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POV.  ABBY

Salí de aquel lugar tan rápido como pude, no soportaba estar cerca de aquellas personas. Por mi que se queden juntos, estoy es algo imperdonable. Pero él te ama a ti, dijo mi mente. No empieces, si me amara no haría eso, le contesté. No era el momento para dejar que mi mente me manipule a su antojo. Necesitaba irme lejos de la universidad, necesitaba otro aire. Me dolía demasiado el corazón ¿se podría morir de tristeza?
Cuando me cansé de correr, me dejé caer en el pasto frente a un árbol. Se supone que ya no lloraría, pero es tan profundo lo que siento, que creo que es la única manera de sacar un poco de los sentimientos que tengo.

- Abby... - Escuché decir a Stan

No dijo más y me abrazó

- Lo odio - le dije entre lágrimas

Aunque no me gustara ese sentimiento, es lo único que podía sentir por aquel.

- Eso es mentira, lo amas y lo sabes. Sólo que ahora éstas dolida por la traición - contraatacó

- No, lo odio - dije con más firmeza

- Si tú lo dices... - Dejó suspendida la oración, cómo si quisiera agregar algo

- Dímelo de una vez - lo animé

- Él tenía pensado decírtelo, una vez que aclararan las cosas

- Si, que bueno que no lo hizo y me enteré antes para no volver a caer en sus redes

- Abby, tú también has hecho cosas incorrectas, no cómo él. Pero, que a Max lo lastimaron como te lastimó lo que hizo

¿Por qué siempre tiene que tener razón? Bueno, no del toda pero es cierto

- Eso no lo justifica

- No estoy diciendo eso, sólo que no lo juzgues demasiado duro

- No lo hago. Simplemente le doy lo que merece. Además a mi me enredaron en redes de mentiras

- ¿Cómo dices?

- Si, Dylan es un hijo de perra, tan buen mentiroso que desde que lo conocí no ha hecho otra cosa que mentirme y es el causante de lo que nos hemos hecho nado Max y yo.

- Puede ser parte. Pero la mayor culpa esta de ustedes. Por ser tercos, orgullosos y no saber arreglar las cosas como personas adultas

Me callé, no tenía algo para contestarle. Stan es ese tipo de personas que siempre encuentran un punto neutro a las cosas y deja ver lo malo que están haciendo las personas y sus respectivas soluciones.
Nos quedamos abrazados a ras del pasto recargados en un árbol cuando Sofi apareció con la mejilla roja, ojos hinchados e inyectados de sangre. Estaba fatal.

- Si más no me quiere escuchar, te suplico qué tú lo hagas - a pesar de tener un aspecto pésimo, su voz era dura

- No tengo nada que escucharte. Las fotos hablan por sí solas - le dije irritada

- Qué no se te olvide que yo te abrí los ojos sobre Dylan - me reprochó

- Si me los hechas en cara, ni lo hubieras hecho - ataqué

El Encanto De AbbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora