Lo puro se vuelve impuro

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Por fuera, era una hermosa cabaña con coloridas flores alrededor, un hermoso y cristalino lago lleno de pequeños peces, un huerto lleno de hortalizas listas para cosechar, y un lindo clima fresco. Aunque el lugar donde estaba ubicada la casa fuera solitario, ya que no había señal de otra vivienda a kilómetros, era un hermoso lugar de donde poder pasar unas lindas vacaciones.

Pero, como todo tiene su lado oscuro, el de esta hermosa cabaña era su interior, al entrar a la puerta, se veía un ambiente familiar, los colores de los objetos como sofá, alfombra floreros y cuadros, hacían del lugar muy acogedor, la cocina estaba siempre limpia, con un tono de colores del otoño. Todo era precioso, pero, todo ese ambiente familiar se iba opacando conforme se subía al segundo piso.

La únicas puertas que estaban abiertas eran las del baño y la de la habitación de nuestro querido personaje, Shadow the hedgehog.

La puerta, que tenía pegado a ella figuritas infantiles y estaba pintado de un color rosa pastel, el cuarto de la menor Ángel. Estaba cerrado con barrotes de metal, que para poder ingresar a tal cuarto, era necesario de una enorme llave para el candado que aseguraba la puerta de metal y otra llave más para la puerta de madera.

Los sollozos de la menor se podían escuchar si se ponía mucha atención, la menor, sin consuelo lloraba tapándose la cara con una almohada, lo hacía cada mañana desde que la llevaron a la fuerza a aquel lugar, se arrepentía por haber desobedecido a su madre, ahora pagaba las consecuencias a creces.

Cuando sus lágrimas se acababan jugaba con algunos juguetes que habían estado ahí antes de que ella llegara. La habitación era idéntica a la de suya, con aquel tapiz rosa que había escogido su madre unas semanas después de que ella naciera una réplica casi exacta de su cama, que posiblemente esta la haya echo shadow, los juguetes, los muebles. Como si su padre, en cada visita que le había hecho, memorizara la habitación para darle una réplica exacta. Su padre la quería, y mucho, pero, la forma en que lo demostraba no le agradaba.

El subió a su habitación exactamente a las 10:30, La hora en que su madre la despertaba los domingos. Venía con un desayuno hecho con mucho esmero. Salchichas echas con forma de pulpo, unos hotcakes con unos chocolatitos para formarle una carita sonriente, una malteada de fresa.

Todo lo que a ella le gustaba en un solo desayuno.

-Todo lo prepare con amor mi dulce princesa.- Decía el azabache mientras dejaba aquel desayuno en una mesita, la menor estaba en una esquina del cuarto, con los ojos rojos por el llanto que habían cesado hace solo unos minutos.- espero y lo disfrutes mi niña- y se retiró, dejando de nuevo las 2 puertas cerradas. Durante sus cortas visitas con ella, para dejarle algo de comida y recoger sus platos sucios, él nunca la miraba a los ojos, o al menos dirigía su mirada hacia ella, pensando hací ella le tomaría un poco más de confianza.

Pero ya desde hace 3 meses lo ha intentado.

Se acercó a la mesita donde estaba toda la comida, se sentó en la sillita rosa que él le había hecho hace poco (al notar que ella nunca saldría con él a desayunar) y comenzó a comer, todo estaba muy delicioso, "echo con amor", como él decía.

Pudo escuchar el celular de el sonar, dejo de comer y se acercó más a la puerta para escuchar la conversación que tenía con el teléfono, pero solo escucho un "¿hola?", segundos después logro escuchar el sonido de una tecla, había colgado.

Los sonidos de las llaves hicieron que se alejara de la puerta y se sentara de nuevo en la sillita y continuar con su comida.

Al abrir la puerta, por primera vez en mucho tiempo, el la miro a los ojos, pudo notar en el muchas ojeras y sus ojos color rubí estaban cristalinos.

No quise hacerte dañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora