Capítulo 21: "No importo yo... importas tú."

19 2 0
                                    

Cuando lo traen de vuelta ya casi llega el atardecer. Está sudoroso y tiene marcas de quemaduras en el cuello y los antebrazos.

Se me ocurre usar el tiempo que queda antes del ocaso para limpiarlo un poco.

Aparezco un trapo húmedo y una cubeta. 

-¿Qué pretendes hacer?-

-Limpiar tu rostro y...-

-De ninguna manera. Aléjate de mí.- Ni siquiera puede moverse para alejarse de mí.

- Sólo un poco. Cuando te conocí eras rubio.-

-Sigo siendo rubio.-

-Pero con tanta mugre parece que tu cabello es plateado o gris...- se ríe.

-Ni se te ocurra.-

-Bien... entonces me quedaré despierta toooda la noche.-

-No te atreverías-

-Oh, claro que sí. Tal vez pueda lavar tu cara cuando seas un pato...-

-Está bien, está bien. Tú ganas.- Sonrío victoriosa.- ¿Qué le hiciste a la Naila demacrada que dejé hace unas horas?-

-La mandé a dormir- se intentó reír, pero el dolor no lo dejó.

Le pasé el trapo por la cara, el cuello y los brazos. También le lave el cabello.

-Naila...-

-¿Sí?-

-¿Sabes que no tienes que preocuparte por Darío?-

-¿Cómo es que... ah, sí, que lees el pensamiento. No lo hagas-

- Creí que a las chicas les gustaba que supieras lo que piensan.-

-A las chicas sí... yo soy un hada madrina.- se ríe- De todos modos, ¿por qué no me debo preocupar?-

-Los cazadores de mágicos no pueden ver a los seres humanos.-

-Entonces... ¿Cómo es que Lord Lob sabía de Darío?-

-Lo vio en tu mente... al igual que yo-

Admito que saber eso me quitó un gran peso de encima. Darío estaba seguro pasara lo que pasara.

-Gracias por decírmelo-

-Gracias por limpiar mi rostro y mi plateada cabellera.-

-Descuida. Ya es rubia como el oro otra vez.- me sonríe y le sonrío.

-Ahora duerme. No quiero ser un pato.- 

-Bien... buenas noches.- Me voy levantando cuando toma mi muñeca.

-Puedes... dormir a mi lado.- me dice.

Me siento aliviada porque no creía poder pasar la noche sola. Estira su brazo para que yo lo use como almohada. Yo me recuesto dándole la espalda y no tardo en quedarme dormida. Ningún hechizo saldrá de mí esta noche.

Cuando vuelvo a abrir los ojos ya ha amanecido y sigo recostada en el brazo de Emilio. Me levanto rápido y me doy cuenta de que ya me siento mejor, pero él no se ve mejor. Lo que sea que le hicieron ayer le hizo mucho daño.

Lo sacudo un poco para que se despierte, temiendo que no lo haga y sintiendo alivio cuando lo hace. Me sonríe hasta que le digo:

-Tengo un plan para salir- entonces se incorpora y me mira. Está dispuesto a hacer lo que le pida... - Es simple: te entrego mi magia y tú nos sacas a los dos de aquí.-

-No-...o tal vez no.

-¿Por qué no? Tu puedes controlarla.-

-Es mejor aguantar hasta tu cumpleaños-

-He visto tus cicatrices. No aguantarás hasta mi cumpleaños.-

-No importo yo... Importas tú...-lo miro y luego sonrío- Es decir, ¿qué harás sin tu magia?-

-¿Es eso lo que te preocupa? ¿o el beso?-

-Ambos. Nunca has besado a nadie  en tu vida... no tienes experiencia. Seguro besas horrible-

-Oh... vamos.-

-¿Y qué piensas hacer sin magia?-

-Después de salir, los cazadores no podrán tocarme. Me iré a ocultar al pueblo...- me doy cuenta de que no lo estoy incluyendo en el plan- o podríamos ocultarnos en mi torre hasta que sea seguro salir.-

Me miró con cuidado, sopesando las opciones mientras yo le sonreía.

-Lo haré- 

La vida secreta de un hada madrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora