Cuatro años más tarde
Konoha
Parpadeando para contener las lágrimas, Sakura se levantó de la tumba de su padre. Tan pronto como recibió la noticia de que su padre se estaba muriendo, había abandonado la escuela de monjas, pero había llegado tarde para darle el último adiós.
Permaneciendo de pié, recordó lo amable y alegre que siempre había sido cuando era una niña, antes de que los tiempos se volvieran duros y la risa despareciera para siempre de sus ojos. Una vez, había pensado que era duro e insensible. Y si bien había entendido sus razones, le había odiado por venderla a Naruto, pero hacía mucho tiempo que le había perdonado por eso. Deseó habérselo podido decir. Murmuró las palabras, esperando que las pudiera oír.
Recorrió con la mirada a sus hermanas, que estaban de pie en el lado contrario de la tumba. Desde la última vez que las había visto, habían cambiado de lindas niñas a preciosas jóvenes. Tenten, lo mayor, estaba comprometida para casarse en primavera. Naruto le había dado una abundante dote que le permitiría a ella y a su futuro marido comprar un pedazo de tierra y construir una casa propia.
Le había sorprendido ver lo bien que se veían todos. Sus ropas eran nuevas y a la moda. La casa de campo, antes no más que una pequeña casucha, estaba ahora en buen estado y ampliada. Se habían agregado dos grandes cuartos. Un pequeño establo se había construido detrás de la casa, que alojaba tres vacas de leche, una cabra, varias ovejas, y dos caballos.
Cuándo le había preguntado a su madre por los cambios en sus condiciones de vida, Tsunade le había explicado que Lord Naruto había remodelado la casa de campo y construido el granero. Cada año les pasaba una abundante pensión.
-"Ha sido tan amable de tu parte pensar en nuestras necesidades, Sakura," su madre dijo, -"Especialmente después de que tu padre te echara”.
-"Yo no he tenido nada que ver con esto”, contestó Sakura, aunque por supuesto en cierto modo sí lo tenía.
-“¿Entonces por qué habrá hecho él todo esto?” Preguntó su madre.-"No somos nada para él".
Lo había hecho por ella, pensó Sakura, y supo que nunca podría recompensarle por su bondad con su familia, por la educación que le había proporcionado.
El servicio del funeral fue breve. Cuando la última oración fue dicha, su madre dejó caer un puñado de tierra sobre el sencillo ataúd de madera, y luego cada hija, comenzando por la más joven, hizo lo mismo. Sakura pensó que ese era un sonido que jamás olvidaría.
Rodeando con el brazo los hombros de su madre, la apartó lejos de la tumba.
En la casa, Sakura hizo té para las dos y luego se sentó en la mesa frente a su madre.
Sakura sujeto con ambas manos su taza, esperando que el calor aliviara el frío que se había instalado en su interior desde que había abandonado el convento.
-“¿Cómo esta Lord Naruto?”. Preguntó al cabo de un momento.
-“¿Qué sé yo? Oí que abandonó el castillo poco después de enviarte a París”.
-“¿No está aquí?”.
El frío que había invadido su cuerpo traspasó su corazón. Él se había ido. Hacía cuatro años, que soñaba con verle de nuevo. Aunque habían pasado poco tiempo juntos, había estado en sus pensamientos todas las horas de sus días y todas las noches en sus sueños.
-"Un hombre extraño, ese" su madre filosofó.-"Sólo le vi una vez". Tsunade tembló. -"Unos ojos tan fríos. Nunca he visto unos ojos tan fríos".
-“¿Fríos?”. Sakura negó con la cabeza. A ella no le había parecido frío en absoluto. Solo. Aislado, sí. Pero no frío. Había visto calor en esos ojos. El calor del deseo. La llama de la pasión.
-“¿Dijo él a dónde iba? ¿Cuándo regresaría?”.
-"No que yo recuerde". Tsunade sorbió su té.-"El lo hizo... Perdóname, Sakura. Te dije que no preguntaría, pero debo saberlo. –“¿Te mancilló, hija?”.
-" No, madre. Fue muy amable conmigo".
-“¿Amable?”.
Sakura asintió.- "Tuve lo mejor de todo mientras estuve con él. Me envió a la mejor escuela de París, se aseguró de que cada año tuviera ropas nuevas. Era la única chica que tenía un cuarto para mí sola. Me enviaba una pensión cada mes para que tuviera mi propio dinero para gastar. En verdad, ha sido más que generoso conmigo. Y parece ser que también con usted".
-"Sí. Estoy contenta de que hayas regresado, hija. ¿Vas a quedarte en casa?”.
Sakura pensó en como lo que sería vivir de nuevo en el pueblo. Perdería París, perdería a sus compañeros de escuela. Pero ésta era la casa de Naruto. Seguramente un día él regresaría. Y ella estaría aquí cuando lo hiciera.
-"Sí" decidió -"He venido aquí para quedarme". Y supo que de todas formas habría tenido que quedarse. Su madre que nunca había sido fuerte; Ahora se veía endeble.
Tsunade sonrió. Colocando su taza sobre la mesa, se levantó.-"Estoy candada. Creo que iré un rato a acostarme".
-"Que descanse bien, madre".
-"Bienvenida a casa, hija". Dando a Sakura un cariñoso apretón en el hombro, salió del cuarto.
Luego entraron sus hermanas. Tenten, lo mayor, tenía ahora 17 años. Ino 15, Hinata casi 14, y Moegi acababa de cumplir los 12. Abatidas por el entierro, se sentaron a la mesa, recordando el pasado y a su padre, recordando los buenos tiempos e ignorando los malos.
-"Él nunca se perdonó a sí mismo por lo que te hizo" Tenten comentó.-"Si bien el dinero Lord Naruto puso comida en nuestra mesa". Hizo una pausa, sus dedos jugueteando con el borde de su vestido. –“¿Ha sido horrible, vivir con Lord Naruto"?
-"No". Sakura recorrió con la mirada la pequeña casa de campo. Pensó en lo diferente que parecía. Pero incluso ahora, aunque estaba limpia y el pozo funcionaba, todavía parecía una casucha en comparación con las opulentas estancias del castillo.
Pasó la tarde con su madre y sus hermanas, recordando el pasado y escuchando sus planes para el futuro.
Más tarde, cuándo todos los demás se fueron a la cama, Sakura ensilló uno de los caballos y fue hasta el castillo de Naruto.
El castillo estaba tal como lo recordaba, un oscuro y solitario centinela gravitando sobre el pueblo. La niebla constante, cubriendo como una túnica la montaña Hokague, dejando solo las altas torres visibles desde lejos.
Él no estaba allí. Ella lo sabía, pero necesitaba ver el castillo de nuevo, pasear entre los jardines, dar el último adiós....
Desmonto en la puerta lateral, ató al caballo en un árbol, abrió la portilla, y entró en el jardín. Habían muerto las bellas flores que había plantado, los helechos, los rosales. Los árboles, una vez florecientes, ahora eran secos esqueletos.
Con un peso en el corazón, vagó por los estrechos y serpenteantes senderos. Todo su arduo trabajo para nada.
Sólo los arbustos que formaban los senderos del laberinto permanecían verdes en contraste con las grises paredes de piedra.
Con un suspiro, regresó a la puerta lateral y tomó las riendas de su caballo. Era hora de irse. Todo lo que había planeado, todo por lo que una vez había tenido esperanzas, se había evaporado, era como una pesadilla.
Ella estaba aquí. Escondido entre las sombras de la noche, él la observaba andar por los caminos iluminados por la luna. Había cambiado durante los últimos cuatro años. Las jóvenes curvas habían madurado. Se movía con gracia femenina y confianza en sí misma, él la observaba con un sentimiento de orgullo, sabiendo que había sido, en parte, responsable de lo que ella se había convertido, aunque su belleza interior siempre había estado allí.
Sakura. Su nombre surgió en su mente, desterrando siglos de oscuridad. Sakura... ¿Por qué has regresado? ¿Vienes a atormentarme nuevamente? ¿A recordarme lo qué nunca pudo ser? Sakura... Mi bien amada... Cómo suspiro por ti... Sueño contigo... Sakura...
-“¿Su Señoría?” Ella se dio la vuelta, esperando verle de pié detrás de ella, su capa oscura formando remolinos alrededor de él como humo, pero allí no había nadie.
Confundida, miró con atención en las sombras. Había oído su voz tan claramente, que no la pudo haber imaginado.
Soltando las riendas del caballo, corrió a lo largo del estrecho camino de piedra que conducía al frente del castillo y llamó a la puerta.
Esperó. Escuchó. Luego llamó de nuevo.
Después de lo que pareció una eternidad, la puerta se abrió rechinando.
-"Buenas noches, señorita," dijo Jiraiya.
-“¡Jiraiya! ¿Qué hace usted aquí?”. Él estaba casi igual, pensó, aunque su pelo parecía más blanco que antes, más fino con el paso del tiempo.
Alzó las cejas. -"Por qué me lo pregunta, vivo aquí, señorita".
-"Pero creí que Lord Naruto se había ido".
Jiraiya inclinó su cabeza hacia un lado, y tuvo la extraña impresión de que estaba escuchando una voz que solo él podía oír.
-“¿Jiraiya? ¿Él se ha ido, no es verdad?”.
-"Sí, señorita. Se fue al poco tiempo de irse usted a París”.
-“¿Y usted no se fue con él?”.
-" No, señorita. Mi lugar está aquí".
-"¿Es que él...?”¿Cree que él va a regresar?”.
-"No lo sé, señorita. ¿Puedo preguntarle porque abandonó París?”.
-"Mi padre murió. Volví a casa por el entierro”.
-"Lo siento, señorita Sakura. Por favor acepte mis condolencias".
-"Gracias, Jiraiya". Con un suspiro, se volvió para irse, pero luego se detuvo.
-“¿Está usted seguro de que no está aquí?”.
-“¿Por qué me pregunta usted eso?”.
-"Por nada. Quiero decir, que creí oírle llamando mi nombre”.
Jiraiya la miró con evidente asombro en sus ojos. –“¿Usted oyó su voz?”.
Sakura asintió.-"Por lo menos creo que lo hice. Él... Él parecía tan triste. Supongo que he debido imaginarlo”.
-"Sí, señorita".
-"Pues bien, entonces, será mejor que me vaya. Si tiene noticias de Lord Naruto, por favor déle mis recuerdos y mi agradecimiento, por ser tan amable con mi familia”.
-"Lo haré, señorita. Y debo decirle que París le ha sentado maravillosamente, pues se ha convertido en una preciosa joven. Sé que Lord Naruto estaría encantado con ello".
-"Gracias, Jiraiya. Buenas noches".
-"Buenas noches, señorita".
Sakura corrió hacia su caballo con los hombros caídos. Era una solemne tontería claro está, pero había creído oír su voz. ¡Le había extrañado tanto durante estos cuatro años! Extrañado, y soñado con él.
Desde la puerta lateral, contempló las ventanas de la torre del este.-"Naruto," murmuró, -"Sé que estas aquí".
Escondido entre las sombras de una solitaria habitación en la torre, un hombre escuchaba su súplica, y oía derramar sus lágrimas.
Regresó la siguiente noche y otras, caminando por el huerto durante horas, esperando que él viniera a su encuentro, esperando que sintiera su presencia y supiera que estaba allí.
Pero él no fue a buscarla.
Algunas veces, como ahora, se sentaba en uno de los bancos de piedra, contemplando ensimismada la torre este, preguntarse dónde estaba, lo que estaría haciendo, preguntándose por el deseo abrumador que por la noche la atraía a este lugar, con la certeza de que él estaba cerca. Era extraño, que tuviera pocas ganas de venir aquí durante el día. ¿Eso era porque nunca había visto Naruto cuando el sol estaba en lo alto? Qué misterio se escondía en él, oscuro y misterioso como la noche misma.
Levantándose, se dirigió hacia el laberinto, los latidos de su corazón se aceleraban a medida que se acercaba.
-“No hay nada que temer allí dentro”. Se dijo en voz alta esperando reforzar su flojo coraje. “No hay nada en la oscuridad diferente a lo que hay en la luz del día”. Incluso, en el mismo momento en que las palabras salían de sus labios se preguntaba si eso era cierto.
Enderezando los hombros, tomó un profundo aliento y avanzó lentamente hacia el laberinto. El verdor se levantaba a su alrededor, envolviéndola, abrazándola. Sintiendo como si una mano invisible guiase sus pasos, camino hacia delante con seguridad, apresurando sus pasos, hasta que alcanzó el corazón del laberinto.
Se paró repentinamente, y dio una mirada a su alrededor. Había esperado ver rosas dentro del laberinto, pero estaban muertas, solo había arbustos verdes. Permaneció mucho tiempo mirando fijamente las estatuas, el zorro de bronce y el cuervo negro esculpidos en metal y mármol.
Temblando, se rodeó la cintura con los brazos. Esta noche había algo malévolo en las estatuas. Tenía el extraño sentimiento de que el zorro y el cuervo la observaban, esperando una oportunidad para atraparla repentinamente.
Se estaba dando media vuelta para salir, cuando vio un destello de movimiento en una esquina. Miró por encima su hombro, su mente diciéndole que de nuevo estaba imaginando cosas.
Pero esta vez no fue su imaginación.
Naruto se materializó entre las sombras cerca de la estatua del zorro, la luz de luna brillando en su pelo rubio, su capa envolviéndolo como si estuviera viva.
-"Su Señoría," dijo, jadeando de repente.
-"Buenas noches, Sakura". Sus palabras pronunciadas con suavidad, demorándose en su nombre, haciéndola temblar, como si la hubiera acariciado.
-"Esta usted aquí". Miró hacia la estatua del zorro. Parecía diferente en cierta forma.-"Jiraiya dijo que no estaba aquí".
-“¿Por qué estas tú aquí, dulce Sakura?”.
-"Mi padre... "
Él negó con la cabeza.-"Ya sé por qué has vuelto a casa. ¿Pero por qué estas tu aquí"?
-"Le añoraba, Su Señoría. Estar aquí, en el castillo, en su tierra, me hace sentirme mas cerca de usted”.
-“¿Tú me añorabas?”.
Sakura asintió. -“¿Por qué le parece eso tan difícil de creer?”.
Él se rió, pero no había humor en el sonido. -"Lo encuentro casi imposible de creer".
-“Pues es la verdad. Lo siento si eso le desagrada".
-"No me desagrada, dulce Sakura" contestó quedamente. –“¿Cuánto tiempo estarás por aquí?”.
-“¿En el castillo?”.
-"En Konoha".
“Oh. He venido para quedarme".
-" No. No debes hacerlo".
Sakura le contempló, asombrada por la vehemencia en su voz. -"Parece que mi presencia le desagrada tanto como mi lealtad, Su Señoría".
-"Nada en ti me desagrada, dulce Sakura. Es sólo en tu bienestar en el que pienso”.
-“¿Su Señoría?”.
-"Tu futuro, Sakura. Me gustaría verte casada con un hombre digno de ti, no con algún campesino, que te hará envejecer antes de tiempo, y que plantará un bebé en tu vientre cada año, y te conducirá hasta una temprana tumba”.
-“¿Desea que me case?”.
-“¿No es ese también tu deseo?”.
-" Sí, claro, pero... "
Su intensa mirada sujetó la de ella.-“¿Pero?”.
-"No quiero casarme por dinero, Su Señoría, sino por amor".
-"Amor". La palabra era un susurro, un deseo no cumplido, un sueño de futuro.
-“¿Usted nunca ha estado enamorado, Su Señoría?”.
Negó lentamente con la cabeza, sus ojos azules llenos de un dolor y una soledad tan grandes, que ella quiso llorar. ¿Era sólo su imaginación, o su capa parecía envolverlo más estrechamente, confortándole?
-“¿Y tú?” Él preguntó. –“¿Has encontrado en tu corta vida, el amor?”.
-"Sí, Su Señoría, aunque me temo que él no me corresponde".
-“¡Entonces es un tonto"!
Una débil sonrisa curvó los labios de Sakura. "Al menos en eso, estamos de acuerdo".
Naruto lucho contra su cólera. El deseo de destruir al miserable que no correspondía a su amor se rebeló dentro de él, junto con unos celos posesivos.
-“¿Quién es ese hombre"?
-“¿No lo supone?”. Sakura contestó, su voz apenas un susurro.
Naruto cerró sus ojos, el dolor atravesándolo. Si sobrevivía durante otros cuatrocientos años, nunca podría olvidar este momento, el amor brillando claramente en sus ojos, la admiración por él.
Un trémulo suspiro escapó de su garganta y después abrió los ojos.
“Vete de aquí, Sakura," dijo, con voz brusca, sus ojos fríos como el hielo. -"Abandona mi casa y no regreses nunca”.
Ella dio un paso hacia atrás como si la hubiera abofeteado, el dolor en sus verdes ojos abrasó su alma.
-“Vete" dijo.-"Y reza para que nunca vuelva a verte".
-"Como usted desee, Su Señoría" dijo Sakura y dando media vuelta, huyó sin mirar hacia atrás.Detrás de ella, un zorro aulló melancólico a la noche.
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Deeper Than The Dark
FanficÉl siempre había amado la noche. Sus pasatiempos favoritos - la bebida, los juegos de azar y la compañía de bellas mujeres- que transcurrían preferiblemente durante las horas nocturnas. Los mejores momentos de su vida los había pasado en salones d...