Delirios

Mi estrella desvanece...

Le escribo como le escribía Lorca a los desgraciados de su sociedad que implementaban una tiranía a su ser. Con rabia cortante. Con amargura acumulada creciente. Con imposición ardiente. Con celos que no cesan. Pero corto. Directo, sin muchas vueltas que me lleven al mismo precipicio. Y es porque repudio lo que siento cuando le veo. Fuimos uno. Uno sin límites, uno sin miedos, uno sin temores. Crece lo que siento mientras él se aleja con el viento. Hay un ser, uno que sirve más de arranque que de separación. Finge sonrisas que sabe que están incompletas. Ama sin amar porque siente sin sentir. Soy esclava de la silueta que contiene su mirar, testigo de la mentira que vive y no desecha. Soy víctima de cada acción que la muralla dicta. Dictadora de sufrimientos, acosadora de sentires, asesina de emociones. Aléjese como se aleja el aceite del agua, por inestabilidad. Aléjese como se alejan los pájaros de sus nidos, sin rastro. Evíteme tener que mirarle acogiendo a quien nos destruye. Evíteme ser glaciar que se fortalece ante su frialdad. Solamente así arrancaré de golpe las raíces que nos unen. Me otorgó alas limitadas, pues solamente vuelan si es vos mi acompañante. No puedes enfrentar el reflejo que surgió por tu inestabilidad. Destrúyame entera mirándome con la misma mirada que poseía mientras me hacía suya. Mientras tanto le espero, al borde de mi cama. Al filo del ocaso.