Capítulo IV: Despertar

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Rainforest District

La campana del reloj sonó marcando la medianoche, emitió ese sonido repetidas veces durante un minuto, hasta que finalmente cesó.

Al escuchar ese armonioso sonido me levante de la tina en la que me encontraba, cuidadosamente salí del baño y me disponía a dirigirme hacia el salón principal. Me encontraba caminando por un pasillo largo completamente desnudo, escurriendo agua por la alfombra, podía oler claramente las lociones de baño impregnadas en mi pelaje, un agradable olor a Gardenia y Rosas.

«El aroma de los dioses» pensé con una sonrisa.

El pasillo era absurdamente largo, había obras de arte en las paredes, caminé por unos 5 minutos y llegué a unas puertas grandes de madera, coloqué un brazo en cada puerta y las abrí empujándolas con fuerza, marcando mis músculos por el esfuerzo. Al entrar, un mayordomo me atendió, brindándome una bata de seda. La habitación estaba ambientada por música clásica, una ópera para ser exactos. 

  — ¿Gusta que le prepare el té, Señor? — preguntó aquel mayordomo. El era una hiena alta y de ojos cafés, estaba vestido con un esmoquin negro y con guantes blancos de tela.

Yo solo le asentí con la cabeza sin voltearlo a ver, me acerque a un sillón que se encontraba cerca de la chimenea ubicada en un extremo de la habitación , parándome junto a ella. La hiena al ver tal acción se dispuso a irse hacia la cocina y traer el té, antes de que el mayordomo abandonara la habitación, note algo que llamaba mi atención. 

  — Esteban — dije. El mayordomo se paró en seco y giro para mirarme.

  — ¿Si, señor? — preguntó Esteban prestando atención a lo que estaba a punto de decir.

  — Llama a Black. El momento ha llegado — contesté con una sonrisa que mostraba todos mis dientes, tenía mi atención puesta en el periódico que se encontraba en una pequeña mesa ubicada al lado del sillón. 

  — Enseguida señor — dijo Esteban mientras abría una pequeña puerta y se retiraba del lugar.

Agarre el periódico de esa pequeña mesa y tomé asiento en el sillón, contemplé la chimenea, estaba prendida, soltaba pequeñas chispas a causa del fuego que consumía poco a poco la madera, emitía un sonido agradable, aquel chisporroteo que causaban las llamas en conjunto con la madera hacía del lugar un sitio tranquilizante.

«Llegó la hora» sonreí emocionado.

«Hemos esperado 200 años para este momento. ¡Tengo que avisar a la hermandad! El plan tiene que ser ejecutado de inmediato»  pensé mientras miraba y acariciaba un anillo de oro que se encontraba en mi dedo anular derecho, el anillo tenia el grabado de un ave fénix abriendo sus alas entre las llamas, alrededor de la figura se podían leer claramente unas palabras en latín.

  — Resurge et cineri — susurré mientras crecía una sonrisa maliciosa en mi rostro.

Me percaté de que Esteban había llegado con una charola de plata, donde llevaba una tetera y un juego de té, también de plata.  Colocó la charola en la mesa que se encontraba junto a mí y empezó a servirme el caliente líquido dentro de la taza, se podían apreciar los leves vapores ascendiendo y moviéndose lentamente, como si de una danza se tratase. 

Zootopia: Dark TimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora