Capítulo 2: El cazador

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Lanzo mi "cuerda" de sábanas por la ventana y la ato a una pata de la cama. Sé que resistirá porque es o único que no he podido mover. Me asomo y corroboro que la punta llega al piso; a penas alcanzó.

Tomo la cuerda de sábanas entre mis manos y subo al pórtico de la ventana.

"Volveré antes de que anochezca," susurro a la nada, más que nada para no sentirme culpable y recordarme que debo regresar. Me echo la mochila que preparé ayer al hombro y empiezo a bajar lentamente.

Cuando llego a la punta de la cuerda, noto que falta poco más de metro y medio para llegar al suelo. Al parecer, el que llegaba al piso no era más que una ilusión óptica por la altura. Consigo bajar los brazos poco a poco hasta que alcanzo el piso de puntitas.

Al fin en el suelo, sigo el sendero que sigue mi madre todos los días. Me voy moviendo entre árboles y arbustos hasta que ya no hay camino que seguir y me toca caminar sobre el pasto y las flores. Una verdadera lástima, porque son hermosas.

-¡Cuidado!- grita alguien y yo me tiro al piso antes de que una flecha pase por encima de mi cabeza. -¿Estás bien?- dice el dueño del arco mientras corre hacia mí.

-¡Deberías tener cuidado! ¿a quién le apuntabas?- le grité, sacando así todo el susto acumulado en mi pecho.

-Lo siento, se me soltó, lo siento- lo miro con el ceño fruncido y empieza a defenderse- Además, ¿quién va a andar en una zona de caza a éstas horas como si nada? Tú eres la que debería tener cuidado.-

-¡Acabas de decir que se te soltó la flecha!-

-¿Y? ¿Cuál es tu argumento valido?- le lanzo una combinación entre suspiro y gruñido y me volteo para seguir caminando. -¿A dónde vas?-

-No lo sé- Era verdad, no lo sabía. Otra desventaja de ser hada madrina es que no podía mentir, a menos que fuese para ocultar su identidad. Lamentablemente, era algo que aún no podía controlar. No quería volver a casa, pero no sabía a dónde ir.

-El pueblo está hacia allá- lo miré y señalaba hacia el lado contrario de mi dirección.

-Tal vez no voy al pueblo-

-Bien. Yo sí. Nos vemos. Suerte.- Dice con tono burlón y empieza a caminar.

"Sería fabuloso conocer el pueblo. Soy capaz de transportarme con magia, pero sólo dentro del bosque, de donde no puedes salir a menos que sea caminando; aunque sí puedes entrar con magia. Es por eso que la mayoría de los seres fantásticos se encuentran en un bosque, encerrados irremediablemente en su espesura. Por eso, mi única opción de conocer el pueblo es salir caminando... si tan sólo supiera dónde se encuentra el pueblo..." Lo miro. " Es un tonto, arrogante, odioso... pero es mi único guía. Vamos, Sila, no salimos para ser orgullosas."

-¡Espera!- le grito y se detiene- También quiero llegar al pueblo y... no sé cómo llegar-

-Ven conmigo- me sonríe y yo apresuro el paso para llegar a su lado -¿Cómo te llamas?-

- Naila Sila... ¿y tú?-

- Darío .. sólo Darío -

-Ah, mucho gusto- Era increíble, estaba teniendo mi primero conversación con un humano desde hace años.

-Igualmente- siguió un pequeño silencio incómodo- Y... ¿qué haces tan temprano en el bosque?-

-Sentirme libre- "¡Ups!"

-Creo que sé a qué te refieres. Respirar aire fresco, sentir la brisa...-

-Sí, sí... definitivamente me refiero a eso- me mira con sospecha y yo le sonrío.

-Sí- seguimos avanzando- No eres del pueblo, ¿verdad? Nunca te había visto-

-Pues... no. Vengo de visita- "Bien, el ocultador de identidad estaba funcionando"

-Entonces, como habitante honrado y oriundo del bello lugar, me veo en la honrosa necesidad de mostrarte el pueblo.- dijo con cara de suficiencia, luego la quito y pasó su mano por su cabello oscuro- ¿Quieres... o tienes planes?-

Por primera vez, supe lo que él quería. Era como verlo en sus ojos... quería que fuera. Por primera vez actuaba como hada madrina y no sabía cómo sentirme al respecto.

-No, me encantaría- le respondí.

Él sonríe y noto un pequeño brillo en sus ojos. Le sonrío de vuelta.

-¿Ya nos vamos?- rompo el silencio con mis palabras.

-Sí. Vamos.- caminamos un rato en el que sólo nos mirábamos de reojo. De repente me jala y me hace ocultarme detrás de un arbusto con él.

-¿Qué pasa?-

-Shhh, mira hacia allá- volteé hacia donde me señaló y lo vi: un maravilloso venado. Sólo había visto fotos de él en un libro, pero se ve más hermoso en la vida real; tan imponente, tan delicado, tan...

Noté que Darío puso una flecha en su arco.

-¿Qué haces?- le pregunté horrorizada.

-Es difícil ver uno de esos- me susurró mientras afinaba su puntería... tres... dos...

-¡Huye!- me levanté y grité sin que pudiera hacer nada para detenerme.

-¿Qué? -Darío tira la flecha, pero el venado logra huir. Yo sonrío y Darío me toma la muñeca- ¿Quién te crees que eres?-

-¿Quién te crees tú para matar a un animal así?-

-Soy un cazador- dice y avanza después de aventarme la mano.

Me quedo mirándolo un rato. Está molesto, lo entiendo, pero... me hace sentir algo nuevo. Quiero protegerlo, darle lo que necesita... y eso, amigos míos, es lo que me hace un hada madrina... creo. 

La vida secreta de un hada madrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora