Capítulo 11. Alison

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-Entonces ¿Fue por ahí que escaparon?- preguntó el General.
-Así es.
Miró la enorme maquina enterrada en el suelo dentro del cuarto de un hombre que había sobrevivido a la simulación y había escapado de las garras de Biotechno.
-Bien... quiero que empiece el protocolo omega, después de eso ira un grupo de Agentes a los túneles del metro y otro me acompañará por el otro par de sujetos.
-Perfecto. Permitame un segundo- dijo la secretaria que de inmediato se puso a hablar por teléfono.
Después de unos segundos colgó y asintió con la cabeza al General. Sonrió de emoción.
-Tenemos cinco minutos- dijo la Secretaria.
-Es más que suficiente. Enciendan el helicóptero- ordenó el General a un militar y este a su vez le habló al piloto del helicóptero para que llegara por ellos.
-Señor, subamos por las escaleras hasta. El piso veinte. Ahí podrá subir al helicóptero sin problemas.
El general asintió de nuevo y subió las escaleras lo más rápido que pudo. Era grande, pero resistía a pesar de su edad.
Llegó al piso veinte y se encontró frente a frente con el helicóptero militar en el que llevaba a todo su escuadrón.
-Apartense- ordenó un oficial y disparó al vidrio, el cual se e destrozó y por ahí entró un puente de metal por el cual pasó el General y todos sus acompañantes hasta el helicóptero.
-Sube esta cosa ya- ordenó al sentarse en uno de los asientos y abrochar su cinturón.
El helicóptero subió y en ese momento todos los agentes al mismo tiempo marcharon de reversa hacia el exterior de los condominios. Apuntaron con sus cañones de manera sincronizada y dispararon a los edificios.
La gente comenzó a gritar y a golpearse para intentar escapar. Pero los edificios ya estaban cayendo sobre ellos para ese entonces. El Condominio Tres terminó de destruirse y de caer sobre la gente. Los estallidos y el humo desde el helicóptero parecían ser escenas postapocalipticas. Todo el estruendo y los edificios se derrumbaban alrededor del helicóptero que aún no llegaba a salir del rectángulo que formaban los Condominios que ahora no existían.
-¿Cuales son las cifras?
-Trescientas doce mil ochocientas noventa y seis personas muertas. Ningún sobreviviente y nada que afecte el domo de la Ciudad Subterranea salvo grietas parciales.
-Bien, eso nos servirá para entrar.
Todo quedo reducido a miles de piedras formando una enorme montaña.

Llevaban a penas unas horas dentro del túnel y Alison ya se sentía totalmente aterrada. No había ni un solo indicio de luz en todo el camino salvo por la redonda proyección del foco de la linterna.
-¿Por que nos ayudan?- preguntó Alison.
-Porque es nuestro deber. Pronto sabrán la verdad sobre todo esto.
-Tal vez no quiera escapar- dijo Alison.
-¿Por que no lo harías?- Aimee se giró a verla.
-Porque acabo de escapar de la cárcel... no se si en otro lado al que me lleves querrán que regrese a otro agujero como ese.
La mujer abrió los ojos como platos al escuchar eso.
-¿Escapaste de la cárcel?- preguntó.
-Si. Lo hice... pero las reglas aquí son...
-Yo se cuales son- interrumpió-, ahora lo sé, necesitas y con mucho más razón ahora que me contaste esto, estar junto a mi equipo.
-¿Por que?- preguntó Alison.
-Porque te buscarán para asesinarte.
Esa frase le congeló la sangre a Alison. Creía que estaba siendo paranoica. Pero estaba en lo correcto.
-Entonces ese atentado fue por mi culpa- dijo abrumada.
-No... hay algo más grande a lo que gente como tu y como yo pertenecemos. ¿Sobrevivió alguien después de ti?- preguntó.
-No... no lo creo. Cuando escapé fue gracias a un chico... era una muy buena persona. Pero prefirió atraer a las bestias que nos perseguían hacia el lado contrario al que yo iba- se sintió culpable-, y había alguien mas... no lo conocía, pero salió antes de mi. Cuando llegué a la ciudad lo encontré muerto.
-Es casi imposible que solo sobreviva una persona... por lo general siempre sobreviven tres.
-¿Como se supone que sabes?- dijo asustada.
-Pronto sabrás quienes somos... solo ten paciencia. Mira... nosotros no podemos decir nada sobre la organización. La que les debe contar es Jean- comentó Aimee.
-¿Quien demonios es Jean?- preguntó harta-, ¿por que no me das respuestas concretas?
-Ella es la que debe dartelas... si yo digo algo que no deba podría poner en riesgo a la Organización.
Antes de que pudiera formular otra pregunta u ruido increíblemente fuerte se escuchó sobre ellos. El ruido no paró.
-Nedd, ven aquí- le pidió a su hermano gemelo.
-¿Que pasa?- preguntó él.
-No lo sé. Tengo miedo.
-Tranquila todo va a estar bien.
Kalev se emparejó con ellos.
-Aimee tenemos problemas- dijo agitado.
-¿De qué hablas?- preguntó.
-Tenemos que avanzar rápido o vamos a morir.
Un montón de piedras comenzaron a caer sobre el amplio túnel aplastando a las personas que iban hasta atrás. Todos comenzaron a gritar y a correr hacia el paso contrario cuando se empezó a agrietar el techo.
Alison se mezcló entre la gente cuando algunos comenzaron a correr más rápido que otros.
Las rocas se enterraban en la suela de sus tenis. A veces tropezaba pero volvía a saltar los pequeños obstáculos que se le atravesaban.  De pronto miró que una de las linternas gigantes estaba en el suelo. Con forme se alejó del halo de luz de la linterna poco a poco comenzó a volverse todo más oscuro.
Las rocas seguían cayendo detrás de la gente. Algunos sangraban y estaban envueltos en tierra gris.
De pronto tropezó y cayó en el suelo. Sus rodillas ardieron y dolieron. Las piedras se le habían incrustado.
Gritó e intentó incorporarse, pero su pie se dobló y ella regresó al suelo por impulso. Su pie estaba atorado en uno de los rieles del tren.
Lloró al escuchar que las piedras comenzaban a caer cerca de ella.
Buscó en la cangurera y sacó la linterna que había empacado.
Cuando la encendió miró sus piernas rasguñadas y  lastimadas por las rocas negras debajo de ella.
Escuchó un ruido en medio del que provocaban las rocas y giró la linterna para encontrarse con su hermano.
-¡Nedd! Vete- dijo cuando sintió que pequeñas rocas caían sobre sus hombros.
-No, espera- insistió y sacó de su cinturón el hacha.
-¿Que vas a hacer?- dijo Alison nerviosa.
Nedd no le hizo caso y caminó hasta el otro extremo del riel.
Golpeó la tira de acero que cedió ante el golpe, pero no lo suficiente como para que Alison escapara.
-¡Rápido!- enfocó la linterna sobre ella y vio la grieta creciendo y haciendo más ramificaciones sobre ellos.
-Sujeta esto- pidió Nedd.
Alison tomó el hacha y Nedd comenzó a jalar con sus manos la tira.
-Saca el pie, ahora- ordenó.
Alison sacó el pie y Nedd la ayudó a levantarse. Ambos se miraron. No fue cuestión de más de dos segundos antes de que Alison agradeciera a su hermano por esperarla.
Las rocas cayeron sobre él que aún la tenia tomada de las manos. Alison saltó hacia atrás.
Impactada. Mirándo que sus brazos estaban llenos de la sangre de su hermano y de la suya. Las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos y gritó de dolor. Un dolor que sentía en el fondo de su alma.
-¡Alison! Muévete- gritó Aimee desde lejos.
La tomó de las axilas y la levantó del suelo. Comenzaron a correr hacia el lado contrario de las rocas. Alison aun llevaba la linterna y el hacha.
Aimee le quitó la linterna de las manos ensangrentadas  y continuaron corriendo. Una roca cayó justo detrás de Aimee hiriendo su espalda.
-Por aquí,  el camino esta bloqueado- la jaló y la metió a un conducto resbaladizo justo antes de que cayera todo el túnel.
Cayó sobre un montón de agua que lanzaba un terrible hedor en el ambiente.
Salió del agua asqueada. Sintió arcadas. Y Aimee la arrastró hasta un monte de concreto que había cerca de ellas.
-¿Que va a pasar ahora?- preguntó Alison aún en shock-, tal vez Kalev este muerto con el resto del grupo.
-No. Él no está muerto...- afirmó Aimee.
-¿Como puedes asegurarlo?- preguntó Alison.
-Kalev es bastante listo... creo en él y que en cualquier momento intentará dar señales de que vive- Alison no respondió, Aimee se levantó de al lado de ella-, iré a ver si hay alguna forma de salir de aquí.
Aimee se alejó y Alison se quedó sumida en su tristeza y en su terrible olor a mugre y mierda.
Pasaron varias horas, las luces de ahí estaban encendidas. No había razón para mantener la linterna prendida. Después de ese largo rato apareció Aimee y miró a Alison. Caminó hasta ella.
-Lo siento. Pero hay que movernos.
-Así que no sabes lo que es perder a alguien cercano ¿O si? No. Tu tienes una vida de defender gente desamparada, ayudada por tus colegas misteriosos... No sabes lo destruida que me siento en este momento.
-¿No lo he sentido? Se que no puedo decirte muchas cosas... lo que si te puedo decir es que cierres la maldita boca y camines.
-No me voy a mover de aquí- contestó Alison sin mirar a Aimee.
-¿Sabes a caso por que estoy aquí haciendo esto? Yo estuve en una situación como la tuya... hace muchos años. Conozco la cárcel en la que estuviste encerrada como la palma de mi mano.
-¿Tu estuviste encerrada?- preguntó. Lo que acababa de decir había despertado su curiosidad.
-No... como te dije estuve en una situación como la tuya. Y perdí a mi madre. A mi hermana. A mis hermanos, a mi novio, a mi mejor amiga... y básicamente a toda la gente que conocía. Pero me rescataron y seguí adelante. Así que ¿Aun crees que no he sentido lo mismo que tu?
Indignada se dio la vuelta y comenzó a caminar.
-Ven o quédate. Tu decides, lo único que te puedo decir es que tu eres una pieza importante en este juego.
Alison quedó más interesada en lo que estaba ocurriendo así que con todo el dolor de su alma se levantó del suelo y siguió a Aimee.

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