capítulo 23

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Sakura se arrebujo bajo las cubiertas, escuchando el reloj dar la hora. Eran las cuatro y cuarto de la mañana, y Naruto todavía no había venido a la cama.

A medianoche, había bajado, esperando encontrarle en el estudio, pero el cuarto estaba oscuro y vacío.

Había encontrado a Jiraiya en la cocina. Sentado en la mesa, con una manta sobre sus hombros y un gran vaso de brandy en sus temblorosas manos. Sintiendo su mirada, había alzado la cabeza y luego apartado la mirada. Pero su expresión había silenciado las preguntas que pugnaban en sus labios. Era la expresión de un hombre que había vislumbrado las insondables profundidades del infierno, se había acercado lo suficiente como para sentir el calor de las llamas.

Se giró y se dirigió corriendo hacia la torre. Eso había sucedido hacía cuatro horas.

¿Dónde estaba Naruto?

Pronto amanecería.

¿Por qué no venía a la cama?

Levantándose, se envolvió una colcha alrededor de los hombros y abandonó la torre. El piso estaba frío bajo sus pies desnudos mientras bajaba por la escalera de caracol hasta el primer piso.

No había ninguna luz encendida.

Asiendo fuertemente la manta alrededor de sus hombros, fue lentamente hacia el estudio.

Supo que él estaba dentro tan pronto como puso su mano sobre el picaporte.

-"¿Mi señor?". Abrió la puerta y miró atentamente hacia la oscuridad. -"¿Naruto?" Entró en el cuarto y cerró la puerta tras de sí. -"Sé que estas aquí adentro".

-"Regresa a la cama, Sakura".

-"Estoy sola sin ti".

-"No puedo estar contigo esta noche".

-"¿Estás enfermo?".

Él se rió suavemente, cruelmente. -"Nunca estoy enfermo, mi dulce. Sólo estoy enfermo de mente y espíritu".

Ella dic otro paso hacia él. -"Déjame ayudarte".

-"No hay nada que puedas hacer, Sakura".

-"Pero... "

-"Si de veras te importo tanto como dices, regresara a la cama". Aspiró bruscamente y luego soltó el aire poco a poco. -"Vete ahora, que estoy dispuesto, y soy capaz de dejarte ir".

-"Naruto, por favor... "

-"Déjame".

Él habló con los dientes apretados fuertemente, su voz rasposa por el esfuerzo en mantener el control en su interior.

Con un grito estrangulado, se dio la vuelta y huyó del cuarto.
A la mañana siguiente su lado de la cama estaba vacío. Alarmada, se puso la bata y bajó corriendo.-"¡Jiraiya! ¡Jiraiya!".

-"¿Sí, señora?" Salió de la cocina, visiblemente mejorado con respecto a la noche anterior.

-"¿Dónde está? No vino a la cama. El sol..." Negó con la cabeza, sus ojos agrandados ante el miedo a algo que no se atrevía ni a mencionar.

-"Está bien, señora".

-"¿Dónde está? Él no ha..." Aspiró profundamente. -¿No ha abandonado el castillo, verdad?". No me ha abandonado. Las palabras, tácitas, parecían estar en el aire entre ellos.

-"No, señora".

Frunció el ceño.-"¿Pero si no está aquí, entonces dónde está?".

Jiraiya vaciló un minuto, como si se preguntara si debía o no decírselo.

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