El día estaba gris al igual que mi estado de ánimo. Odiaba esto que me pasaba.
Me hacía falta la convivencia con Silver, pero no podía tenerla porque no era mía. Me tenía que conformar con Tatiana.
Pero no sólo era con ella si no también con su libido loco.
Tomé asiento en la poltrona que había en el salón. Odiaba esta casa.
La había comprado para Tatiana, para que viviéramos juntos. No se parecía en nada a los planos que había hecho para mi casa con mi compañera.
Cerré los ojos y traté de resignarme. Suspiré, odiaba mi vida.
Odiaba a Tatiana.
Abrí los ojos y me di cuenta de los estragos que estaba sufriendo el clima.
Lo único que me agradaba de la situación era mi hijo o hija.
Mi bebé.
Sentí sus manos en mi pecho y me tensé. No me gustaba que me tocara.
-Suéltame- exigí. Me puse de pie y ella retrocedió.
-Debes cumplirme- siseo.
-No te deseo- fui a la cocina y la ignoré lo que quedó de la tarde.
Ella se ponía conjuntos provocativos, ropa llamativa, pero me daba cuenta de que eso no me producía nada.
Lo que si me podía producir algo, era verla al natural, sin maquillaje.
No se lo iba a admitir, pero me gustaba verla recién levantada. O apenas salía de la ducha. Aunque dormida me atraía también.
El día que decidí acostarme con ella lo hice despertandola en mitad de la noche.
La verdad no comprendo que fue lo que ella vio en mi que le gustó porque yo estaba seguro de que no era el mejor amante que ella haya tenido.
Tomé algo de jugo y terminé mis deberes.
Ella llegó en algún momento y besó mi cuello. Acarició mi abdomen y su mano fue descendiendo.
Cuando se dio cuenta de que estaba haciendo todo en balde, me giró y me besó. Su beso era hambriento y con el impulso me tiró de la silla. Caímos al suelo y ella quedó sobre mi.
-Te necesito... no hay baño ni dildo ni nada que pare esto y sé que tu puedes hacerlo.
-No estoy de humor- traté de levantarme, pero ella lo impidió.
-Oh no... de aquí no te vas hasta que no me cumplas como mi marido que eres- me enfadé demasiado.
-¿Tu quieres sexo?- pregunté y ella asintió.
-Por favor... - me coloqué encima de ella y le abrí las piernas.
Ella gimió y yo aspire su aroma. Ella no podría siquiera poner un pie en la calle o la lastimarán.
Tenía que hacer algo.
Verla rogarme me excitó mucho. Ella se veía tan vulnerable de esa manera.
Ella lo sintió y gimió cuando la toqué entre sus piernas. Acaricié sus muslos y ella gimió mucho más alto.
-Haz silencio- ella asintió y mordió su labio inferior. Le quité la ropa y la observé. Era bonita.
Centré mi vista en su centro y sonreí. Estaba muy lubricada que hasta goteaba.
Acaricié su vientre y ella cerró los ojos. Me quité la ropa y me di cuenta de que estaba muy excitado.
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Sólo para Mi.©
LobisomemSilver, era una chica muy tierna y también discriminada por su tono de piel. Como siempre tratando de evitar los problemas, no se mete con nadie, pero todos se meten con ella causándole mucho daño. Rey, era el Alfa de la manada, el chico popular y...