Recorre mi cuerpo con esos besos que te gritan la inestabilidad presente en el hecho... No hay amor. No hay delicadeza. No hay ninguna palabra que evidencie un sentir. Sí hay dudas. Muchas dudas. Es nada más que lo que se siente, nada más que lo que ambos saben que está circulando viciosamente.
Cuando decidí escribirle al muchacho más guapo de mi pueblo, lo hice sin tener expectativas. Es este típico hombre sumamente guapo (es el representante del pueblo en promociones de tiendas de ropa), inteligente, trabajador, carismático y deseado al que todas desearían poder tener. Decidí escribirle porque no quise seguir alargando esa curiosidad y deseo que nos invade y no podemos controlar. Usualmente le frecuentaba físicamente, porque trabaja en un mercado local muy primordial del pueblo. Se me hacía imposible resistirme a todas las ganas que tenía de conocerle, a lo poco que duraba esos minutos mientras me cobraba. Era todo cómplice de un desespero natural que estaba a punto de llegar a su fin.
Como toda persona, tenía su fama en el pueblo. Todo el pueblo conocía que él estaba comprometido, y raramente, hombres y mujeres coincidían en el hecho de que su novia no es suficiente para él. En el sentido de que él es el típico macharrán, humilde, bueno y ella.... Una vulgar con un cuerpo espectacular. Las mujeres hablaban de lo estúpido que se veía amando tanto a una muchacha tan mal agradecida sin dejar atrás lo mucho que deseaban que estuviera soltero. Y pues los hombres hablaban de las múltiples veces en que se habían acostado con la novia de él. Todo el mundo sabía que era un hombre totalmente fiel. Se murmuraban en todas las esquinas numerables oportunidades que tenía para fallarle a su novia y aún así había decidido no hacerlo.
Respondió de inmediato a mi mensaje. De una manera inusual... Me dijo que había llamado su atención pero que no me había escrito porque tenía novia. Cuestioné ese verbo en pasado y fue cuando me enteré de que hacía un día estaba soltero. Creo que fui la última persona en enterarse ya que el pueblo gozaba del escándalo que había provocado una publicación en una red social de la novia, con una descarga potente hacia el novio el cual omitía su nombre quizás ignorando que todo el mundo sabe de quien ella hablaba. No puedo negar que en todo momento, Ignacio dejaba sentir el dolor por el que estaba pasando. Apenas nos habíamos conocido y su dolor llegaba a mí. Se refería a ella como la mujer a la que amaba, la mujer que más le había dolido en su vida... y constantemente evocaba la idea de que verla junto a otro hombre despedazaría su ser.
Desde ese instante decidí ser esa persona que estuviera siempre para él en esos momentos tan difíciles por los que no hace tanto tiempo yo pasé también. No había mañana en la que no le deseara que su despertar fuera uno nuevo. No había noche en la que no le recordara lo importante y valioso que era. No pasaban más de treinta minutos donde no escuchara su voz mientras leía sus líneas. Me di la oportunidad de conocer más allá de su figura a Ignacio. Y me di cuenta de que hablaba con un hombre gentil, sincero, bueno, humilde, carismático. Ese tipo de hombre que prefiere trabajar arduamente antes de llegar a verte sin tener algo que brindarte. Me di la oportunidad de conocer al hombre más juicioso, versátil e inteligente que he podido apreciar. Y no tardé más de dos semanas en sentir fuertes lazos que me unían al hombre que tantos acertijos me hizo entrelazar.
La primera vez que lo vi la recuerdo como esa cita sencilla donde no hace falta mucho para sentirte cómoda. Me puse un vestido largo, tejido. Y dejé mi rostro al natural. Quería que me viera tal y como soy, sin ninguna máscara temporera. Cerré mis ojos. Esperé la señal del olor de su perfume para saber que estaba parado frente a mí. Y abrí puertas al choque más crucial de mi vida... al de su mirada. Unos ojos enormes color azul océano brillaban al encontrarse con mi mirar. Esa fue coordinación que me sugirió cuán perdida estaría en su vida.
La realidad es que hablamos. Hablamos mucho. Estábamos en mi apartamento y nos sentamos en un sofá. Eran alrededor de las 10PM. Hablamos de todo menos de su ex-novia. Del trabajo, de sus gustos, de su vida, estudios. Reposó su cabeza en mi falda mientras me hablaba y yo no podía llegar a un análisis más profundo que al de su mirada. Trajo una neverita con bebidas, las abría y me las daba. Con cada palabra que compartíamos mis colores se abrillantaban... No es el hombre con el cual hablas virtualmente y te resulta alguien extraño en persona. Era él. Estaba en mi apartamento a esas horas de la noche Ignacio Ferro, el deseado, el prohibido, el comprometido.
Justamente a las 2AM sostuvo su mirada una vez más a la mía... se aproximó demasiado. ''Eres distinta, Elena... '' Enredó su mano en mi pelo y me acercó casi bruscamente a su rostro. Y probé el pecado más dulce que cualquier pecador desearía experimentar. Estaba perdida en el encanto. Mis manos por alguna razón reposaban en su marcado abdomen... era impredecible lo que pasaría. No era cualquier hombre. Era Ignacio Ferro, el deseado, el prohibido, el comprometido.
Pedí que me diera unos segundos y casi corriendo llegué al baño. Me apoyé al lavamanos. Me miré en el espejo. Sí. Esto me estaba pasando. Me quité el vestido y regresé a él. Estaba incrédulo, casi delirando. Y volvió a besarme con esa furia que le define. Desgarró mi ropa, me sentenció a sus mordidas, me encarceló entre sus brazos. Repitiendo constantemente... ''Sólo tú'' ... Y entre lluvias, fríos vueltos calores, deseos y mucho ruido... me hizo inolvidablemente suya.
Pasaron varios días de muchos mensajes, de muchas convicciones... pero de un sentimiento que abrazaba mi alma y se negaba a dejarla ir. Me tomó varios días darme cuenta de lo extraña que se había tornado la situación. Me tomó casi una semana enterarme de que su novia había vuelto a buscarlo y que él había cedido al encuentro. No recuerdo dolor más fuerte que el de mi primera ruptura amorosa, pero este sin duda se aproximaba mucho en escala. Al contrario de muchos hombres, él si me dio la cara. Me escribió un mensaje donde leía que había sido una gran mujer, que me quería, pero que entendiera que se trataba de su novia con la que llevaba casi tres años. Que esto no terminaría aquí, me lo prometió.
Son muy pocas las veces que le veo desde el suceso... Son muchas las veces en que se planea el encuentro y no se puede dar. Que triste es ser testigo de alguien que no entiende que tiene que dejar ir ciertas cosas en su vida para que otras entren. Se cierra una puerta y se abren diez. La impotencia de no poder salvarlo del abismo en el que está me descalabra.
Mientras tanto.... Recorre mi cuerpo con esos besos que te gritan la inestabilidad presente en el hecho... No hay amor. No hay delicadeza. No hay ninguna palabra que evidencie un sentir. Sí hay dudas. Muchas dudas. Es nada más que lo que se siente, nada más que lo que ambos saben que está circulando viciosamente. Es sencillamente, lo que no está destinado.
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Delirios
Teen FictionTengo una novela (Enigma) en proceso a la cual no he podido dedicar tanto tiempo como creo que le podré dedicar a este nuevo proyecto. ''Delirios'' será como un estilo diario donde con historias ficticias y todas diferentes pretendo que se sientan...