntó Quentin a Kris cuando vio que sacaba su arma y la preparaba para disparar.
-Puede que haya Agentes rondando- explicó Kris.
Hizo un gesto de dolor cuando movió el arma hacia delante de ella.
-¿Estas bien?
Kris asintió sujetando su herida debajo de su clavícula.
-Vamos a la tienda de cacería, robarémos algo de ropa y una pistola más... por si hay problemas en nuestra huida.
Kris volvió a asentir con la cabeza y ambos entraron al edificio. Kris llegó a la recepción vacía del lugar. Una estancia blanca con un escritorio largo para diez personas de color madera y detrás de este había una enorme tabla con el letrero de "Condominio 5" coronando un mapa de los pisos.
Kris le dio la vuelta al escritorio y buscó la tienda de cacería en el mapa. Según este tendrían que subir al piso trece.
Kris le dijo el piso a Quentin, quien se encaminó hacia el elevador.
-Espera- le dijo Kris-, puede que nos vean en las grabaciones. Subiremos por la escalera de incendios.
Nunca se imaginó decir eso. Pero no había alternativa. Salieron por la puerta trasera del condominio a un callejón como en el que había empezado su pesadilla.
Quentin bajó la pesada escalerilla tirando de ella. Kris subió y detrás de ella Quentin. Subieron las angostas escaleras. Kris sentía el mismo miedo que la primera vez que había usado esas escaleras. Todo le traía recuerdos, recuerdos dolorosos, y por eso se tenía que marchar muy muy lejos de ese lugar.
Llegaron al piso trece y esta vez entraron por una puerta y no por una ventana. Estaban en un pasillo totalmente blanco como el de la recepción, caminaron hacia adentro del lugar y se encontraron con la plaza de los Condominios. Tenía grandes ventanas y soportes enormes. El centro del lugar era enorme. La plaza tenia cuatro pisos.
-Bien, ahora el problema será encontrar la tienda.
-Debe estar aquí mismo- replicó Kris y avanzó sobre el piso blanco y resbaladizo. Había un cine, una tienda de ropa, el supermercado y al final de todas las tiendas estaba la tienda de cacería.
Kris rompió la puerta con su bota. El vidrio se hizo añicos antes de caer al suelo. Entró sin miedo, pisando el polvo del cristal.
-Busca las llaves de las vitrinas, si hay alguien rondando debimos llamar su atención, hay que ser más sutiles- le dijo Kris.
-Primero buscaré algo de ropa ¿Tu no quieres cambartela?- preguntó.
-Estoy bien por ahora- respondió Kris, que lo único por lo que no quería cambiarse la ropa era por miedo a ver su cuerpo lleno de heridas.
-Kris, necesitas ropa- le dijo Quentin.
Ella resopló y salió a revisar su no había nadie dentro de la plaza.
Quentin entró a lo profundo de la tienda, que era bastante grande. Buscó entre la ropa algo que le pudiera servir. Tomó unos pantalones grises y unas botas de uso rudo, también una camiseta totalmente blanca y una chaqueta de piel de color negro.
Se quitó el chaleco entre gemidos, dejando al descubierto su musculosa espalda, que tenía una línea morada tremendamente gruesa atravesandola de lado a lado.
Se quitó también los ridículos Shorts que le habían puesto y se puso el pantalón gris con las botas. Se puso la chamarra de cuero que tenía capucha de tela y caminó hasta donde estaba Kris.
-Terminé. Yo vigilo mientras tu cambias tu ropa.
-Estoy... bien- aseguró Kris.
-Dios, esos Shorts llamarán la atención, y mucho, así que mejor busca algo más, mínimo unos pantalones.
Kris resongó antes de entrar y buscar algo, después de tanto buscar, tomó un pantalón beige ajustado y una camiseta como la de Quentin.
Se quitó la ropa y lo que vio fue más tortuoso que lo de Quentin. Su pierna rasguñada, su herida en la clavícula, raspones, moretones en las costillas, todo estaba mal en su cuerpo.
Se puso los pantalones que se adaptaron a su perfecta figura y se puso las mismas botas negras sobre el pantalón. Se puso la camiseta que a penas cubría su busto por lo grande que le quedaba y la anudó para que no se viera tan enorme.
-Ahora busquemos las llaves- dijo Kris.
Quentin se acercó a ella y le pasó un dedo por el moretón que tenía en la mejilla.
-Así está mejor.
-Estaría mejor si me diera un baño- agregó Kris sintiendo su cabello que estaba despeinado, humedo y que olía bastante mal.
Quentin entró a un cuarto que decía "Solo Personal" y sacó en unos minutos, un montón de llaves pequeñas.
Las probó en la vitrina que tenía las armas hasta que dio con la que era. Sacó una pistola igual de larga que la que Tenia y sacó varios cartuchos vacíos junto con una caja de balas calibre veintidós.
-¿A donde iremos?- preguntó Kris mientras Quentin le ponía las balas a los cargadores-, es decir: ¿No visitaras a alguien antes de irnos?
-No. Deberías saber que todos los Guardias somos huérfanos. Jase lo era, Troy también... yo lo soy- se dio cuenta de la cara de tristeza de Kris cuando mencionó el nombre de su amigo fallecido-. Oh, lo siento.
-Bien- suspiró-, entonces vamos antes de que amanezca por completo.
Cuando salieron de la tienda, el sol pintaba de naranja el cielo. Estaba comenzando comenzando a amanecer. Era la primera vez que veía el sol fuera de esa jaula.
A lo lejos se escuchó el sonido persistente de una alarma.
-¿Que es eso?- preguntó Quentin.
-No se, vamos- respondió Kris.
Salieron por la misma puerta por la que entraron y a pesar del vértigo que sintió al apoyarse sobre la escalera de incendios eso no la preocupó tanto como el hecho de ver a toda la gente salir de sus casas para ver lo que ocurría.
-Ven rápido- Kris bajó lo más rápido que pudo sujetando el mango del arma que tenía escondida en la parte de atrás de su pantalón.
Llegaron al nivel del suelo y caminaron por el callejón hasta llegar a la explanada, en donde cientos de personas estaban reunidas.
-¿Que esta pasando?- gritó Quentin en medio de todo el ruido de la gente que exigía saber lo mismo.
-No sé, pero cúbrete- dijo Kris mientras tomaba una caperuza de color gris, de un puesto que se empezaba a poner en la enorme explanada.
Se la anudó en el cuello y se puso la capucha al igual que Quentin, que tenía la mano metida en la bolsa del pantalón, donde había guardado su pistola.
De pronto una fila de Agentes de Acero entró por uno de los callejones que daban a las fábricas.
-Demonios, vienen a buscarnos- dijo Quentin-, vamos por allá- pero en cuanto dijo eso apareció otra fila de Agentes en el otro callejón.
En todos y cada uno de estos había Agentes armados.
-Esto es por Seguridad Nacional. Se ha aprobado el protocolo Omega en la ciudad y se tiene prohibido el abandonar los Condominios y la explanada.
La voz robotica de todos los Agentes transmitió el mensaje al mismo tiempo.
Un proyectil enorme avanzó con gran velocidad hacia el Condominio dos, en donde si hermana y ella solían vivir. Se impactó contra la gran edificación y después otro y otro, de todos lados llovían proyectiles y la gente enloquecia mientras observaban como se destruía el edificio.
Golpeó todos los cimientos de un lado del edificio hasta que esté cedió ante la gravedad y cayó.
La gente gritó, Kris gritó al ver que la enorme edificación iba a caer sobre todos ellos.
Pero el edificó se quedó en diagonal, sujeto del otro edificio de en frente. El Condominio cuatro era lo único que impedía que el edificio se viniera encima por completo.
Los vidrios de los departamentos se quebraron y cayeron sobre varias personas, lastimandolos o matándolos. Eso era una masacre. Llovía gente desde el Condominio. Gente que seguramente dormía en ese instante.
Kris se levantó del suelo, tenía nuevas heridas al igual que Quentin.
-¿Estas bien?- preguntó Quentin.
Como si fuera posible estar bien en medio de la desgracia. Kris asintió.
-Nos están buscando Quentin, y por nosotros esta muriendo gente- dijo Kris.
-Se quien puede ayudarnos a escapar... vamos a decirle a la gente e iremos por él...
-No- respondió Kris a su idea.
-¿Que?
-No podemos llevar gente, descubrirán por donde escapamos y nos matarán de todas formas- dijo Kris con la misma frialdad de siempre.
Quentin asintió sabiendo que Kris tenía, a razón.
Ambos avanzaron entre la multitud y entre los muertos y las piedras.
-Objetivos principales detectados- sonó una voz de robot detrás de ellos.
Kris sacó su arma y se giró sin pensarlo, le disparó al Agente y pasaron de caminar a correr.
-Es por aqui- dijo Quentin, entrando en el Condominio uno.
Corrieron por el largo pasillo hasta el cuarto del fondo.
-Dean, abreme- exigió Quentin mientras golpeaba la puerta con fuerza.
-¿Como supones que si nos ayudará a escapar en medio de todo esto?- preguntó Kris.
-Porque me debe la vida- dijo Quentin.
-Abre la maldita puerta o la tiro- gritó Quentin de nuevo.
Abrió un hombre anciano. Uno de los pocos hombres en la ciudad que Kris había visto que superara los cuarenta años.
-¿Que demonios quieres?- le dijo el hombre bastante molesto-, y ¿Que demonios esta pasando en la calle? Oí ruidos terriblemente fuertes.
-Han acabado con el dos. Tenemos que salir de la ciudad, y tu bastardo, me debes algo.
-Entren rápido- Dean jaló a Quentin hacia adentro y Kris entró muy rápido-, estoy seguro de que ustedes tienen que ver algo con esto... ¿Que hicieron para molestarlos tanto?- preguntó el hombre.
-Destruimos la Cárcel y La Salida- contestó Kris.
El hombre soltó una carcajada enorme.
-Hubiera querido ver a esos hijos de puta con sus sucios planes arruinados.
-¿Usted que sabe sobre sus planes?- preguntó Kris.
El hombre avanzó hasta un closet lleno de papeles y planos, y con un quejido sacó unos papeles que no alcanzaba.
-Yo lo sé todo. Cuando Quentin me ayudó a escapar de La Salida hace unos años, yo comencé a investigar sobre teorías de conspiración y otras cosas que abordaban a esta ciudad. Y precisamente por eso... los puedo ayudar a escapar.
-¿A que se refiere?- preguntó Kris.
-Ven acá- pidió el hombre mientras desenrollaba un plano-, en una de mis investigaciones descubrí que la montaña en la que estamos parados no es una montaña natural. Es demasiado extensa como para serlo. Alguien la formó. Pero eso no es lo peor...- el hombre mostró un dibujo. No era un plano, era un boceto de una ciudad con un punto central que destacaba, un edificio muchísimo más alto que los Condominios-, la formaron sobre una ciudad. No recuerdo muy bien su nombre pero la titulé La Ciudad Subterránea.

Ciudad SubterraneaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora