Ahogada.

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... luego de que supe la verdad, salí corriendo.
Llegué a mi casa en menos de 3 minutos y las lágrimas ya formaban una capa propia en mi piel.
Arrojé las flores que me había regalado, las cuales estaban en una jarra de agua trasnochada, absorbiendola toda. Tal como yo absorbí todas sus mentiras. Ahí me dí cuenta de que en este mundo todos tenemos algo que absorber para nuestro mal.

Me dejé caer en el piso, buscando una respuesta a una pregunta que todos nos hacemos por lo menos una vez en la vida: ¿Por qué a mí?

Luego de dedicarle lágrimas inmerecidas, pero bien válidas, decidí irme a dormir. Pero todos sabemos que los corazones rotos no los cura el sueño, ni una tasa de café, y menos se curan 2 semanas después. Así que me metí a la bañera a ahogar aquel punzante y penoso sentimiento, aunque sea por unos minutos.
No obstante, en ocasiones no hace falta agua para sentir que te estás ahogando, y eso yo ya lo sabía.

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