Contra la corriente...

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Me pregunto si será prudente el hecho de sentirme vacía ante su ausencia. Me pregunto si será racional que con tan poco tiempo sea quien ocupe la mayoría de mis pensamientos. Me cuestiono la realeza del hecho porque me parece ilógico que posea el dominio de mis emociones. Encuentro mis debilidades mientras me estremece su indiferencia ingenua. Me vuelve loca. Me encanta. Es mío porque así cada arteria me hace sentirlo. Se activa la búsqueda indeseada de resoluciones y opto por determinar que quizás se trate de su desconocimiento absoluto. Quizás desconoce que siento que me estremece los sentires. Quizás desconoce que le sueño y que me es insuficiente saber que le tengo solo a momentos del día. Quizás desconoce que hay una dama que enfrenta la contradicción de quererlo como a ningún otro. Entonces hay muchas incógnitas que corren desmesuradas las barreras de mis pensares. Entre ellas intento justificar lo que sucedió entre nosotros. Y no quiero que la naturaleza humana sea la razón por la cual nos unimos esa noche que me hizo esclava de su nombre. Y no le amo. No le amo porque el tiempo es poco y las contrariedades son muchas. No le amo porque en el fondo conozco que soy un caso más, de veinte que ha tenido por igual. El número de interrogantes vuelve a chocar contra el muro de contradicciones. Porque entonces de ser así, ¿Por qué salir conmigo? Claro. Porque nuestra raza le gusta el baile, y también la bebida y la compañía. ¿Y qué le pasa al sentido menos común de mis sentidos, que no logra entender que todo se debe a la circunstancia de haberme escrito a esa hora y aquel día? Así como fue esta morena de enormes caderas, cintura pequeña, nalgas de diosa pero senos de niña.... Pudo haber sido la rubia de ojos azules de la esquina de la barra. ¿A dónde pretende llevarme el sentido de insuficiencia que me persigue y no desvanece? ¿A amarle? Lo dudo. Le quiero cerca, porque desmembró, unió y recreó todas las ideas que tenía respecto a lo que quiero para mi vida. Le quiero en mente y cuerpo mío, pero no puedo saber a qué se debe el deseo. Quizás ahora mismo él me esté leyendo porque fui débil una vez más y le envié el escrito. Y quizás (muy probablemente) no entienda de qué hablo, piense que soy una enamoradiza (lo cual no es cierto), o simplemente ande tratando de unir las palabras con las que responderá al sinnúmero de hechos que he decidido aventarle con mis palabras. Soy mujer, me encantan los hombres y mi naturaleza no la eximo. Soy orgullosa a mi manera y por eso no tengo mucha historia con varones. Pero sí sé lo que es tener sexo con un hombre porque extrañas la sensación de un orgasmo. Sé lo que es hacerlo en un carro porque no quieres ni sientes que es el que debes subir a tu casa. Sé lo que es desvestirme para vestirme inmediatamente y continuar mi vida rutinaria. Por eso me siento como un pez en la tierra. Porque no entiendo qué es lo que me pasa con él. Con él no quería tener sexo, a él quería hacerlo sentir capaz de inundarme todos los sentidos tal y como sucedió. A él no lo besaba por lujuria, lo besaba por el deseo desenfrenado de sentirle mío. Porque juro por mis días que ningún otro hombre había despertado el sentir tan hermoso de pertenecer con sinceridad. Y es que tengo que recalcar nuevamente que no le amo. Porque el tiempo es muy poco, pero tengo por necesidad biológica que desahogarme de esta manera. Porque no aguanto el sentir desesperado de que él me entienda. Y no quiero que me diga que comprende, pero que nada puede hacer porque su vida está llena de compromisos, porque la edad nos distancia demasiado o cualquier otro hecho que roce lentamente el globo de ilusiones que he logrado inflar en solamente una semana. Todo se desinfla lentamente cuando me doy cuenta que mientras otro de mis escritos más sinceros va dirigido a él, que mientras desnudo el alma ante su imagen en mi mente, que mientras intento descifrar qué me ha hecho sentir este hombre que me tiene dudando de mis fuerzas de mujer, que mientras mis pensamientos son sólo esclavos de sus recuerdos, él probablemente ría ante una aventura nueva... o intente entender qué hubo en una salida capaz de generar en una mujer como yo estos enlaces tan fuertes que llevan su nombre firme y tatuado.

DeliriosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora