Oh...
que buena noche es, una buena noche para escribir, para llorar, para romperse un poco más el corazón.
Para revivir dolores, y amargar dulzuras.
Es una buena noche.
Las estrellas asaltan el cielo, apoderándose de cada minúsculo espacio que pueden hallar en el.
El silencio arrebata la noche por cada rincón que la contempla. Y el dolor se alimenta para no desvanecer.
Y es que el silencio es tan vasto que se ha vuelto altavoz de mi propio corazón.
juro que puedo escuchar cada latido que se escapa de entre sus dolientes venas.
Habla mucho, quizás demasiado, lo suficiente como para escribir su propio libro si de manos gozara.
Personalmente creo que los libros nunca lo escribe quién lo escribe. Siendo asi le quitan mérito al autor en si.
El escritor es tan sólo la máquina que ha elegido un corazón para procesar su prodigioso lenguaje.
Creo que los corazones nos eligen a nosotros.
O Digame usted; Sin corazón ¿Qué somos? Somos un globo sin aire.
Una botella de whisky vacia,
Un cigarrillo sin tabaco
Y hasta un reloj sin tiempo.
Y es por eso... Definitivamente, ¡Es una muy buena noche!
Está más que claro que escribo cada vez que me ahogo, ¿pero eso acaso importa?
me encanta escribir cada gota.
Cada gota de lagrima que absorbe mi alma.
Las mías no siempre salen por los ojos, en su mayoria se deslizan entre mis dedos pretendiendo ser desterradas.
Y es que es eso lo que escribo, lágrimas, lágrimas camuflageadas de letras, que se van, que se quedan, que se plasman.