Cazaba entre las sombras de la noche, desahogando su furia y su pena en el derramamiento sin control de sangre inocente. Acechaba su presa implacablemente, alimentándose de su miedo, dejando que su presa viera lo que era, dejándole ver el deseo de matar en sus ojos, sonriendo mientras dejaba al descubierto sus colmillos. Sufría, como nunca lo había hecho durante los cuatro siglos de su existencia, y quería lanzar un golpe tras otro, esperando que al infligir dolor en los otros, poder aliviar él suyo propio.
Cazó presas como no lo había hecho desde que fue hecho Vampiro, cazó hasta que el aroma a sangre y miedo se pegó a su piel, a su ropa, se infiltró en cada uno de sus poros.
Había olvidado cuan embriagador era, beber y beber y beber, hasta que se saciaba de la sangre, de la vida, hasta que su corazón latía al mismo ritmo que la desafortunada alma en su abrazo, hasta que su cuerpo se alzaba pletórico por la fuerza vital del otro. Ah, el beber hasta no poder más, beber la vida de alguien, sus esperanzas y sus sueños y sus memorias, su mismo ser.
Se negaba a considerar los principios morales de ello. ¿Qué necesidad tenía él de tener principios morales? No era humano, era un Vampiro, una raza aparte. Las leyes de los hombres no significaron nada para él. Los hombres apresaban y mataban animales indefensos para alimentarse. Los vampiros hacían de los hombres sus victimas. Nadie hacía presa del Vampiro.
Durante demasiado tiempo había intentado negar lo que era, negar la necesidad que ardía en su interior, negar el exquisito placer que sólo podía obtener al beber la sangre de los mortales. Cuan cercano se sentía a todos aquellos que cazaba cuando los acunaba en su abrazo oscuro. Qué agradecido se sentía por la fuerte oleada de energía que fluía por sus venas, llenándolo de vitalidad, haciéndolo sentir de nuevo como un vampiro joven, recién hecho.
Y a pesar de que bebía hasta saciarse, nunca agotaba a sus víctimas hasta el extremo de la muerte. Aunque era fuerte su sed, no podía hacerlo. Sakura tenía la culpa. Ella podría entender su necesidad de sangre; pero nunca aprobaría el que tomara una vida. Y aunque nunca la volviera a ver, no podía ser peor de lo que ella creía que era.
Se deleitaba en la oscuridad que lo inundaba, todos sus sentidos alertas, sonidos de la noche que los mortales nunca oían, la suave salpicadura de una gota de lluvia cayendo sobre la hierba húmeda por el rocío, el sonido de un ratón andando sigilosamente entre las sombras. Veía la belleza escondida en la oscuridad de la noche, las sombras y formas cambiantes de un mundo dormido.
Durante semanas, vagó por las sombras de la noche, una figura obsesiva silenciosa haciendo presa de cualquiera lo suficientemente incauto como para cruzarse su camino.
Ahora estaba cazando. Nubes oscuras cubrían la luna y las estrellas, prometiendo lluvia antes del amanecer. Había poca gente en las calles, una pareja de ancianos dirigiéndose a su casa, un padre y un hijo parados en un portal, una joven pareja caminando de la mano, mirándose fijamente a los ojos ignorantes de la tormenta que se avecina.
Y entonces vio una joven que bajaba corriendo por una oscura calle, su pelo ondeando al viento, los tacones de sus zapatos golpeando los guijarros.Voló con las alas de la noche, silencioso como un búho acechando su presa, hasta que estuvo a su lado su mano tapando el grito que se escapaba de su boca.
El aroma de su miedo se entremezclaba con el de su esencia misma. Podía oír los frenéticos latidos de su corazón, oír como la sangre fluya a través de sus venas.
Se dobló sobre ella, su capa envolviéndolos, como las alas de un gran pájaro negro. Y entonces vio sus ojos. Ojos verdes llenos de un indecible terror. Verdes como los de Sakura...
Con un juramento, se apartó, sacudido en lo más profundo de su ser. Se vio tal como Sakura le vería, no mejor que un monstruo enmascarado en forma humana, una bestia salvaje incapaz de controlar el anhelo horrible de su interior.
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Deeper Than The Dark
FanfictionÉl siempre había amado la noche. Sus pasatiempos favoritos - la bebida, los juegos de azar y la compañía de bellas mujeres- que transcurrían preferiblemente durante las horas nocturnas. Los mejores momentos de su vida los había pasado en salones d...