Capítulo XI: Satus Arbitrantes

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Bogo

«¿Do... Dónde estoy?» Pensé entumecido por el dolor, no lograba abrir mis ojos y mi cuerpo resentía los estragos de los golpes que había recibido hace tiempo, no sabía por cuanto lapso había estado inconsciente, es más, ni siquiera sabía si en realidad estaba vivo, probablemente estaba muerto y mi mente desconocía la inverosímil realidad. Durante mi dilema, el hilo de una sustancia líquida bajaba por mi frente hasta mis labios, adentrándose a mi boca y haciendo que involuntariamente saboreara su inigualable sabor, sentía como mis papilas gustativas enviaban aquella información hacia mi cerebro de forma rápida y concisa, reconociendo en un instante aquella composición, un sabor metálico y a hierro que recorría todos mis dientes y traspasaba mi garganta, tragando el horrible fluido al no poder escupir a causa del dolor por abrir mi mandíbula, pero, al meditar mejor la situación en la que me encontraba, esa acción me fue indiferente.

«Sangre» Pensé disgustado, pero a pesar de mi preocupación, una leve alegría se mantenía firme en mi interior. «Eso significa que no estoy muerto» Sonreí internamente.

«Clank...»

«Clank...»

«Clank...»

Un sonido empezó a sonar por toda la habitación y eso alarmó mis sentidos, lentamente abrí los ojos, hasta que por fin podía observar mi cuerpo y el penumbroso sitio en el que me tenían cautivo, que describiéndolo mejor, se encontraba completamente oscuro, sólo había un foco que propiciaba una luz cegadora cuando intentaba mirarla detenidamente, la cual, se situaba justo encima de mí, alumbrando con luz tenue mi alrededor y balanceándose de un lado a otro a causa de la corriente de aire que alimentaba la zona, con mis patas podía sentir las frías cadenas que sujetaban mis brazos por encima de mi cabeza, jalando de manera agresiva mis extremidades a causa de la fricción de estar cargando todo mi peso en el momento que estuve inconsciente, magullando mórbidamente mis muñecas. Me encontraba completamente postrado de rodillas mirando hacia la perfecta oscuridad, tenía golpes y laceraciones leves en mi pelaje, mi uniforme estaba parcialmente desgarrado, mostrando partes de mi pecho, abdomen y espalda por lo que podía intuir, al sentir el aire gélido que se adentraba por detrás y que hacía erizar mi piel desde mis hombros hasta mi cintura.

«Clank...»

«Clank...»

«Clank...»

«¡¿Qué demonios es ese ruido!?» Me pregunté exasperado, el golpeteo metálico y exagerado que recorría todo el lugar era ensordecedor, el chillido que emanaba ese golpeteo causaba un dolor agonizante en mis oídos, un sonido parecido al de un micrófono en proceso de acople, creando esa terrible interferencia que hace que soltemos una mueca de disgusto al oír tan estruendoso chirrido.

«Clank...»

«Clank...»

«Clank...»

  — ¡AH DEMONIOS! — gruñí con voz ronca y de forma superflua, no sabía que es lo que estaba pasando en este preciso momento y eso irritaba mi paciencia, la ira por estar inmóvil era indescriptible, sentía como hervía la sangre dentro de mi cuerpo al sentir tan sublime emoción. Mi cabeza daba estrepitosos giros buscando el origen de tan insoportable ruido, con la suerte de encontrar de igual forma al desgraciado que provocaba tal escándalo.

  — Veo que al fin llamé su atención — dijo una voz seria en el vacío, era imposible el rastrear el origen del llamado, el eco que resonaba en la habitación dificultaba el poder saber la ubicación de mi agresor. Me mantuve inmóvil por un momento, mis ojos recorrían todo el lugar, mirando de forma defensiva cada rincón de la habitación, tratando de avistar cualquier señal de movimiento.

Zootopia: Dark TimesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora